Una investigación que ha estudiado la situación de 39 millones de pozos de aguas subterráneas señala que el 20% de estas infraestructuras corren el riesgo de secarse debido a la sobreexplotación y a los cambios en el nivel freático



Las aguas subterráneas representan la principal fuente de abastecimiento para casi la mitad de la población de la Tierra, sin embargo, una gran parte de ellas corre el riesgo de secarse casi de forma inmediata, según un estudio publicado en la revista científica Science.
Según exponen los autores, que han dedicado más de cinco años a recopilar 39 millones de registros de pozos, en más de 100 bases de datos de 40 países, entre el 6 % y el 20 % de los pozos estudiados están a menos de cinco metros de profundidad de la capa freática. Esto indica la vulnerabilidad de estos depósitos ante la variación del nivel del agua.
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“Por ejemplo, podemos reducir la demanda mediante cambios de comportamiento o la adopción de tecnologías de ahorro. También es posible crear mercados de agua que apoyen a un uso equitativo y eficiente o aprovechar el exceso cuando esté disponible y utilizarlo para recargar nuestros pozos”, añade la experta.
Para Scott Jasechko, profesor de la Escuela Bren de Ciencias y Gestión Medioambiental de la UCSB y coautor de la investigación, la sobreexplotación de los acuíferos funciona como una aceleración de este proceso y pide “más información” de estas áreas y situación para hacer un uso eficiente del recurso.
Asimismo, señalan que la mala calidad del agua en los acuíferos profundos y los elevados costes de construcción que tienen limitan la eficacia de la explotación de estas aguas, que evitaría la pérdida de acceso a este recurso cuando los pozos se secan.
Por otro lado, comentan que tampoco es fácil obtener datos sobre su disponibilidad y, a pesar de la importancia que tienen para el suministro, los pozos de agua subterránea nunca se habían evaluado a escala mundial.
“En algunos lugares no se hace un seguimiento de la construcción de pozos de aguas subterráneas, por lo que los datos no están disponibles. En otros, puede que se haga un seguimiento, pero los datos no son fácilmente accesibles al público”, subraya Perrone.
A esto habría que sumarle que los pozos de nueva construcción no tienen mayor profundidad que los más antiguos, por lo que también contribuyen a la reducción de este recurso:
“La gente puede construir pozos más profundos o ahondar uno ya existente, pero esto solo proporciona seguridad a corto plazo y suele ser muy caro. Por otro lado, acceder a otros acuíferos, como las aguas superficiales, no siempre es factible porque los derechos están totalmente asignados y muchas veces dependen de tener un medioambiente fiable y potable”, concluye la Perrone.
