Irán alerta sobre la desecación del Urmía, su mayor lago

Irán alerta sobre la evaporación del lago salado de Urmía

Las autoridades ambientales de Irán alertan del peligro de desaparición del lago Urmía, que llegó a tener 5.200 kilómetros cuadrados, una superficie como la de Cantabria. La falta de lluvias y el uso para la agricultura del agua de los ríos ha causado que pierda el 80% de su superficie


El lago Urmía, el mayor de Irán, se enfrenta a su desaparición si no se toman medidas, han alertado las autoridades medioambientales iraníes. “Si los planes aprobados no se llevan a cabo, el lago se secará definitivamente”, afirmaba recientemente el jefe del departamento de Humedales de la Agencia de Medio Ambiente iraní, Arezoo Ashrafizadeh, en declaraciones que recoge Efe.

El portavoz gubernamental indicó que para salvar el que fuese el sexto mayor lago de agua salada del mundo sería necesario “parar las actividades agrícolas en la zona”, así como «la construcción de presas» que retienen el agua que alimenta el lago. Ashrafizadeh añadió que la falta de aportes ha dividido el lago en dos partes incomunicadas entre sí, que ahora suman una superficie de unos 1.000 kilómetros cuadrados, lejos de los 5.200 que llegó a tener en el pasado, lo que suponía una superficie semejante a la provincia de Alicante y suponía un remanso líquido para esta árida región.

Situado en las montañas del noroeste de Irán, no lejos de la frontera turca, el lago Urmia es reconocido como un lugar de importancia internacional en virtud de la Convención de las Naciones Unidas sobre los Humedales que se firmó precisamente en la ciudad iraní de Ramsar en 1971.

El lago no tiene salida al mar y su tamaño original era el resultado de que el volumen de agua que fluía hacia él igualaba o excedía el volumen que extraían los humanos o se evaporaba. Esto no ocurre ahora, dado que la falta de precipitaciones y el aumento de evaporación debido al calentamiento global se suman a la extracción de agua para uso humano de los cauces que alimentan esta cuenca endorreica.

Orillas del gran lago salado de Urmía, en Irán. | FOTO Sebastián Castelier
Orillas del gran lago salado de Urmía, en Irán. | FOTO Sebastián Castelier

Como ocurrió en el vecino Mar de Aral, desecado en apenas unas décadas por las políticas productivistas de la Unión Soviética, la desaparición de esta lámina de agua tiene consecuencias directas sobre el entorno. En primer lugar, los vientos esparcen por los terrenos de alrededor la sal y la arena recién puestos al descubierto, creando tormentas de polvo que afectan a la salud humana y dañan los suelos y los cultivos.

Además, se pierde el efecto termorregulador que una gran superficie de agua genera en un ambiente árido y continental como el del Medio Oriente. Como ocurre en cualquier litoral, en invierno, la influencia del agua ayuda a suavizar las temperaturas de la atmósfera y reduce las heladas; en verano, por su parte, el lago contribuye a reducir la sequedad ambiental.

Vista aérea del lago Urmía, en Irán | FOTO Fabzad
Vista aérea del lago Urmía, en Irán | FOTO Fabzad

La desecación del lago Urmía también afecta al rico ecosistema que mantenía. Las aves migratorias y ligadas a estos ambientes salados, como los flamencos, han disminuido. También han cambiado las condiciones físico-químicas del agua, que alimentaban a la Artemia salina, un tipo de crustáceo que constituye el alimento de estas aves y ahora ya no prospera igual que antes.

En el agua cada vez más escasa del lago Urmía han empezado a crecer otros organismos. Según explica el Earth Observatory de la NASA, el agua dulce de lluvia y escorrentía reduce los niveles de salinidad, pero el lago generalmente se vuelve más salado a medida que el calor y la sequedad del verano se afianzan.

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Ahí es cuando los microorganismos prosperan, una familia de algas llamada Dunaliella y una familia arcaica de bacterias conocidas como Halobacteriaceae que inundan el entorno y cambian de verde a rojo el color del agua.

Por otra parte, la fauna silvestre que habitaba en los marjales y zonas húmedas de alrededor, como cérvidos y cabras salvajes también ha visto cómo la vegetación donde se guarecían se transformaba en un páramo de sal.

En 2013, Irán y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo lanzaron una campaña para salvar el lago con fondos del gobierno japonés. El plan tuvo cierto éxito ya que, en 2017, el lago se expandió hasta alcanzar los 2.300 kilómetros cuadrados antes de comenzar a encogerse nuevamente debido a una sequía prolongada.

En 2019, un episodio inusual de lluvias volvió a rellenar el lago. Un fenómeno captado por la NASA que tuvo un efecto breve y cuyas imágenes pueden contemplarse bajo estas líneas.

El lago Urmía, en Irán, en febrero de 2019 antes del período de lluvia torrencial de las semanas posteriores. . | IMAGEN: NASA Earth Observatory
El lago Urmía, en Irán, en abril de 2019, tras unos días de lluvias inusualmente altas. | IMAGEN: NASA Earth Observatory

Como señala la agencia Efe, a finales del año pasado, el presidente de Irán, Ebrahim Raisi, anunció que “reactivaría” un plan para restaurar el lago y “hacer frente a las preocupaciones de la población». Y es que, en los últimos años, se han disparado las protestas por las sequías y la falta de agua en el país.

De hecho, este julio varias personas fueron arrestadas por «perturbar la seguridad” en unas protestas por la desecación del lago Urmía.

“Si no se cumplen las cuotas de agua y los planes aprobados no se aplican en su totalidad, el lago definitivamente se secará y no habrá esperanza de su recuperación”, afirmaba el jefe de la Unidad de Humedales iraní, Arezoo Ashrafizadeh, según recoge el medio Alarabiya News.

“De acuerdo con la ley, el Ministerio de Energía está obligado a satisfacer las necesidades ambientales de agua del lago Urmia”, afirmaba Ashrafizadeh a la agencia de noticias ISNA de Irán. “Pero el lago no ha recibido su derecho de agua debido a una disminución de las precipitaciones, entre otras razones”, añadía, el responsable de humedales iraní.

 Un 80% menos en pocos años 

El lago Urmía, en Irán, ha sido considerado históricamente como el sexto más grande del mundo. Hace apenas unas décadas, cubría 5.200 kilómetros cuadrados, una superficie similar a la de la comunidad autónoma de Cantabria.

Tenía una longitud máxima de 140 kilómetros y una anchura de 55 kilómetros, con una profundidad máxima de 16 metros. Compartía con otros mares interiores de su entorno, como el Mar de Aral y el Caspio, una misma historia geológica y climática. Son remanentes de grandes zonas inundadas que ocuparon la región en periodos antiguos de la historia de la Tierra más húmedos.

El gran lago Urmía sufre ahora el mismo fenómeno que ha llevado en los últimos tiempos a la conocida desaparición del Mar de Aral. La sobreexplotación de los cauces que lo alimentaban, sumada a la falta de precipitaciones y el aumento de la evaporación por las temperaturas en aument,  desecaron el mar interior de 50.000 kilómetros cuadrados que era el Aral, situado entre Uzbekistán y Kazajistán, en un fenómeno que es émulo de lo que ahora ocurre con el Urmía iraní en estos momentos.



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