Aguas regeneradas en España: una oportunidad de oro

Aguas regeneradas en España: una oportunidad de oro

Aunque España es uno de los campeones mundiales en cuanto a volumen de reutilización de aguas residuales regeneradas, el potencial es muchísimo mayor que el actual. Hablamos con Javier Santos, director de Tratamientos de Agua y Economía Circular en Agbar, sobre el presente y futuro de las aguas regeneradas


La sequía está a punto de convertirse en la próxima pandemia y no existe una vacuna para curarla. Así de contundente es Naciones Unidas a la hora de hablar de este fenómeno meteorológico que, exacerbado por el cambio climático, amenaza ecosistemas, tierras de cultivo y asentamientos humanos, con previsiones pesimistas de futuro que podrían ser especialmente graves para la península ibérica. De hecho, un estudio reciente apunta que la segunda región más afectada por la crisis climática es el Mediterráneo y hay investigaciones que calculan que la probabilidad de sufrir una sequía severa en verano en España será del 96% en las próximas décadas.

Ante esta situación, la apuesta por la economía circular del agua y la reutilización de aguas residuales depuradas aparece como una solución indispensable, ya que hablamos de un suministro confiable que además es bastante independiente de la sequía estacional y la variabilidad climática, por lo que es capaz de cubrir los picos de demanda de agua. En este sentido, es cierto que España es ya por derecho un ejemplo a nivel mundial en aguas regeneradas por volumen, pero en realidad si miramos el cuadro completo, vemos que el aprovechamiento tampoco es tan grande. De los 4.066 hectómetros cúbicos (hm3) que se depuran al año (lo que se traduce en 1.350.000 piscinas olímpicas y 245 litros de agua depurada por habitantes y día), solo se han reutilizado en España 289 hm3, es decir, un 7,1% del agua depurada.

¿Cómo puede ser que de toda esa cantidad de agua depurada que podríamos recuperar, regeneramos solo ese 7%? “Ese es uno de los principales problemas endémicos que tenemos a nivel hídrico, pero no solo en España. De hecho, casi me aventuraría a decir que en España seríamos ejemplo a nivel mundial. Por tanto, ese es el gran problema que tenemos a nivel global: no regeneramos ni de lejos la suficiente agua”, explica Javier Santos director de Tratamientos de Agua y Economía Circular en Agbar y uno de los mayores expertos en España en aguas regeneradas. De hecho, esta empresa es considerada líder en este sector, gracias a los 65 hm3 que regenera para uso agrícola en 35 instalaciones en España.

Sequía en Valencia del Ventoso (Badajoz).

“Si tenemos en cuenta que el uso agrícola es el 50% del agua regenerada, eso significa que en total estamos recuperando un total de 130/140 hm3 de los 289 que se regeneran en total por parte de todas las compañías en España, públicas o privadas. Casi la mitad del agua regenerada la servimos desde Agbar”, puntualiza Santos, que añade además, el concepto de transición hídrica, o cómo a medio plazo los usos de agua regenerada tomarán más relevancia en otros ámbitos al margen del agrícola, para abastecer de agua de proceso a la industria, para ampliar las infraestructuras verdes de nuestras ciudades garantizando la sostenibilidad de las mismas, para generación de energía renovable, recarga de acuíferos, baldeo de calles…

En cualquier caso, hablamos de un reparto muy heterogéneo, que se corresponde en gran medida con el diferente estrés hídrico de las diferentes regiones españolas. Casi toda la regeneración de aguas se concentra en el Levante y el sur, con Comunidad Valenciana, Andalucía y Murcia liderando los esfuerzos, aunque también hay desarrollos importantes en Cataluña y Canarias. Sin embargo, en toda la zona centro y norte de la península no se reutiliza una sola gota, a pesar de que el cambio climático también afectará a estas zonas y el estrés hídrico podría aumentar, especialmente en la meseta. “Somos unos convencidos de que se tiene que regenerar mucho más de este 7% del agua total depurada”, asegura Santos.

Superar el cortoplacismo

Si el cambio climático y el estrés hídrico que conlleva son una amenaza que en muchos casos ya se está materializando en el Mediterráneo y existe tanto la capacidad tecnológica como la disposición empresarial para responder impulsando la reutilización de aguas regeneradas, ¿por qué no se apuesta más por esta solución? “En muchos sitios no se hace por un tema económico cortoplacista: se ve el pequeño sobrecoste que supone regenerar un agua depurada, pero no se tiene en cuenta sus enormes beneficios potenciales”, explica Santos, que señala, sin embargo, que regenerar 1.000 litros de agua ya depurada solo cuesta entre diez y quince céntimos, una cifra que palidece en comparación con los daños económicos que supone una sequía prolongada para un territorio.

“Si no se regenera, desde luego no es por un tema tecnológico: hay suficiente tecnología para regenerar el agua, transformarla prácticamente en lo que queramos y con la calidad que queramos. Somos capaces de generar agua a la carta. Si un agricultor o una industria quiere una determinada calidad, se puede suministrar sin problema. Podemos incluso producir agua molecular, H20 puro”, relata Santos, que apunta a un problema en parte de reglamentación, pero sobre todo de falta de consenso político a nivel estatal. “Hace falta ponerse de acuerdo y consensuar entre todos los actores una renovación del panorama actual, una actualización de la reglamentación que permita que administraciones y empresas privadas tengamos claras las reglas del juego”, asegura este experto en reutilización.

Esto puede cambiar gracias a Europa. En mayo de 2020, el Parlamento Europeo aprobó una nueva normativa que por primera vez exige unos requisitos mínimos a nivel comunitario para todo el agua regenerada, lo que en teoría permitirá multiplicar por seis los volúmenes actuales y reutilizar hasta 6.600 millones de metros cúbicos de agua. Además, aunque no entrará en vigor hasta 2023, contiene un punto clave: por primera vez se habla de la gestión de riesgos en las aguas regeneradas.

aguas regeneradas
Las aguas regeneradas deben servir como punta de lanza de las políticas hídricas en los próximos años.

La introducción de estos planes, que son básicos en el agua de consumo humano al establecer un control preventivo que permite a los operadores adelantarse a cualquier problema en sus instalaciones y garantizar que lo que sale del grifo cumpla con los más altos estándares, permitirá que en las depuradoras se haga una gestión de riesgos similar. “Con las nuevas normas, se gestionará desde el momento que entra el agua en la depuradora todos los riesgos asociados, es decir, se hará un control preventivo que garantice siempre la calidad del agua regenerada, en todo momento”, explica Santos.

Este gran avance a nivel europeo ya se está de hecho produciendo en España. “En 2017, desde Agbar lanzamos el primer plan de gestión de riesgos del agua regenerada en una depuradora a gran escala a nivel mundial, tres años antes de que Europa siquiera plantease este reglamento” apunta Santos, que detalla que la novedad se introdujo primero en la depuradora de Gavá y luego en la de El Prat (Barcelona), en 2018, convirtiendo ambas en “instalaciones pioneras en todo el mundo”.

Experiencia contrastada

La experiencia del grupo Agbar en materia de aguas regeneradas no se acaba ni mucho menos aquí. En la Estación de Regeneración de Aguas de El Prat tienen una capacidad de tratamiento de más de 300.000 m3 cúbicos al día, lo que equivale al volumen de más de 100 piscinas olímpicas. Sin embargo, de esas aguas regeneradas potenciales solo se producen en realidad 60.000 m3 cúbicos en un año, una cifra que según apunta Santos en el contexto actual no es pequeña, pero sí difícil de comprender.

“En un año producimos menos de lo que podríamos conseguir en un día, es totalmente ineficiente”, lamenta, recordando además que el modelo actual responde a una visión cortoplacista que no tiene en cuenta los efectos futuros del cambio climático. “Si cuando no tengo sequía sobreexploto el acuífero o los recursos disponibles, en próximos años cuando haya una sequía extrema habré explotado el acuífero y no tendré recursos suficientes para potabilizar”, apunta.

En este sentido, Santos añade que ya ha habido experiencias en España que demuestran que, con acuerdos y colaboración, se pueden lograr auténticos hitos en materia de regeneración. En el verano 2019, durante tres meses, Agbar estuvo suministrando en Barcelona agua regenerada como uso pre-potable, bombeando en total más de 150.000 m3 al río Llobregat. “Durante casi tres meses, enviamos un agua de excelente calidad y de caudal al río Llobregat varios kilómetros aguas arriba de la potabilizadora de Barcelona, mientras simulábamos un episodio de sequía extrema. De hecho, la potabilizadora cogía mezcladas la misma proporción de agua de río y regenerada”, explica. Un avance clave que, además de demostrar la capacidad de Agbar para poner en serie una depuradora, una regeneradora y una potabilizadora para agua para consumo humano, mejoró el estado del propio río.

Nacimiento del río Llobregat en Castellar de N’Hug. | Foto: Alberto Zamorano

“Fue una campaña que fue un éxito. Y una parte de este éxito fue conseguir sentarnos todos los agentes involucrados (Agbar, ACA, AMB y Sanidad) para llevar a cabo esta campaña tan interesante y productiva, que acababa en el grifo de consumo humano», recuerda Santos, que considera sin embargo que es “una pena” que no se haya seguido avanzando por este camino. “España ha de abanderar a nivel mundial todo este cambio de paradigma: aumentar los usos, aumentar la calidad, el control de vertidos y el uso del agua para consumo pre-potable. Es algo que ya estamos haciendo, como demuestran las depuradoras de Gavà y El Prat o la campaña de Barcelona en 2019”, apunta.

También hay otros muchos casos de éxito en España en el que con una buena relación público-privada, se consiguen importantes hitos medioambientales, como por ejemplo la doble red de agua regenerada (50 Km de red) de la ciudad de Alicante, que permite abastecer a más puntos verdes y garantizando el 100% del uso de la misma.

Eso sí, para ello, habrá que acabar con el cortoplacismo político y también vencer las reticencias de cierta parte de la población. ¿Cómo cambiar el chip de la ciudadanía, reticente psicológicamente a aceptar este tipo de aguas? “Lo que hay que explicar es que ya lo estamos haciendo de facto, no nos engañemos. El 70% del agua que se capta en las potabilizadoras viene de recursos superficiales, de ríos básicamente. Ríos que aguas arriba con ciudades y pueblos con depuradoras que vierten a ese río. Ya de facto estamos bebiendo un agua depurada que ha sido vertida a un río y luego captada por una potabilizadora, pero lo que hay que hacer es industrializar, aumentar la disponibilidad de este recurso”, concluye Santos.



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