La Albufera de Valencia se prepara para adaptarse el cambio climático

La Albufera de Valencia se prepara para adaptarse el cambio climático

Expertos debaten sobre la situación del humedal levantino y las medidas que pueden llevarse a cabo para hacerlo más resistente ante el calentamiento global. Las previsiones indican que, en los próximos años, se reducirá el agua disponible en las cuencas del Júcar y el Turia, que alimentan la laguna costera


El Parque Natural de la Albufera es uno de los humedales más conocidos y emblemáticos del Mediterráneo. También un entorno muy sensible a los efectos del cambio climático, ya que las previsiones señalan que en el futuro descenderá el agua disponible en las cuencas del Júcar y del Turia, los dos ríos que alimentan la laguna costera, al mismo tiempo que habrá una subida de temperaturas y un aumento de la evapotranspiración.

Entender en qué situación se encuentra actualmente, cuáles son los retos que tendrá que abordar y qué medidas se podrán llevar a cabo para mejorar la resistencia de este ecosistema ante las variaciones climáticas es el objetivo de la I Jornada de la Comisión Científico de la Junta Rectora del Parc Natural de l´Albufera recién celebrada en la Universitat Politècnica de València (UPV).

El evento, organizado por la Conselleria de Agricultura, Desarrollo Rural, Emergencia Climática y Transición Ecológica de Generalitat Valenciana, la Cátedra de Cambio Climático, el Centro Valenciano de Estudios del Riego de la UPV y la propia universidad, ha servido para debatir sobre el impacto del calentamiento global en l´Albufera, las posibles medidas de mitigación y adaptación y sus potenciales efectos en la biodiversidad, calidad del agua, agricultura, entre otros aspectos.

“En humedales costeros como l’Albufera, el impacto del cambio climático se traducirá en una reducción de los aportes de aguas continentales, en unas temperaturas más altas, en una mayor magnitud de los temporales y en un aumento del nivel del mar, hechos que sin duda van a modificar el ecosistema y afectar a sus aprovechamientos productivos”, señalan los impulsores del encuentro.

Por ello es necesario, en su opinión, que “la investigación científica preste soporte a la gestión y guíe el camino de una progresiva adaptación de la sociedad a estas nuevas condiciones ambientales”.

Arrozales en La Albufera (Valencia).

Habrá menos agua disponible

Expertos de las universidades valencianas y técnicos de instituciones públicas y privadas vinculadas a l´Albufera participaron en las jornadas, que se abrieron con una primera sesión dedicada a conocer la situación actual y futura de los recursos hídricos en la laguna costera.

Lo primero a tener en cuenta es que la situación de partida no es del todo óptima, ya que la Albufera, que sufrió un grave deterioro hace décadas, sigue todavía recuperándose. Ha mejorado respecto a otros tiempos, pero aún no ha llegado a las condiciones deseables.

“La Albufera de Valencia arrastra un problema de contaminación desde los años 70 y esto, unido a la progresiva reducción de los aportes de los retornos de riego, sabemos que compromete en cierta medida la consecución de los objetivos ambientales de la masa de agua”, señalaba en ese sentido Manuel Pulido Velázquez, catedrático de Ingeniería Hidráulica y director del Instituto de Ingeniería del Agua y Medio Ambiente de la UPV (IIAMA).

El equipo de Pulido Velázquez ha llevado a cabo un amplio trabajo de modelización climática, dibujando los posibles escenarios a corto, medio y largo plazo que puede afrontar la Albufera.

“Sabemos que el 90% de los recursos que le llegan a la Albufera proceden de una forma o de otra del Júcar y del Turia”, afirmaba el catedrático.

En el caso del Turia, se trata de una cuenca que emplea mucha agua para riego y que tiene un frágil equilibrio entre recursos y demandas y además sufre habitualmente sequías severas que pueden durar hasta cuatro o cinco años, indicaba Pulido Velázquez. Se trata de una cuenca con dos zonas climáticas muy distintas, pues mientras la parte alta o de cabecera es continental, el tramo bajo tiene un carácter claramente mediterráneo, añadía.

Según el experto, el análisis de las series temporales de precipitación y temperatura muestra ya patrones de cambio y un efecto claro de reducción de precipitaciones. Se da la circunstancia de que esto se notará especialmente en invierno y primavera en la cuenca alta, que es donde hay mayor capacidad de embalse y mayor capacidad de regulación en el sistema, un efecto que en las cuencas mediterráneas no se manifiesta de forma tan patente.

Vista aérea del Tancat de l’Illa, en la Albufera de Valencia.

“En el Júcar vemos un descenso acusado de las precipitaciones incluso en el escenario más optimista. A corto plazo, hasta el año 2040, los modelos señalan una reducción de aportaciones que se mueve en torno al 20%; y a medio plazo, hasta 2070, vemos que principalmente en las cuencas de cabecera se podría llegar en los casos más extremos a reducciones de aportaciones de hasta un 40% en promedio”, daba a conocer Pulido Velázquez durante su intervención.

En relación al Turia, los modelos indican también descensos en la precipitación en corto, medio y sobre todo largo plazo. “Reducciones en las aportaciones de lluvia desde un 10% a una 18%, que podrían llegar al 30% en los escenarios más extremos”, indicaba el especialista durante su exposición.

En opinión del director del IIAMA, la situación supone un reto de gestión que debe implicar a múltiples actores. “Hay ya evidencias de cambios históricos en la dinámica hidroclimática en la cuenca del Júcar y del Turia y se espera que el cambio climático incremente las tendencias negativas de las precipitaciones y las aportaciones naturales de ambas cuencas que podrían tener reducciones significativas intensificándose las sequías. Esto hace que los sistemas de recursos hídricos no estén preparados para afrontarlo y plantea un reto importante en la gestión de los mismos. Las consecuencias pueden ser económicas, sociales y ambientales y podrían tener un efecto en el balance hídrico de La Albufera”, afirmaba.

Planes de cuenca

Por su parte Arancha Fidalgo, jefa de la Oficina de Planificación Hidrológica de la Cuenca Hidrográfica del Júcar, explicó durante su participación las medidas de planificación que se están llevando a cabo. “Los ecosistemas van a cambiar y habrá que adaptar la naturaleza, los cultivos y la economía, porque habrá menos agua circulante en los ríos”, aseveraba.

Los modelos indican que se reducirá la precipitación y subirá la evapotranspiración, por lo que circulará menos agua por los ríos y habrá menos recarga de acuíferos o infiltración de agua subterránea, indicó la responsable de la cuenca hidrográfica.

Debido a eso, la planificación hidrológica incluye mapas de impacto, mapas de vulnerabilidad y mapas de riesgo que sirven para priorizar las medidas de reducción del impacto climático, añadía.

Abordar la gestión de La Albufera supone también no solo atender a la situación de los ríos que la alimentan, sino también al efecto del cambio climático sobre el mar, recordaba. Las previsiones indican que habrá subidas del nivel del Mediterráneo de dos a tres milímetros al año, que se puede traducir en la pérdida de dos o tres metros de playa, lo que puede suponer un mayor impacto de los temporales sobre la estrecha franja de tierra que separa la Albufera del mar, recordaba Arancha Fidalgo.

Una imagen de La Albufera de Valencia.

Intervino también en la jornada Francesc de la Roca, profesor titular del Departament d’Economia Aplicada e investigador de la Estructura de Recerca Interdisciplinar d’Estudis sobre Sostenibilitat, quien empezó su alocución recordando la singularidad del espacio.

«El parque natural de la Albufera es muy peculiar, con dos bandas de protección. Es declarado natural, pero en su estado actual es de origen antrópico. Es una masa de agua muy modificada con cierta contradicción con su declaración natural, y está sometida a presiones crecientes que no ha conseguido reducir del todo», afirmaba, «recordando además que la propia laguna tiene diversas condiciones de hábitats acuáticos pues no es una lámina uniforme de aguas del mismo tipo».

Sobre ese espacio ya muy intervenido es donde el cambio climático va a tener efectos potentes. Por eso, opinaba el experto, será necesaria la coordinación entre administraciones y actores diversos para planificar la adaptación al cambio climático.

El profesor De la Roca concluía su intervención con una llamada a la acción y al compromiso: «El cambio climático lo cambia todo. Cambia el valor relativo de los servicios ecosistémicos, porque los servicios ecosistémicos que son insustituibles tendrán más valor y serán más escasos. Los escenarios de cambio climático muestran una disponibilidad menor de agua, mientras que al mismo tiempo habrá una necesidad mayor de ella. A la hora de repartir el agua, habrá menos disponible y al mismo tiempo las exigencias de los ecosistemas habrán aumentado. Va a quedar mucha menos agua que repartir», señalaba.

Por eso mismo, abogó por tomar medidas urgentes de acción: «Desde el punto de vista de la equidad intergeneracional, la inacción o la falta de medidas traslada los costes al futuro y es algo que no podemos permitir», concluyó.



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