El 95% de las aguas de baño españolas son excelentes o buenas - EL ÁGORA DIARIO

El 95% de las aguas de baño españolas son excelentes o buenas

El informe anual sobre las aguas de baño de la Agencia Europea de Medio Ambiente (AEMA) refleja que las zonas de baño españolas gozan de una calidad excelente, seis puntos por encima de la media europea


El 95,3% de las 2.239 zonas de baño españolas (marinas y fluviales) tienen una calidad del agua excelente (88,5%) o buena (6,8%), según el informe anual presentado por la Agencia Europea de Medio Ambiente (AEMA). Los números son similares a los del año pasado, aunque el número de playas con agua de calidad pobre se redujo del 1,7 al 0,8%, una cifra que se explica en parte por el aumento en un punto del porcentaje de zonas de baño no clasificadas (2,1%), debido a las restricciones aplicadas por la pandemia de coronavirus.

Los datos de España, en los que las aguas con una calidad excelente suben una décima, se sitúan casi seis puntos por encima de media de Unión Europea. Chipre (100%), Austria (97,7 %) y Grecia (97,1 %) son los que presentan un porcentaje más alto de calidad máxima, con España en décima posición.

El informe, que monitorizó 22.276 zonas de baño en 2020, señala que el 93% de los arenales europeos cumplen con los estándares mínimos exigidos y que en los últimos seis años el porcentaje de zonas de baño de la calidad más alta se ha mantenido estable en el 85-87 %, para las marinas, y del 77-81 % para las fluviales.

La calidad de las aguas de baño ha mejorado enormemente en los últimos 40 años, gracias, entre otras cosas, a la Directiva de la UE relativa a las aguas de baño. El control y la gestión eficaces aplicados en virtud de la Directiva, junto con otros actos legislativos de la UE en materia de medio ambiente, como la Directiva sobre el tratamiento de las aguas residuales urbanas (1991), han dado lugar a una reducción drástica de las aguas residuales industriales y municipales no tratadas o tratadas parcialmente que se vierten en las aguas de baño. Como consecuencia de ello, un número creciente de zonas ha sido testigo de una reducción de la contaminación, lo que ha provocado una mejora considerable de la calidad del agua.

La revisión en curso de la Directiva sobre el tratamiento de las aguas residuales urbanas está evaluando cómo pueden adoptarse medidas más adecuadas en toda la UE para hacer frente de forma coherente a los desbordamientos de aguas residuales, en particular a la luz de los efectos del cambio climático.

La legislación determina si la calidad de las aguas de baño puede calificarse como «excelente», «buena», «suficiente» o «insuficiente» en función de los niveles de bacterias fecales detectadas. Si la calidad de las aguas se clasifica como «insuficiente», los Estados miembros deben realizar ciertas actuaciones, como prohibir el baño o publicar un aviso aconsejando no bañarse, facilitar información al público y tomar las medidas correctoras adecuadas.

En 2020, 296 zonas de baño europeas, es decir, un 1,3%, eran de mala calidad. Aunque el porcentaje de zonas de mala calidad ha disminuido ligeramente desde 2013, persisten los problemas, especialmente a la hora de evaluar las fuentes de contaminación y de implantar medidas integradas de gestión del agua. En las zonas de baño en las que es difícil hallar el origen o las causas de la contaminación, es necesario realizar estudios especiales sobre las fuentes de contaminación.

La AEMA resalta que el número de zonas no clasificadas casi se duplicó hasta el 6%, lo que se debe a las restricciones de la pandemia, que en los casos de Reino Unido y Polonia supuso cerca del 70% del total.

Eso explica que estos dos países presenten el menor número de arenales con la máxima calidad de agua (17,2 y 22,1%, respectivamente), seguidos por Eslovaquia (56,3%) y por Bulgaria (60,4%).

Como parte del Plan de acción ‘contaminación cero’ y en consonancia con la Estrategia sobre biodiversidad, la Comisión ha iniciado recientemente una revisión de la Directiva sobre las aguas de baño. El objetivo es evaluar si las normas actuales siguen siendo adecuadas para proteger la salud pública y aumentar la calidad del agua o si es necesario mejorar el marco existente, en particular abordando nuevos parámetros.



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