A pesar de la innumerable variedad de productos líquidos, el agua es, según los expertos, la bebida ideal para mantenernos hidratados. De hecho, esto mismo la convierte en una fuente de salud y bienestar que preserva el correcto funcionamiento de nuestro organismo, tanto en los más pequeños como en los adultos



La piel, los ojos e incluso los huesos que nos esculpen pueden parecer componentes diferentes dentro de nuestro cuerpo. Sin embargo, si nos fijamos detenidamente, descubrimos que todos ellos comparten un aspecto vital en común: el agua, el ingrediente principal de la receta que les da ‘vida’.
Tal es la importancia del agua en nuestra constitución que un cuerpo humano es prácticamente un 60% agua, mientras que el de los recién nacidos esa proporción se eleva al 70%, de acuerdo con un artículo de la revista médica Nutrición Hospitalaria.
Ahora bien, a diferencia de otros animales, los seres humanos no podemos almacenar el agua dentro de nuestros cuerpos, por lo que nos vemos obligados constantemente a reincorporar este elemento constantemente a medida que lo perdemos para garantizar el buen funcionamiento del organismo. Esto es lo que los expertos denominan “mantener el balance hídrico”.
Como norma general, nuestro organismo presenta una serie de mecanismos que nos permiten mantener un balance óptimo de agua en nuestro cuerpo mediante un ajuste entre los ingresos y las pérdidas. La sed, denominada por los expertos de la revista médica como “el deseo de beber”, es el mecanismo más famoso que nos incita a incorporar agua a nuestro cuerpo.
“A pesar de que los seres humanos podemos beber agua ‘a placer’, tendemos a cubrir de forma insuficiente nuestras necesidades de líquidos, activando así una serie de respuestas en unas células y receptores especializados que se encargan de hacer saltar las alarmas de la sed. Este mecanismo puede saltar incluso cuando se detecta una pérdida de agua correspondiente a tan solo el 2% de nuestro peso corporal”, informan los expertos del artículo.
Cantidades recomendadas
Según el artículo de la revista médica, los lactantes deberán tomar de 75 a 10ml/Kg/día, no obstante, debido a los numerosos factores que pueden aumentar su deshidratación, recomiendan una toma de 150ml/kg/día. Con esta norma, un niño de seis meses y cinco kilos se recomienda unos 750 ml de líquido.
En los niños de entre cuatro y ocho años, los expertos recomiendan tomar unos 1.800ml/día, pudiendo alcanzar un máximo de 2.800 ml/día dependiendo de la cantidad de ejercicio físico realizado. A partir de los nueve años, los científicos comienzan a encontrar diferencias en los sexos:
“La recomendación de agua de bebida es de 1,8 L/día para los varones de entre 9 y 13 años y de 2,6 L/día para los que tienen edades entre los 14 y los 18 años. En el caso de las niñas, las cifras de referencia son 1,6 L entre los 8 y los 13 años y 1,8 L entre los 14 y los 18 años”, señalan en el artículo.
En adultos, los muchos los factores que pueden influir a la hora de tomar más o menos líquido, como la edad, las condiciones ambientales o el sexo. En cualquier caso, los expertos recomiendan tomar en torno a los 30 ml/kg de peso/día, o aproximadamente en 1 ml por cada kilocaloría ingerida. Con las personas más mayores ocurre lo mismo, aunque, teniendo unas condiciones estándares, los expertos apuntan hacia una ingesta en torno a 30-35 ml por kg de peso y día, o bien 1-1,5 ml por cada kilocaloría aportada en la dieta.
Los alimentos son uno de los recursos básicos para incorporar agua a nuestro organismo. Las frutas y verduras son los alimentos que más agua contienen y los que más nos podrían ayudar a calmar la sed. La leche, por ejemplo, es un 88% agua, mientras que los arroces y las pastas crudas son un 10% agua.
No obstante, los expertos están de acuerdo que, para mantener el balance hídrico del organismo, lo mejor que podemos hacer es beber agua, al ser justo ese recurso el que estamos perdiendo y lo que necesitamos reponer con mayor urgencia. En este sentido, en muchas ocasiones la digestión de alimentos requiere incluso que bebamos agua, por lo que muchos alimentos, aunque aporten este recurso, se saldan al final con un balance negativo.
Aun así, que el agua sea la bebida por excelencia y “representa la forma ideal de reponer nuestras pérdidas hídricas”, los humanos hemos buscado desde el principio de los tiempos otras alternativas líquidas con capacidad de hidratación y que, además nos ofrezcan otras ventajas, como la incorporación de nuevos nutrientes o sabores agradables al paladar.
“La oferta actual es tan amplia que está claro que se requiere cierto orden y recomendaciones específicas para cada una de ellas en cuanto se refiere a su capacidad de hidratación, aporte energético o de otros nutrientes y otros efectos sobre el organismo simplemente en lo que se refiere a su capacidad fruitiva”, advierten los expertos.


Tal ha sido la proliferación de nuevos líquidos sustitutivos al agua que durante los últimos años se ha sembrado la duda sobre las capacidades hidratantes del líquido elemento e, incluso, hay gente que lo ha empezado a sustituir definitivamente.
En el primer caso destaca el caso de la influencer Marina Yers, con más de un millón y medio de seguidores a sus espaldas en su cuenta de Instagram, que no hace mucho se aventuró a afirmar que el agua deshidrata más que hidrata al nunca especificarse que se trata de un suero exclusivo para la hidratación.
Estas afirmaciones, por supuesto, despertaron un enorme malestar en las redes sociales, sobre todo, porque con ese mensaje se estaba alimentando un viejo monstruo organizaciones internacionales, como la Organización Mundial de la Salud (OMS), estaban intentando encerrar a toda costa: la sustitución del agua por líquidos más adictivos e insalubres, mejor conocidos como las bebidas azucaradas.
“En los últimos años hemos asistido a la aparición de la obesidad como un grave problema en el mundo occidental, particularmente en nuestros niños, y no está libre de responsabilidad la alta ingesta de bebidas con mayor aporte energético que en muchos casos llega a sustituir al agua como elemento de hidratación”, comentan los autores del artículo.


Según detallan, el aporte calórico de estos líquidos azucarados no estimula los mecanismos de regulación del apetito y la hidratación de la misma manera que lo hacen los aportes energéticos con fuentes sólidas, por lo que se pueden obtener importantes aportes energéticos que no implican un adecuado poder saciante. Esto, en esencia, obliga a consumir más bebidas azucaradas, dando lugar a un círculo vicioso que desemboca en obesidad.
“Las calorías aportadas por las bebidas azucaradas tienen poco valor nutricional y pueden no proporcionar la misma sensación de plenitud que ofrece el alimento sólido. Como resultado, puede aumentar el consumo total de energía, lo que a su vez puede llevar a un aumento malsano de peso”, explican desde la OMS.
En este sentido, para lo expertos las pruebas que dictan que beber agua comporta una disminución en la ingesta calórica total con respecto a las bebidas azucaradas son excusa más que suficiente como para fomentar el consumo de agua de bebida en detrimento de otro tipo de bebidas calóricas de bajo contenido nutricional.
Los beneficios del agua
Beber agua es esencial para nuestro organismo por diversas razones: es el principal ingrediente para llevar a cabo los procesos fisiológicos de la digestión, absorción y eliminación de desechos metabólicos no digeribles, así como necesario para mantener el sistema circulatorio a punto. Además, actúa como medio de transporte de nutrientes y todas las sustancias corporales.
No obstante, si queremos hablar de beneficios concretos, debemos hacer mención a su capacidad para regular la temperatura de nuestros cuerpo. Según los autores del artículo médico, con cada 1% de peso corporal que se pierda por la deshidratación, la temperatura de nuestro organismo aumenta entre 0,1 grados Celsius y 0,23°C, por lo que perder un peso del 10% podría ocasionar problemas graves relacionados con la temperatura que, en la mayoría de los casos, aumentaría nuestro riesgo de muerte considerablemente.


Por supuesto, aumentar nuestra temperatura física como consecuencia de la deshidratación impactará de forma negativa en nuestro rendimiento físico, así como en nuestro rendimiento intelectual, alterando nuestra memoria a corto plazo, atención, percepción, entre otros. En este sentido, los expertos recomiendan beber abundante agua mediante pequeñas y repetidas ingestas.
“La deshidratación contribuye a poner la vida en peligro en caso de golpe de calor. Es importante tener en cuenta que la combinación de dietas severas y de ejercicio intenso, realizado en ambientes cálidos, puede conducir a la muerte por parada cardiorrespiratoria”, advierten los expertos.
Por este motivo, beber agua es esencial no solo para mantener la correcta temperatura de nuestro cuerpo, sino también para ser más eficientes durante un ejercicio físico o mental por el simple hecho de que evitamos la aparición de malestares innecesarios.
Con respecto a la deshidratación, el agua puede ser nuestro mejor aliado para combatir los estragos producidos por las noches de juerga. El alcohol es un diurético, por lo que el exceso de producción de orina impulsará nuestra deshidratación durante los momentos de más diversión.
Si bien la deshidratación no causa la resaca, puede motivar la aparición de fatiga, sed o dolor de cabeza que podrán desaparecer si volvemos a estabilizar el balance hídrico.
Por otro lado, como el agua es esencial para la eliminación de desechos de nuestro cuerpo, diversos estudios apuntan que beber abundante agua -que en esencia es mantener el cuerpo hidratado- ayuda a evitar problemas como el estreñimiento e, incluso, la aparición de cálculos renales.
El agua, por lo tanto, es un elemento que no solo no debe ser reemplazado, sino que está cargada de beneficios para los seres humanos y para el conjunto de la vida. De hecho, debajo de esa fachada de simplicidad, el agua esconde un mundo de curiosidades a las cuales debemos nuestra propia vida en este Universo.
