Las extinciones están ligadas a la salud de ecosistemas acuáticos

Las extinciones están ligadas a la salud de ecosistemas acuáticos

Un grupo de expertos descubrió a través del análisis de sedimentos que muchos eventos de extinción del pasado estuvieron marcados por floraciones masivas de algas tóxicas en sus aguas, tal y como está ocurriendo ahora en muchos lagos del mundo


Las algas y las bacterias fotosintéticas forman la base de las redes alimentarias acuáticas. No solo proporcionan alimento a algunos animales, sino que actúan como pequeñas biomaquinas que proporcionan oxígeno en los sistemas acuáticos en los que se alojan. Sin embargo, cuando su población se sale de control, producen los efectos contrarios: llenan las aguas de elementos tóxicos y consumen el oxígeno con su respiración.

Según un grupo de investigadores, estos puntos de inflexión en los sistemas acuáticos ocurren cuando las temperaturas globales aumentan al ritmo que lo hacen las emisiones de dióxido de carbono, junto cuando llegan a las fuentes de agua dulce material orgánico, por ejemplo, de la desaparición de los bosques.

El evento del final del Pérmico, la extinción masiva más grande en la historia de la Tierra, es un claro ejemplo de cómo los volcanes y la desaparición masiva de los bosques impulsaron la llegada de ese punto de inflexión en los ecosistemas de agua dulce. En ese momento, los detritívoros que se alimentan de esas algas murieron y el agua se llenó de bacterias y algas que retrasaron la recuperación de los animales durante quizás millones de años.

Según exponen, en otros muchos eventos de extinción se ha descubierto posteriores floraciones microbianas provocados por el calentamiento, siendo la excepción el gran evento que provocó la extinción masiva de los dinosaurios hace 66 millones de años y que estuvo desencadenado por un enorme asteroide.

Representación de un artista de las condiciones durante la extinción masiva del final del Pérmico, que acabó con casi toda la vida en la tierra | Foto: Universidad de Connecticut

El problema es que para los autores todos estos ingredientes son los que está volviendo a reunir el planeta por la actividad humana. En nuestra época, la concentración de gases de efecto invernadero es la más elevada en los últimos dos millones de años y la temperatura es 1,2 grados Celsius más alta que hace 250 años y continúa en aumento.

En este sentido, exponen que el que el «rango de crecimiento de temperatura óptima» de estas algas dañinas en ambientes de agua dulce se sitúa entre 20°C a 32°C. Ese rango es lo que se proyecta para las temperaturas del aire en la superficie del verano continental en latitudes medias en 2100.

El tercer ingrediente lo proporcionan los residuos forestales y, sobre todo, la llegada de nitratos y fosfatos procedentes de la agricultura y que dan lugar a ese proceso que se conoce como eutrofización. Otro estudio publicado en Nature, los grandes lagos del mundo han disminuido su oxígeno en las profundidades en hasta un 18,6% desde 1980. Para sus autores, los lagos están perdiendo oxígeno entre 2,75 y 9,3 veces más rápido que los océanos.

«Podemos tener una idea de cuánto ha cambiado el clima en el pasado, cuáles son los extremos, qué tan rápido puede cambiar, cuáles son las causas del cambio climático y eso nos da un buen telón de fondo para comprender lo que está sucediendo hoy», resalta Tracy Frank, jefa del departamento de geociencias de la Universidad de Connecticut.

“Estos son síntomas claros de un ecosistema desequilibrado, y el presente estudio indica que los impactos de los eventos de floración pueden hacerse eco durante un tiempo extremadamente largo. Sin embargo, a diferencia de las especies que sufrieron extinciones masivas en el pasado, tenemos la oportunidad de prevenir estas floraciones tóxicas manteniendo limpias nuestras vías fluviales y reduciendo nuestras emisiones de gases de efecto invernadero”, concluye la experta.



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