Adaptarse al clima requiere invertir en verde... y en azul - EL ÁGORA DIARIO

Adaptarse al clima requiere invertir en verde… y en azul

España afronta la salida de la crisis del coronavirus en un contexto de cambio climático. Por ello, en sintonía con la Comisión Europea, buena parte de los fondos se destinarán a la transición ecológica, la infraestructura verde y la adaptación al cambio climático. La inversión en gestión del agua es esencial en nuestro país, pues el calentamiento global trae aparejadas inundaciones y sequías extremas y una mayor imprevisibilidad del recurso hídrico


Reconstruir la actividad económica tras el parón del coronavirus es la gran necesidad del momento. Europa ha activado un fondo de emergencia para movilizar recursos y España podrá disponer de 140.000 millones de euros.

La clave está en hacia dónde dirigir esos activos. Y la Comisión Europea lo dejó claro declarando que en buena medida deberían ir hacia la economía verde, la digitalización y la inversión en adaptación al cambio climático. Y es que, como numerosos estudios señalan, cada euro invertido en preparar a la sociedad y las infraestructuras a los efectos del calentamiento global supone un ahorro mucho mayor en daños evitados posteriormente por el clima.

En ese sentido, la ministra para la Transición Ecológica, Teresa Ribera, afirmaba hace unos días que España país deberá destinar el 30% de los fondos de reconstrucción post-covid otorgados por la Unión Europea a la transformación en verde de la economía. Y esa transformación verde también debe ser azul, pues el agua es sin duda uno de los sectores fundamentales para la adaptación al cambio climático en nuestro país.

Hoy mismo aprueba el consejo de ministros una actualización del Plan Nacional de Cambio Climático que plantea una hoja de ruta para invertir en resiliencia y evitar males mayores en el futuro y donde la gestión de los recursos hídricos en clave climática tiene un papel destacado.

Las peculiaridades de nuestra geografía nos hacen especialmente vulnerables a eventos extremos como sequías e inundaciones, y pese al gran bagaje técnico y de obras que nuestro país acumula, todavía queda mucho por hacer en creación de infraestructuras verdes que mejoren la resiliencia, tanto en ciudades, como en la costa o en el medio rural y agrícola.

 

En ese sentido, la Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE) va a recopilar información de todos los sectores económicos para presentar al Gobierno 15 proyectos que podrían canalizar los 140.000 millones de euros del Fondo Europeo de Reconstrucción que dará la Unión Europea a España en préstamos y subvenciones.

Bruselas quiere que un 37% de las ayudas se destinen a la transición ecológica y un 20% a la transformación digital

El Gobierno tiene que presentar antes del 15 de octubre un plan de reformas para el país, al que se condiciona la liberación de los fondos que servirán para financiar todos estos proyectos, un plan de reformas cuya versión definitiva tendrá que enviarse antes del 30 de abril de 2021 por lo que hasta abril y mayo no llegarán los fondos.

La CEOE estima que España recibirá en el primer año entre 20.000 y 30.000 millones y para contribuir al Plan de reformas que prepara el Gobierno la patronal ha presentado la plataforma digital ‘CEOEXEuropa’, que dará soporte a la Oficina Técnica de Apoyo a Proyectos Europeos para aglutinar y dinamizar las potenciales demandas empresariales.

El agua, motor de la reconstrucción verde

El agua en nuestro país es un asunto estratégico y de la máxima trascendencia, dado que la seguridad hídrica para los abastecimientos a poblaciones e industrias, para el turismo, para el sector agroalimentario, para el sector energético, y para gestionar los riesgos frente a fenómenos extremos (inundaciones y sequías) pivota sobre obras hidráulicas de gran magnitud y relevancia, cuya plena funcionalidad requiere inversiones de reposición y de medios para su explotación y mantenimiento. Si esto ha sido así siempre, lo es más en esta época de calentamiento global, donde la disponibilidad del recurso será menor y, sobre todo, más imprevisible.

A ello hay que añadir la necesidad de buscar fuentes de recursos hídricos alternativas que se incorporen a los recursos no convencionales, como la desalación y la reutilización de aguas residuales, un aspecto donde España es pionera y en el que puede avanzar más, siendo esta una de las áreas punteras en la adaptación al cambio climático. Ante la escasez del recurso, urge apostar por la circularidad en el uso del mismo.

 Por otra parte, España es el país con mayor biodiversidad de Europa, y la riqueza de los ecosistemas asociados al agua requiere llevar a cabo un ambicioso programa inversor, tanto en materia de saneamiento y depuración, como en eficacia del uso del agua, contempladas en el Plan DSEAR, como en restauración de ríos y en actuaciones sobre espacios singulares naturales como Santoña, Tablas de Daimiel, Doñana, Mar Menor, La Albufera o el Delta del Ebro.

Las empresas gestoras del agua urbana, que se postulan como parte esencial de esta estrategia de salida, ofrecen múltiples y valiosas oportunidades ante los retos que plantea tanto la pandemia como la lucha contra el cambio climático.

Por su parte, la nueva estrategia de economía circular “España Circular 2030” incluye al agua entre las líneas políticas a abordar para el cambio hacia una mayor circularidad, estableciendo entre sus objetivos a 2030 una mejora de un 10% en la eficiencia en el uso del agua en los ciclos productivos, hito que sin duda supone un reto importante.

Inversión y empleo

A todo esto hay que sumar que España tiene un déficit importante en infraestructuras de abastecimiento y saneamiento urbano del agua tal  y como recoge el estudio Análisis de necesidades de inversión en renovación de las infraestructuras del ciclo urbano del agua, elaborado la Asociación Española de Abastecimientos de Agua y Saneamiento (AEAS) y la Cátedra Aquae de la UNED de Economía del Agua, en colaboración la Universidad Politécnica de Cataluña. Según sus cálculos, faltan entre 2.221 y 3.858 millones de inversión anual para poder afrontar las reparaciones que necesita la infraestructura actual y poder mantener las redes de forma sostenible.

Se estima que estas inversiones en el ciclo integral el agua tendrían un efecto positivo en el crecimiento económico equivalente al +0,15% de aumento anual del PIB, aportarían importantes beneficios ambientales, que permitirían que España convergiera con las mejores prácticas internacionales en materia de gestión de agua e impulsar los ODS y objetivos del Pacto Verde Europeo.

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Estas inversiones generarían más de 500.000 puestos de trabajo, según quedó patente en la cumbre de empresarios que el pasado mes de junio celebró la CEOE bajo el lema Liderando el futuro.

Bruselas quiere que un 37% de las ayudas (51.800 millones de euros) se destinen a la transición ecológica y que al menos un 20% (28.000 millones) vayan a la transformación digital por lo que es necesario que el sector del agua se convierta en una de las industrias prioritarias sobre las que articular la recuperación post pandemia.

Se estima que invertir lo necesario en el ciclo integral el agua tendría un efecto positivo en el crecimiento económico equivalente al +0,15% de aumento anual del PIB

Unas inversiones que sólo se pueden afrontar desde la colaboración público-privada, una colaboración que en el sector del ciclo urbano del agua está avalada por la experiencia de los operadores, por la gobernanza y el conocimiento que atesoran las empresas.

Los desafíos para la reconstrucción van más allá de la crisis sanitaria: la emergencia climática, las desigualdades sociales, ahora agudizadas a causa de la pandemia, y las amenazas latentes a la paz y al bienestar son retos de futuro a tener en cuenta en el proceso de reconstrucción.

Y en medio de todo este contexto, España es un país europeo expuesto en la primera línea de trinchera del cambio climático. Las temperaturas en nuestro país han subido más que en el resto del continente, 1,7 grados frente a 1 grado en la era industrial, y somos especialmente sensibles.

Si el viejo dicho solía decir “adaptarse o morir”, el panorama del cambio climático nos obliga a decir “adaptarse es vivir”, pues todo lo que se apueste por adaptación, resiliencia, infraestructuras verdes y soluciones basadas en la naturaleza son soluciones inteligentes y sostenibles a los retos que afrontamos.



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