El proyecto REMAR, apoyado por el programa Life de la Unión Europea, tiene el objetivo de recargar el acuífero del Baix Camp de Tarragona con agua tratada en la estación depuradora de aguas residuales de Cambrils



El 2022 es un año dedicado internacionalmente a las aguas subterráneas. Se celebran siete cumbres de alto nivel centradas en en la importancia de los acuíferos y los retos a los que se enfrentan en un contexto de cambio climático. De hecho, la edición de este año del Día Mundial del Agua, que se celebra el 22 de marzo, tiene como foco las aguas subterráneas, con el lema Haciendo visible lo invisible.
Si la agenda está plagada de eventos, al descender al terreno real podemos también ver iniciativas innovadoras que demuestran que es posible actuar para mejorar el estado de los acuíferos.
Es el caso del proyecto REMAR, que tiene el objetivo de recargar el acuífero del Baix Camp de Tarragona con agua tratada en la estación depuradora de aguas residuales (EDAR) de Cambrils. Una iniciativa que cuenta con el apoyo del programa LIFE de la Unión Europea y es una demostración de economía circular del agua.
Comaigua, compañía referente en la gestión del ciclo del agua y de servicios medioambientales en el Baix Camp (provincia de Tarragona), constituida por Consell Comarcal del Baix Camp y Sorea, ha iniciado la ejecución de este proyecto con la primera prueba piloto.


La comarca del Baix Camp experimenta una situación de escasez de agua desde los años 70 causada principalmente por la intrusión salina en el acuífero, originada por una extracción excesiva de aguas subterráneas. Por ello, rellenar el acuífero con aguas de calidad provenientes del tratamiento de residuales será un impulso positivo para su regeneración.
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Después de pasar todos los procesos de tratamiento para su depuración, una parte del agua tratada en la EDAR de Cambrils -400 m3/día-, se conducirá hacia dos balsas artificiales que infiltrarán el agua en el acuífero para su regeneración. Una capa reactiva, formada por materiales naturales y situada en el fondo de las dos balsas, favorecerá la eliminación de contaminantes emergentes (fármacos, productos de limpieza personal, filtros solares…), patógenos, genes resistentes a los antibióticos, microplásticos, etc.
Se realizará un análisis continuo de la calidad del agua con sensores multiparamétricos que se instalarán en diferentes partes del proceso. También se medirá la actividad enzimática para controlar la actividad de biodegradación en las capas reactivas.
Durante el proyecto se realizará un estudio para la implementación del sistema en otras zonas con unas condiciones similares. En relación al avance del proyecto REMAR, recientemente ha tenido lugar la segunda reunión presencial de seguimiento para tratar cómo avanza el proyecto.
Después de que la Unión Europea aprobara la subvención del programa LIFE para su financiación, el pasado diciembre se celebró la primera reunión presencial con los socios del proyecto. La iniciativa ha superado con éxito las dos fases de la convocatoria y ya se ha firmado el acuerdo de subvención para su ejecución durante cuatro años, hasta noviembre de 2025.
Un proyecto compartido
REMAR está liderado por Comaigua y cuenta con la participación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), la Universitat Politècnica de Catalunya (UPC), el Centro National de la Recherche Scientifique (CNRS) y Mejoras Energéticas.
Por parte de Comaigua, se llevarán a cabo unas perforaciones en el terreno donde se ubicarán las balsas para confirmar que este terreno es adecuado para realizar la infiltración del agua y para realizar un control del proceso.
También se impermeabilizarán unas estaciones de bombeo que llevan el agua residual a la depuradora para reducir la presencia de agua de mar en el agua que se tratará en la depuradora y que, una vez tratada, se utilizará para recargar el acuífero. Por último, Comaigua también se encarga de la construcción de las dos balsas artificiales que infiltrarán el agua en el acuífero para su regeneración.


La UPC lleva a cabo la caracterización hidrogeológica, que consiste en determinar cómo se mueve el agua dentro del acuífero para saber hacia dónde irá el agua que se recargará. Con estas direcciones, se podrán determinar los puntos para controlar la calidad del agua. La UPC también determinará la velocidad con la que el agua infiltrada se moverá dentro del acuífero, por dónde irá más rápido y dónde irá más lento.
El CNRS se encarga de realizar experimentos para determinar el diseño de la capa reactiva que se instalará en el fondo de las dos balsas.
El CSIC analizará, antes de empezar el proceso de infiltración del agua en el acuífero, la calidad del agua tratada en la depuradora y del agua del acuífero, en la que se estudiará el contenido de contaminantes emergentes y microplásticos. También monitorizarán los contaminantes en el agua durante la recarga y la capa reactiva una vez finalizada la recarga al final del proyecto.
Por último, Mejoras Energéticas aporta la instrumentación necesaria y la experiencia para medir y controlar los parámetros del proceso.
Un acuífero es la capa o capas subterráneas de rocas y otros sedimentos que tienen «la suficiente porosidad y permeabilidad» para permitir un flujo abundante de aguas subterráneas, explica el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico.
La sobreexplotación de un acuífero se produce cuando la extracción de agua del subsuelo se realiza a un ritmo superior al de la infiltración o recarga natural. Esto implica el consumo progresivo del agua que se encontraba almacenada en el terreno y acarrea consecuencias negativas, como un encarecimiento de la producción, conflictos por los recursos menguantes y una degradación de la calidad del agua.
