Banco Mundial reclama más control del covid en aguas residuales

Banco Mundial reclama más control del covid en aguas residuales en LATAM

El Banco Mundial destaca la necesidad de implementar la epidemiología de las aguas residuales en América Latina y Caribe para combatir la pandemia de COVID-19 en la región y controlar su evolución gracias a este sistema de alerta temprana


Más de 3.300 puntos de control monitorizan a lo largo del mundo la evolución de la pandemia de la COVID-19 a través de las aguas residuales de 58 países. Una técnica que ha permitido a las autoridades sanitarias anticiparse a los picos de contagio a la hora de establecer las medidas sanitarias para frenar el avance de la enfermedad.

Sin embargo, el Banco Mundial señala que el 85% de los más de 3.300 puntos de pruebas en todo el mundo está en los países más ricos, principalmente en Europa, y que apenas ocho países de ingresos medianos-bajos están utilizando este método y la lista no incluye ningún país de ingresos bajos, aun cuando son estos los que más podrían beneficiarse.

Inequidad en la detección y monitoreo de la COVID-19 en aguas residuales

Desde sus inicios, la COVID-19 ha sido difícil de detectar, pues muchos pacientes son asintomáticos, y de diagnosticar, ya que los diagnósticos individuales son costosos y mantener una infraestructura de diagnóstico se dificulta a medida que aumentan los casos. También ha sido difícil de controlar, debido a que las variantes son cada vez más transmisibles.

58 países están usando la epidemiología basada en aguas residuales para luchar contra la propagación de la COVID-19 en todo el mundo
Además, la enfermedad no se ha monitorizado de manera equitativa: ha habido inequidad en la detección de casos, en el control y tratamiento, especialmente en asentamientos informales y para los grupos que no tienen fácil acceso a servicios de salud, sobre todo en los países de bajo y mediano ingreso.

De acuerdo con un nuevo informe del Banco Mundial, las pruebas de aguas residuales son clave para regiones como América Latina y el Caribe, una región con más de una cuarta parte de los casos de COVID-19 en el mundo y en la que la lista de fallecidos suma más de 1,5 millones de personas.

Con sus implacables consecuencias sociales y económicas, la COVID-19 amenaza con deshacer los recientes avances en materia de resultados en capital humano en la región. En este contexto, el análisis de las aguas residuales puede, a un costo relativamente bajo, brindar información sobre la circulación del virus e identificar grupos de casos antes de que progresen a una trasmisión sostenida.

“La pandemia del COVID-19 ha supuesto para muchos países de la región la pérdida de años de logros en materia de desarrollo y ha puesto de manifiesto la necesidad de desarrollar nuevas herramientas para poder prepararse y responder mejor a futuras crisis», dijo Carlos Felipe Jaramillo, vicepresidente del Banco Mundial para la región de América Latina y el Caribe.

“La región puede beneficiarse de la utilización de su infraestructura de agua y saneamiento para la vigilancia de los riesgos para la salud pública, como la COVID-19. En este sentido, el Banco Mundial ayudará a los países a financiar e implementar inversiones inteligentes para ayudar a resolver sus complejos problemas», resaltó Jaramillo.

La implementación de este enfoque epidemiológico en las aguas residuales permitiría generar una alerta temprana y ofrecería una mirada amplia sobre la presencia del virus, cuyo rastro puede seguirse antes de que las personas presenten síntomas o incluso si son asintomáticas.

Además, el estudio de las aguas residuales incluye a todos los miembros de una comunidad, desde un edificio, hasta un barrio o una ciudad entera. Se pueden diseñar estudios específicos en zonas más vulnerables, donde el riesgo de la COVID-19 sea mayor o donde las personas no tengan mayor acceso a pruebas clínicas. Las muestras pueden ser tomadas en cualquier lugar donde fluyan las aguas residuales, por ejemplo, en grandes ciudades con sistemas de alcantarillados y plantas de tratamiento o en zonas donde solo existen soluciones individuales de saneamiento y zanjas abiertas.

También  contribuyen a agilizar el control mediante la identificación rápida de brotes y oleadas, lo cual es muy importante ante el surgimiento de nuevas variantes.

Permiten una vigilancia sostenible como complemento de las pruebas clínicas: las pruebas de aguas residuales requieren menos suministros y recursos humanos que las pruebas clínicas; por lo tanto, son económicamente más accesibles.

Además, el costo total de las pruebas clínicas aumenta considerablemente durante los picos y oleadas, mientras que el costo de las pruebas en aguas residuales permanece constante generalmente.

En la presentación del informe Refuerzo de la vigilancia de la salud pública mediante pruebas de aguas residuales: una inversión esencial para la pandemia de COVID-19 y las futuras amenazas para la salud , Douglas Manuel, profesor de la Universidad de Otawa, señaló que apenas se está viendo el uso de las aguas residuales como enfoque de vigilancia “existen más de 40 infecciones biológicas que pueden ser identificadas en aguas residuales. En todo el mundo se está trabajando rápidamente con el virus de influenza o RSV (virus sincicial respiratorio), sabiendo que estos también van a ser desafíos importantes”, afirmó Manuel.

“Estas pruebas abren una ventana a la salud de la comunidad, no solo de los seres humanos, sino de los animales y del medio ambiente”, agregó.

Así, más allá de la COVID-19, el análisis de las aguas residuales, que se ha empleado antes para detectar poliomielitis y resistencia a los antimicrobianos, puede hacer la diferencia a la hora de afrontar amenazas futuras a la salud pública. «En esto también radica el valor de tomar nota cuando las aguas que corren bajo nuestros pies hablan».

Colaboración entre el sector del agua y el de la salud

Algunos países de la región, como Brasil, Argentina, Perú, Uruguay y México ya han dado pasos para usar este enfoque epidemiológico. El Banco Mundial está apoyando un programa de vigilancia mediante aguas residuales en Guayaquil, Ecuador, una de las primeras ciudades de la región que sufrió los embates de la COVID-19.

En alianza con la autoridad municipal de agua y saneamiento (EP- EMAPAG) y la Universidad Superior Politécnica del Litoral se están tomando muestras en 12 puntos de la ciudad. La información es enviada al Comité de Operaciones de Emergencia Cantonal para que se puedan tomar medidas de acuerdo a la situación.

El trabajo conjunto entre diferentes actores es uno de los principales retos para promover este enfoque de vigilancia.

“Implementar esta tecnología requiere de la participación de diversos sectores que usualmente no trabajan juntos, como el sector agua y el sector salud, así como del ejecutivo”, destaca la Dra. Mariana Matus, directora ejecutiva de Biobots Analitycs, que lidera el monitoreo de aguas residuales en Estados Unidos. Matus también hace énfasis en la importancia de la participación del sector privado para acelerar la creación de estos programas en todo el mundo.

Para el Banco Mundial los países deben abordar la necesidad constante de vigilancia de la salud pública de las amenazas actuales y nuevas para la salud. Hay oportunidades y lecciones de COVID-19 que pueden ayudar a los países a prepararse mejor para el futuro y para eso los países necesitan planes estratégicos multifacéticos.

Su informe concluye que las actividades de vigilancia a nivel de población, como las pruebas de aguas residuales, son un componente subestimado pero vital de la planificación nacional para la preparación y la respuesta ante una pandemia.


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