El Canal de Castilla es una de las grandes obras de ingeniería históricas de España y una muestra del esfuerzo de la Ilustración por promover el desarrollo del país en el siglo XVIII. Ediciones Cálamo reedita el libro que el escritor Raúl Guerra Garrido dedicó a este canal inacabado que cruza 200 kilómetros de Castilla en busca del mar pero aún guarda el testimonio de un patrimoni hidrálico único
David Benedicte | Especial para El Ágora Madrid| 3 julio, 2020
Atardecer en el Canal de Castilla. | Foto: Asís G. Ayerbe
Imaginar es gratis. ¡Hagámoslo! Centremos primero la atención en unos versos tan sencillos como melancólicos y rotundos: «Sola en medio de los campos, / tierra adentro, ancha es Castilla. / Y está triste, que solo ella / no ve los mares lejanos. / ¡Habladle del mar, hermanos!». ¿Hecho? Pues pertenecen al poema Himno ibérico, de Joan Maragall, y sirven a su vez de pórtico de Castilla en canal, peculiar libro viajero que Raúl Guerra Garrido publicó a finales del pasado siglo y reeditó lustros después la editorial Cálamo [Con un valor añadido: las profusas ilustraciones de Asís Ayerbe que hacen de este clásico de la literatura de viajes patrios un verdadero goce para la vista sin precedentes.
Canal de Castilla. | Foto: Asís G. Ayerbe
¿En qué hubiese variado la historia de España de haberse cumplido el deseo del poeta? ¿Cómo sería esa Castilla perita en mares y océanos? ¡Quién sabe! Lo único claro es que los versos de otro poema, Castilla, de Manuel Machado, esos de dicen: «El ciego sol, la sed y la fatiga. / Por la terrible estepa castellana, / al destierro con doce de los suyos / -polvo, sudor y hierro- el Cid cabalga», no serían así. Hablarían de un Rodrigo Díaz de Vivar surfero y camino del exilio sobre su tabla mientras coge olas, saltando de canal en canal, con media sonrisa en los labios. Sin tanto sudor ni polvo. Con más agua.
“En qué hubiese variado la historia de España de haberse cumplido el deseo del poeta Joan Maragall? ¿Cómo sería esa Castilla perita en mares y océanos?”
Esclusas del Canal de Castilla. | Foto: Asís G. Ayerbe
Una imagen que bien podría suceder en el caso de ocurrir hoy si se hubiese apostado en firme por el Canal de Castilla, «alocado proyecto de gigantes» reconvertido en una de las grandes obras civiles del siglo XVIII en España, empresa titánica que permitió la navegación mixta por vela y por sirga propias de la época mediante puentes y acueductos de todo tipo, muchos de los cuales han llegado intactos a nuestros días.
El propio Raúl Guerra Garrido nos cuenta en el arranque de su relato que siempre se sorprendía al cruzar, en uno u otro sentido, las carreteras transversales que unen la N-I con la N-VI para toparse, en esos puentes, con el mismo rótulo: «Canal de Castilla». Pero no fue hasta que descubrió, estando sobre uno de ellos, a la salida de Melgar de Fernamental hacia Osorno, una embarcación de un único mástil con la vela desplegada, que no empezó una obsesiva exploración geográfica que adquirió forma de libro.
Los campos eternos de Castilla, que atraviesa el sueño de un canal de la época de la ilustración . Canal de Castilla. | Foto: Asís G. Ayerbe
“El funcionamiento del Canal de Castilla, construido en el siglo XVIII, fue efímero hasta que apareció el ferrocarril”
En sus propias palabras: «La intención de construir en Castilla canales de navegación viene de antiguo; el primero se concibió en el siglo XVI, pero las obras del único realizado no darían comienzo hasta mediados del XVIII y, a través de reyes, guerras, heroísmos, miserias y múltiples vicisitudes, no se concluirían hasta la mitad del XIX. El ilustrado motivo que impulsara a la construcción de esta extraordinaria obra de ingeniería no es otro que el de dotar al granero de España de una vía de transporte competitiva que facilitase la salida de sus productos agrícolas, principalmente trigo, al puerto de Santander desde donde se exportaba a las colonias de ultramar».
Interior de unas de las instalaciones anejas al Canal de Castilla. Canal de Castilla. | Foto: Asís G. Ayerbe
«La intención de construir en Castilla canales de navegación viene de antiguo; el primero se concibió en el siglo XVI, pero las obras del único realizado no darían comienzo hasta mediados del XVIII”
Casi todo lo construido del Canal de Castilla aún se mantiene en pie y en perfecto funcionamiento, aunque no para la navegación, a lo largo de 207 kilómetros. Y los recorremos página tras página, caminando junto a autor y fotógrafo por las provincias de Palencia y Valladolid, con una pequeña incursión por la de Burgos. Con forma de Y invertida comprende tres ramales: el del Norte, que arranca de Alar del Rey, toma sus aguas del Pisuerga y a los 87 kilómetros de su nacimiento se bifurca dando lugar a los otros dos; el de Campos, que se dirige al oeste y tras un desarrollo de 66 kilómetros termina en Medina de Rioseco; y el del Sur, que concluye en Valladolid tras recorrer 54 kilómetros. En su construcción trabajaron 4.000 prisioneros y funcionó durante 20 años, de 1840 a 1860, llegando a cambiar profundamente la fisonomía de la Península.
Plantanciones de chopos junto al Canal de Castilla. | Foto: Asís G. Ayerbe
«El ilustrado motivo que impulsó la construcción de esta extraordinaria obra de ingeniería era dotar al granero de España de una vía de transporte competitiva que facilitase la salida al puerto de Santander”
«El canal constituye un magnífico muestrario –prosigue Guerra Garrido con su somera descripción– de obras hidráulicas, presas, puentes, acueductos y sifones, además de las esclusas, todas ellas austeras y de una absoluta modernidad en su tiempo. Un patrimonio enriquecido con las múltiples edificaciones que jalonan los márgenes, espaciosas fábricas de harinas, molinos, batanes y algún que otro excepcional artefacto. Una obra que, en palabras de los viajeros de la Ilustración, «hará memorables a los que la empezaron y a los que la sigan y concluyan». Su conclusión fue un logro feroz».
Construcciones diversas acompañan el curso del Canal de Castilla. | Foto: Asís G. Ayerbe
“En la construcción del Canal de Castilla trabajaron 4.000 prisioneros y funcionó durante 20 años, de 1840 a 1860”
Guerra Garrido nos acerca con su libro a la Castilla del siglo XVIII en un ejercicio de memoria histórica que adquiere la forma de sucesivos flashbacks con apariencia de paisajes inolvidables. Hasta el punto de que los 207 kilómetros de ese canal acaban por ser reivindicados por el autor como «el gran peregrinaje laico español», o lo que es lo mismo, una especie de ‘Camino de Santiago de la Ilustración Española’ para aquellos peregrinos que prescindan de llevar conchas de vieira o credenciales en su mochila.
Canal de Castilla. | Foto: Asís G. Ayerbe
«Fue una época muy fértil para España –remata el escritor–, de grandes expediciones científicas y del comercio mundial; pero, como siempre ocurre en este país, por problemas financieros, el proyecto del canal sufrió muchas interrupciones, se quedó sin acabar y su funcionamiento fue efímero, hasta que apareció el ferrocarril».
El Canal de Castilla atraviesa las llanuras castellanas. Canal de Castilla. | Foto: Asís G. Ayerbe
“Guerra Garrido nos acerca con su libro a la Castilla del siglo XVIII en un ejercicio de memoria histórica que adquiere la forma de sucesivos flashbacks con apariencia de paisajes inolvidables”
Un tramo del Canal de Castilla en una imagen actual. Canal de Castilla. | Foto: Asís G. Ayerbe
Ahí queda, por fortuna y como soplo de esperanza para los canaleros más o menos militantes, el Plan Regional del Canal de Castilla que, aprobado por la Junta de Castilla y León en 2001, se concibió en esencia como un plan integral de protección y de ámbito supramunicipal, es decir, principalmente unitario y aquí, en este enlace, las primeras páginas de un libro que se nos presenta sobrado de motivos para empezar a recorrer, de un tirón, una de las páginas más desconocidas y curiosas de nuestra historia.