Las aguas subterráneas chilenas, un secreto por revelar - EL ÁGORA DIARIO

Las aguas subterráneas chilenas, un secreto por revelar

Desde hace un tiempo está aumentando el interés por las aguas subterráneas chilenas. Sin embargo, muy poco se sabe de ellas realmente, lo que abre un mundo de posibilidades para estudiarlas y saber cuál es su real estado, en un momento en que Chile enfrenta una crisis hídrica y sequía hace ya una década.


Chile es uno de los países con mayor extensión de costas a nivel mundial y, desde pequeños, aprendemos a mirar siempre hacia el océano Pacífico, buscando el mar, siguiendo los cursos de agua que ahí desembocan y que nos permiten realizar una infinidad de tareas, ya sean productivas, económicas o recreativas.

Pero hay algo que nunca nos han enseñado y que es mirar hacia abajo, a las aguas que se mueven y avanzan debajo de nuestros pies y que están ahí desde mucho antes de que nosotros llegáramos a este mundo. Son las aguas subterráneas, que a lo largo del país forman un mapa invisible que se instala como un recurso mayoritariamente desconocido para quienes habitamos sobre ellas, pero que son de un valor incalculable para la vida y su desarrollo.

Sobre esta agua subterránea, definida como aquella que se encuentra bajo la superficie terrestre y que ocupa los poros y las fisuras de las rocas más sólidas, sabemos su existencia, quizás en menor medida sus usos, pero desconocemos lo vital: ¿cómo han llegado ahí; cuál es su composición; su calidad; qué usos les damos; están en peligro también debido a la crisis hídrica que vive Chile o aún es abundante y no hay riesgo sobre ellas?

Quizás informándonos sobre todo esto comencemos a mirarlas con detención, pues se trata de un recurso que no es infinito, y que según sus investigadores sí está en peligro. Se trata, entonces, de un elemento lleno de posibilidades para seguir descubriendo y aprendiendo, por lo que poner ahí la atención se vuelve urgente.

Las Aguas Subterráneas de Chile

Según el International Groundwater Resources Assessment Centre (IGRAC) de la UNESCO, el agua subterránea es la fuente más abundante de agua dulce terrestre, alcanzando un 97% del agua dulce no congelada. Además, corresponde al 30,28% de la reserva global física disponible de agua, mientras que las aguas superficiales solo representan el 0.31% de estas reservas (lagos, lagunas, ríos, arroyos, represas, entre otros). El mismo organismo indica que, al menos la mitad de la población mundial depende del agua subterránea, la cual se distribuye para uso doméstico (22%), irrigación y ganadería (67%) e industria y minería (11%).

En Chile, por su parte, sobre las aguas subterráneas no hay información detallada y suficiente que nos muestre el panorama actual ni conocimiento total de cuál es la legislación que las gestiona, y tampoco son parte del trabajo de los gestores de aguas, aun cuando integran un ciclo hidrológico único, estrechamente interrelacionadas con las aguas superficiales.

Linda Daniele, Doctora en Hidrogeología de la Universidad de Almería en España, académica, investigadora y experta en aguas subterráneas del Departamento de Geología de la Universidad de Chile
Linda Daniele, Doctora en Hidrogeología.

Linda Daniele, Doctora en Hidrogeología de la Universidad de Almería en España, académica, investigadora y experta en aguas subterráneas del Departamento de Geología de la Universidad de Chile, nos explica que “si se miran los mapas hidrogeológicos de Chile la cordillera está marcada casi como impermeable, lo que en realidad es así si la roca no estuviera tan fracturada, pero Chile es un país geológicamente activo, relacionado con el levantamiento de la cordillera, que provoca una rotura de estas rocas, permitiendo una circulación en profundidad que, sorprendentemente, no se ha estudiado hasta ahora en detalle”.

Pero esto podría quedar atrás, debido a que “ha cambiado la percepción de seguridad hídrica asociada a las aguas superficiales, ya que todos pueden constatar que los ríos llevan un caudal menor, que arroyos permanentes ahora no lo son, que ya no llueve como antes, y normalmente en estos contextos las aguas subterráneas se convierten en un valor seguro. Qué hago si no tengo agua, cuál es la alternativa, y explorar el agua subterránea se convierte en un interés tanto de particulares, de asociaciones gremiales, de regantes, para asegurar su medio de vida que pasa por asegurar la disponibilidad de agua”, explica la experta en aguas subterráneas.

Es ella quien usa la frase “agua invisible”, para referirse al agua subterránea, la cual está en peligro tanto como las aguas superficiales, y esto “porque por alguna razón algunos creen que es un reservorio infinito y no lo es. No solo no lo es, sino que depende, como las aguas superficiales, de lo que ocurre arriba”, enfatiza la investigadora.

Aclarando, además, que “estas aguas, en sus recorridos, pueden tardar un tiempo que es bastante mayor al número de años de la vida media de una persona, es decir que es probable que las ciudades o las comunidades que se abastecen hoy de aguas subterráneas, están usando un agua que entró en el sistema bastante antes de que nacieran nuestros padres o nuestros abuelos, y esa es una realidad con la que se deberían abordar también los planes de gestión”.

Se trata, en el fondo, de tener a mano la mayor cantidad de información actualizada sobre las aguas subterráneas y los acuíferos que la hospedan, para poder decidir las formas en que vamos a relacionarnos con ellas. Lo “primero es ver dónde efectivamente esta agua entra cuando ocurre un evento de lluvia o de nieve, o si hay un derretimiento de un glaciar; qué ocurre con esa agua, cómo se distribuye entre la superficie y el subsuelo, para tener idea, por ejemplo, de cómo gestionar el territorio”, indica la experta.

Y pone como ejemplo el trabajo realizado con su equipo en la montaña de la zona del Aconcagua, en la quinta región de Chile, donde gracias a la información obtenida descubrieron que, de manera preferente, la signatura isotópica (huella digital del agua) indica que la lluvia más eficiente para las aguas subterráneas es la que cae entre 1800 a 2200 metros. “Entonces yo puedo decidir dejar esta franja como natural, no la intervengo, no construyo, no modifico esta parte del territorio, para qué, para permitir precisamente la entrada de agua a mis acuíferos”, explica la doctora Daniele.

Aguas subterráneas de Chile

Pero la crisis hídrica no es el único suceso que modifica la disposición de las aguas subterráneas, la cual es evidente, desde hace algunos años, en comunidades rurales o sectores del mundo agrícola, donde han visto cómo el cambio en las napas subterráneas, que hasta hace una década les entregaban agua desde sus pozos a pocos metros de profundidad, hoy lo hacen desde mayores profundidades.

Hay otros riesgos que enfrentan estas aguas a nivel mundial y que corresponden a diversas formas de contaminación que llegan al subsuelo, principalmente por infiltración desde la superficie, aunque en períodos de tiempo mucho más espaciados en comparación a las aguas superficiales. Esta información ha sido entregada por investigadores de diversos lugares del mundo, lo cual según la académica de la Universidad de Chile, da cuenta de la fuerte intervención antrópica en el ciclo del agua que aporta contaminantes dañinos para la salud humana y para toda la cadena alimenticia.

Por ejemplo, estos informes revelan que, en zonas agrícolas, debido al uso de fertilizantes como estiércol o purine para fertilizar los suelos, se pueden generar problemas de calidad. Aunque ya existen problemas más complejos aún, como es la presencia de plásticos, microplásticos y nanoplástico que han sido detectados en aguas de lluvia en lugares remotos. “Si llueve con microplástico en Nepal, porqué no podría llover así en Los Alpes, en la Cordillera de Los Andes en Chile, ahí hay unos cambios radicales en cuanto a calidad, que obviamente no son aún recogidos en ninguna legislación”, expone la académica, poniendo una alarma.

Otra categoría de contaminantes de estas aguas son los llamados productos emergentes, como lavalozas o champú, es decir “problemas modernos del agua, donde hay diferentes dificultades, desde técnicas de detección a los costos analíticos, hay muchos compuestos en el medioambiente que todavía no se han detectado. El problema no tiene fácil solución, pero por lo menos sabemos algo más, comparado a hace algunas décadas”, explica la hidrogeóloga.

Linda Daniele, Doctora en Hidrogeología de la Universidad de Almería en España, académica, investigadora y experta en aguas subterráneas del Departamento de Geología de la Universidad de Chile
Linda Daniele, Doctora en Hidrogeología, académica, investigadora del Departamento de Geología de la Universidad de Chile, en un trabajo de campo.

Pero, además, en el caso de Chile, con una geología variada y particular, principalmente volcánica, se dan problemas de calidad también por procesos naturales. “Por ejemplo, todo el problema del arsénico en el norte, donde una parte claramente es de origen natural, no sabría decirte cuánto, son valores elevados asociados a la litología con la que interactúa el agua desde el momento que cae y se infiltra. Entonces hay problemas de arsénico en aguas superficiales, en aguas subterráneas y eso se traduce en problemas a la hora de abastecerse, de cultivar, y se complica todo el proceso de potabilización”, explica la doctora.

Grandes desafíos para las aguas de Chile

Asegurar el agua para un territorio tan diverso como Chile es esencial y requiere de muchos esfuerzos, no solo administrativos, sino también avances en cuanto al conocimiento de los procesos y dinámicas de las aguas en su conjunto, “sobre todo porque esta diversidad territorial, tiene que hacernos reflexionar sobre cuáles son las mejores soluciones para cada uno de los territorios que tenemos, y probablemente una solución única no nos sirve”, explica Daniele.

Además, agrega que son varios los desafíos que se presentan en este campo, entre ellos “cómo nos enfrentamos a la variabilidad que estamos viviendo, pues no es algo que venga, el futuro ya está aquí, ya estamos viviendo el cambio climático, hidroeventos extremos como aluviones y sequías, que están afectando la vida de muchos chilenos”.

Laguna Torca completamente seca (Maule, Chile). | Foto: Claudia Bosch

Otro punto relevante se relaciona con la gestión sustentable de los acuíferos, materia que está siendo desarrollada en el nuevo Código de Aguas del cual habló en ICARE, hace algunas semanas, el Ministro de Obras Públicas de Chile, Alfredo Moreno, quien explicó que “no podemos entregar más derechos de agua cerrando los ojos y sabiendo que si sacamos más agua de ese lugar, se irá acabando y las actividades que ahí se desarrollan se verán afectadas”.

Por ello, este 2021 se alcanzarán 189 acuíferos, de 375 existentes en el país, con limitación al otorgamiento de nuevos derechos de aguas subterráneas, con el objetivo de cuidarlos y de “conocerlos, obtener información y actuar sobre ellos, de manera que no solo entreguen agua, sino se preserven”, expuso Moreno.

Por último, la hidrogeóloga de la Universidad de Chile, indica que se debiera también establecer un estudio y observación continua de los acuíferos, que permita conocer su funcionamiento y la forma en que se comportan a través del tiempo. Lo cual se relaciona directamente con la necesaria formación de profesionales expertos en temas de hidrogeología, los cuales, según la investigadora y académica, permitirán mantener un ciclo de información nueva y constante.

Se trata, en definitiva, de un momento crucial para poner los ojos en las aguas subterráneas y de profundizar la mirada sobre un recurso vital, que por décadas hemos obviado y que hoy se convierte no solo en una opción cierta de acceder a aguas poco exploradas, pero también de reencontrarnos de mejor forma con un elemento que nos permite seguir estudiándolo, aprendiendo de él y evolucionando en conjunto.


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