La cura para los oasis de Marruecos se esconde a plena vista

La cura para los oasis de Marruecos está en el pasado

La cura para los oasis de Marruecos está en el pasado

Durante el último siglo se han perdido hasta dos tercios de estos especiales ecosistemas en el país africano. Ahora las técnicas de conservación tradicionales se presentan como el mejor aliado para salvar los que quedan


Nicholas Dale
Madrid | 25 febrero, 2022


Al sur de Marruecos la imagen de pueblos abandonados salpicados de palmeras secas se ha vuelto común. Donde antes había ricos cultivos de dátiles, almendros o nogales, ahora el desierto se ha asentado, cubriendo la cada vez más escasa sombra que alguna vez protegió huertos y campos de trigo. Son los cadáveres de oasis.

No es la fotografía que se les suele asociar. La mayoría de la gente se imagina un manantial en el desierto rodeado de nómadas y sus camellos, como si fueran una refrescante anomalía natural. Pero la concepción popular esconde el inmenso esfuerzo humano que supone su existencia y, con ello, la receta para curarlos.

A los pies de la cordillera del Atlas marroquí, las aguas que surgen de las montañas, canalizadas, han dado origen a muchos de ellos desde la antigüedad, pero en el último siglo alrededor de dos tercios de los que una vez florecieron se han perdido. Las razones son variadas y acumulativas -desde la escasez hídrica, la sobreexplotación o la falta de mantenimiento-, pero terminan en un punto de no retorno: el abandono. Ahora, ante los asaltos del calentamiento global, sus sequías y la consecuente desertificación, las mejores herramientas que hay para la supervivencia de los que quedan son, precisamente, los saberes ancestrales que los originaron. 

El ecosistema del oasis, con sus diferentes niveles de cultivos. | FOTO: Alberto Loyo
El ecosistema del oasis, con sus diferentes niveles de cultivos. | FOTO: Alberto Loyo

Un paisaje creado por el ser humano

En un oasis todo se basa en el manejo de aguas. A través de su aprovechamiento y encauzamiento, desde fuentes lejanas o subterráneas, se irriga una zona, usualmente un valle con tierras fértiles, lo cual permite el comienzo de la agricultura. Este es el verdadero nacimiento de un oasis, especialmente si se tiene en cuenta que es un agro-ecosistema finamente balanceado y eminentemente productivo, explica el profesor Cherif Harrouni del Instituto Hassan II de Agronomía y Medicina Veterinaria, en Rabat.

“El oasis está dividido en tres niveles de cultivos. El superior lo componen árboles -palmeras datileras, almendros, nogales- que están dispuestos en los límites del terreno como rompevientos y además ofrecen sombra, creando así un microclima que permite el crecimiento de las capas inferiores. Una intermediaria de frutales y arbustos y, finalmente, el nivel inferior que está compuesto por cereales, vegetales y hierbas. Además, también siempre hay ganadería, lo cual cierra un ciclo en los que los animales consumen lo que los humanos no y luego abonan los cultivos. No se desperdicia nada”.

Las altas palmas datileras funcionan como un cortaviento y crean un microclima. | FOTO: Philip Reeve
Las altas palmas datileras funcionan como un cortaviento y crean un microclima. | FOTO: Philip Reeve

«Un oasis es es un agro-ecosistema finamente balanceado y eminentemente productivo», explica el profesor Cherif Harrouni 

El ciclo, además de sostener el ecosistema, también ha soportado durante siglos a comunidades enteras y sus economías. Históricamente, los habitantes han sido en su mayoría agricultores y ganaderos que se ganaban la vida vendiendo sus productos a los nómadas y caravanas de mercaderes que llegaban a los oasis.

A día de hoy casi dos millones de marroquíes siguen viviendo allí donde los oasis son las únicas áreas habitables, principalmente al sur del país. No obstante, la zona se está despoblando gradualmente desde hace décadas como parte de una migración urbana generalizada y, sin un mantenimiento constante, los sistemas que facilitaban la permanencia del microclima han dado paso a las arenas que devoran impasibles, metro a metro los antiguos oasis.

La despoblación es el paso final de un círculo vicioso de factores. Primero están las circunstancias climáticas: sequías cada vez más fuertes y un aumento constante de la temperatura, pues el norte de África es una de las zonas del mundo más susceptibles al calentamiento. Esto ha llevado, en las últimas décadas, a una sobreexplotación, usando bombas eléctricas, de los acuíferos subterráneos, lo cual los ha hecho cada vez más difíciles de alcanzar; hace 40 años se encontraba agua a unos 10 metros bajo la superficie, ahora hay que cavar hasta 40 metros para llegar a ella.

Inevitablemente, tal estrés hídrico significa una disminución de la productividad agrícola que, si ya difícilmente sostenía por encima de la pobreza a la población local, no es suficiente para mantener a la comunidad.

Un canal moderno que, igual que los khettaras, transporta agua por kilómetros. | FOTO: Edda Dupree.
Un canal moderno que, igual que los khettaras, transporta agua por kilómetros. | FOTO: Edda Dupree.

El cúmulo de golpes ha llevado a las nuevas generaciones a buscarse la vida en la ciudad o, en menor medida cuando se quedan, en el turismo. Para la salud del oasis es lo mismo. Sin manos dispuestas a cuidarlo, se lamenta el profesor Harrouni, el destino es seguro. “Es verdad que hay más sequías y la temperatura está subiendo, pero estos son ecosistemas diseñados para sobrevivir estas situaciones. No es que los oasis desaparezcan o se sequen, son abandonados”, resume el coautor de un reciente estudio sobre los riesgos que trae el cambio climático para los oasis en Marruecos.

Las técnicas ancestrales, al rescate

El estudio de los oasis, acelerado recientemente por las condiciones climáticas cada vez más adversas, ha arrojado una principal conclusión: estos ecosistemas son ricas fuentes de conocimiento tradicional acerca de la adaptación climática. Dicho de otra forma, las estrategias para la supervivencia de los oasis ya existen; son las mismas que los hicieron surgir y que los mantuvieron durante siglos. Sin embargo, el reemplazo de estas técnicas por otras más modernas -la extracción de aguas subterráneas con bombas eléctricas o de gasolina, el uso de fertilizantes químicos en lugar de animales, o la introducción de monocultivos y agricultura intensiva, entre otros- han desbalanceado el delicado ciclo de los oasis y los han vuelto insostenibles.

Mantener los khettaras y el resto de los canales de irrigación requiere atención constante. | FOTO: Magdalena Zaleska
Mantener los khettaras y el resto de los canales de irrigación requiere atención constante. | FOTO: Magdalena Zaleska

«No es que los oasis desaparezcan o se sequen, es que son abandonados”

“Tradicionalmente, hay tres maneras de movilizar aguas para abastecer un oasis”, explica el profesor Harrouni. “La más fácil es construir una represa río arriba y encauzar el agua para distribuirlo abajo. La segunda es recoger agua desde un acuífero subterráneo, aunque ya sabemos que esto puede llevar a la sobreexplotación si no se hace con sensatez. Pero el sistema más impresionante es la red de milenarios canales subterráneos llamados, en Marruecos, khettaras. Estos kilométricos túneles inclinados transportan agua desde una fuente en las montañas a las zonas fértiles y disponibles; son el origen de muchos oasis en el sur e incluso la razón de la existencia de Marrakech”.

Unos pocos de estos khettaras siguen en funcionamiento hoy, más de 2.000 años después de la construcción de los primeros. Los oasis a los que sirven son parte de la minoría que todavía presumen de un verde frondoso. Por eso se está intentando recuperarlos en otras zonas. Por ejemplo, la Agencia para el Desarrollo Agrícola de Marruecos, junto con Adaptation Fund, una ONG subsidiaria al Banco Mundial, están trabajando por restaurar khetarras en antiguas zonas de oasis.

Se espera que los sistemas renovados proveerán agua de manera sostenible, pero también que permitirán una diversificación productiva, lo cual generará, por su parte, un ecosistema más resiliente. Asimismo, el gobierno marroquí, a través de su Agencia Nacional para el Desarrollo de las Zonas de Oasis, está impulsando un programa para promover oasis sostenibles como parte de su Plan Nacional de Aguas.

En cualquier caso, en todos estos programas involucrar activamente a la población local es primordial pues, aunque la pronta recuperación de los moribundos oasis es prioritaria, el objetivo a largo plazo es su supervivencia y viabilidad. Por lo tanto, mejorando las condiciones de vida de los habitantes de los oasis a través de la adopción de sistemas tradicionales estos se convierten en actores interesados en mantenerlos.

Si todos los planes salen bien, los agricultores locales se beneficiarán de una mayor sensibilización frente al cambio climático, además de una mejor capacidad de manejo del agua. En fin, lo que los abuelos ya sabían.

La sequía castiga Marruecos en 2022

La falta de lluvias este otoño e invierno y el descenso de agua embalsada a niveles inéditos ha llevado a los expertos marroquíes a alertar sobre una de las peores sequías que afronta el país magrebí en las últimas tres décadas. Se trata de una situación «muy grave» para los agricultores que llevará a la probable pérdida de las cosechas de cereal y leguminosas, informa Efe.

El  ministro de Equipamiento y Agua, Nizar Baraka, ha alertado sobre «el gran retroceso» de los recursos hídricos embalsados, un problema que calificó de «estructural».

En los informativos de la televisión pública 2M, Baraka afirmó  que los embalses del país registran sus niveles mínimos, que no superan el 33,9 % (frente a un 62 % en 2018), mientras el nivel del pantano Al Massira (situado en la región de Casablanca), el segundo más grande del país, está a un 7 % de su capacidad.

Mientras, la suma de precipitaciones entre septiembre y enero pasado se situó en 38,8 mm, con un déficit del 53% respecto a la anterior temporada.

La situación es tal que el rey Mohamed VI, en su calidad de comendador de los creyentes (autoridad religiosa máxima del país), ordenó celebrar el pasado 4 de febrero rezos especiales en todas las mezquitas para pedir la lluvia.



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