Para tener un impacto ambiental realmente importante, hay que tener ambición. Shane Mc Guinness, un biólogo de conservación irlandés con vasta experiencia, aprendió esa máxima viendo demasiados proyectos ambientales cumplir su ciclo estipulado y morir en el olvido. Por eso cuando, en el verano de 2020, estaba pensando en su siguiente proyecto, su preocupación mayor era el legado continuado de cualquier iniciativa que empezase. El trabajo para sacarlo adelante -conseguir socios y financiación, básicamente- ha sido arduo, pero ha dado frutos.
Desde diciembre del año pasado entró en marcha oficialmente el proyecto WaterLANDS, financiado por la UE, el cual tiene como objetivo principal sentar las bases para la protección y restauración de los humedales europeos a largo plazo poniendo a trabajar en conjunto inicialmente a 32 organizaciones en 14 países. Por parte española, participa la Estación Biológica de Doñana-CSIC.
Hasta ahora, esta perspectiva a futuro ha sido poco común para iniciativas de conservación, que suelen enfocarse en un lugar puntual durante un periodo determinado y, por lo tanto, no tienen la capacidad de ser extrapolables y transferidas a otros contextos. Ahí es donde WaterLANDS es diferente. “Proporcionará un modelo de trabajo transfronterizo y a una escala mucho mayor. No sólo en lo que respecta a compartir conocimiento y experiencia, sino también en la movilización de financiación importante”, asegura Mc Guinness, coordinador adjunto del proyecto.


Tras demostrar cómo se puede gestionar la conservación de humedales en una variedad de contextos naturales, sociales o políticos, la idea es que la red de WaterLANDS pueda abordar, o ser abordada por un fondo que quiera financiar la restauración de humedales en toda Europa con confianza de que habrá resultados importantes. “Estamos hablando de fondos masivos, no de millones, sino de miles de millones. Esas son las cifras a las que debemos apuntar si queremos cumplir realmente nuestras ambiciones en materia de clima y biodiversidad”, apunta el investigador de la University College Dublín, hogar principal del proyecto.
La decisión de enfocarse específicamente en estos ecosistemas, de los cuales hay decenas de tipos distintos, no es aleatoria. “Lo primero que viene a la cabeza cuando se habla de restauración de ecosistemas son bosques o praderas nativas. Pero ese tipo de proyectos impactan enormemente en la productividad agrícola porque la tierra es un bien muy escaso, especialmente en Europa. Por el contrario, los humedales ya son áreas marginalizadas, no son usadas para la agricultura intensiva. Esto, junto con sus funciones ambientales, los convirtió para nosotros en los ecosistemas más lógicos en los que trabajar”, afirma Mc Guinness.


El potencial es inmenso. Los humedales retienen y purifican agua, retiran contaminantes y nutrientes excesivos, guardan carbono del ambiente, protegen contra inundaciones, sostienen una inmensa variedad de vida salvaje, y pueden ofrecer recreación, bienestar y beneficios económicos a las comunidades cercanas. En ese sentido, WaterLANDS apunta no solo a su restauración biológica tras décadas y siglos de mala gestión, sino también a generar nuevas oportunidades económicas sostenibles a partir de estos ecosistemas.
Para ello cuenta con un presupuesto de 23 millones de euros, que aunque es grande, es mucho menor a lo que aspiran que se pueda movilizar en el futuro. Es lógico. Ahora están en la etapa de desarrollo de una red y sistema, amparados por la UE bajo su programa de investigación e innovación para el cambio climático, Horizon. De aquí a 2026, cuando se acaba la financiación europea, se llevará a cabo la restauración práctica de humedales específicos, cubriendo inicialmente 10.500 hectáreas, y se crearán modelos de mejores prácticas que puedan aplicarse a la restauración de humedales en otros lugares.
Además, al colaborar con las comunidades locales, los responsables políticos y otras partes interesadas, el proyecto garantizará, crucialmente, que la restauración de los humedales no sólo se traduzca en beneficios medioambientales, sino también beneficios sociales y económicos para las comunidades implicadas. En última instancia, esto se traduce en la identificación de propuestas viables de inversión para los humedales.


Un balance entre acción y conocimiento
Para llegar a este punto hay mucho camino por recorrer, pero WaterLANDS tiene una detallada ruta trazada. Dentro del proyecto hay una serie de áreas de trabajo transversales que se relacionan entre si de distintas maneras.
En primera instancia, para crear los modelos de mejores prácticas: se lleva a cabo una recopilación de información sobre el estado de los humedales seleccionados para cómo manejarlos; se facilita la participación de las comunidades y los principales interesados en las zonas, para fomentar la aceptación social de las soluciones a través del codiseño de las mismas; se identifican y desarrollan marcos de política y gobernanza adecuados para el éxito de la restauración ecológica a gran escala; y finalmente, se desarrollan y prueban mecanismos de financiación sostenible.


Estas acciones se están haciendo de manera simultánea en los 15 Sitios de Conocimiento (Knowledge Sites) que han sido seleccionados para el proyecto. Estos son ejemplos donde ya se ha logrado una restauración exitosa, bien sea en términos de compromiso público, mecanismos de gobernanza, incentivos financieros o restauración física de hábitats y ecosistemas. A partir de este trabajo, rápidamente se hermanarán con Sitios de Acción (Action Sites) –humedales degradados seleccionados por su variedad y su ubicación esparcida a lo largo y ancho del continente europeo- de características similares para facilitar el intercambio de ideas, estrategias y recursos.
Es allí donde WaterLANDS centrará sus esfuerzos de restauración física y actividades asociadas, aunque en los Sitios de Conocimiento también apoyará las iniciativas que ya estén en marcha. Por el momento se han establecido relaciones con las comunidades, ONG locales, organismos públicos y autoridades de los diferentes sitios para empezar a diseñar en conjunto las estrategias específicas para cada contexto. Por su parte, WaterLANDS proporcionará soluciones financieras y recursos a medida. Así, serán estos Sitios de Acción los que funcionarán como ejemplos de mejores prácticas de restauración, demostrando cómo se puede lograr la ampliación a nivel regional y nacional.


Una carrera de fondo
Si bien ya han empezado a rodar en todos los Sitios de Conocimiento y de Acción, el plan es avanzar con cautela y siempre de la mano de las comunidades y otros socios implicados, antes de poner botas sobre el terreno.
Lo primordial es que cualquier iniciativa sea consensuada y tenga una financiación robusta. Esto último, asegura Mc Guinness, es la clave para el éxito de la conservación a largo plazo. “La realidad es que el dinero importa. Yo veo mi trabajo como identificar qué se gasta en biodiversidad y conservación, de dónde puede salir financiación nueva y cómo la podemos movilizar y que sea más eficiente”. Es un papel que ha asumido después de muchos años en el sector, viendo cómo los proyectos se desmoronan, sin falta, cuando el dinero se acaba.
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Esto es particularmente importante cuando se aplica a los humedales, que requieren mucho tiempo para cumplir todo el potencial que tienen. Mientras que plantar un bosque es una tarea sencilla y da resultados rápidos -empieza a retener carbono de manera inmediata-, tiene un límite relativamente pequeño como sumidero de carbono. En cambio, un humedal restaurado, aunque varía ligeramente entre diversos tipos, inicialmente retiene poco carbono, pero lentamente suma y suma, hasta ser capaz de contener muchas veces más por m2 que cualquier otro ecosistema en el mundo.
“Tengo una analogía”, explica Mc Guinness, “Plantar un bosque es como llenar un lavabo de agua, se llena rápido, pero cabe poco. Restaurar un humedal es como llenar una bañera, pero gota a gota. Requiere mucha más paciencia, pero el beneficio es mucho mayor”. WaterLANDS aspira a producir una hoja de ruta para que esa bañera no se agriete a medio camino y se pueda llenar con todas las garantías.
El Gobierno de España eligió la celebración del Día Mundial de Humedales el pasado 2 de febrero de 2022 para anunciar la puesta en marcha del Plan Estratégico de Humedales 2022-2030 para «impulsar la conservación y recuperación de estos ecosistemas clave».
“Los humedales son especialmente valiosos en un país tan árido como es España, en el que los aproximadamente 2.000 humedales existentes albergan una biodiversidad extraordinaria y cumplen muy destacados servicios ecosistémicos”, ha declarado la vicepresidenta y ministra para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, Teresa Ribera.
La ministra recordaba que según los datos del Inventario Español de Zonas Húmedas, la mitad de los humedales españoles se encuentran conservados o bien conservados y la otra mitad (48,8%) están alterados o muy alterados. Además, desde principios del siglo XIX ha desaparecido al menos el 60% de la superficie húmeda original de España.
A partir de este análisis de la situación actual, el nuevo Plan Estratégico fija los objetivos y medidas concretas que deben aplicarse en estos ecosistemas para lograr que en el año 2030 se haya avanzado de forma significativa en la defensa y recuperación de las zonas húmedas de nuestro país.
El Plan Estratégico incluye medidas para mejorar el conocimiento sobre nuestros humedales a fin de que en 2030 todos estén incluidos en el Inventario Español de Zonas Húmedas y que ningún humedal protegido se encuentre en un estado de conservación desconocido. Por otro lado, y para reforzar la protección y gestión de estos espacios, el Plan se marca como objetivos conseguir que ningún humedal protegido haya empeorado su estado de conservación para 2030 y que al menos el 50% haya experimentado mejora. Del mismo modo, se espera que a lo largo de esta década se implanten medidas para la conservación y restauración de las especies y los hábitats de zonas húmedas.
Otra de las prioridades del plan es revertir el estado de degradación de algunos enclaves significativos como la laguna de La Janda (Cádiz), la laguna de Antela (Ourense) o el Mar de Campos (Palencia). En palabras de la vicepresidenta: “Debemos iniciar antes de 2030 la restauración de los principales humedales que se han perdido en el pasado reciente y alcanzar en este período la recuperación de, al menos 20.000 hectáreas de zonas húmedas”.
Además, para impedir que continúe el deterioro de estos espacios se elaborarán y aprobarán para 2025 estrategias de gestión y control de las especies exóticas invasoras que afectan a los humedales españoles.
