Bosques antiguos de Chile, cuidadores del agua y el suelo - EL ÁGORA DIARIO

Bosques antiguos de Chile, cuidadores del agua y el suelo

Una reciente investigación científica, liderada por un equipo del Instituto de Ecología y Biodiversidad, reveló que los bosques antiguos, grandes almacenes de agua, protegen los suelos contra la erosión, ya sea ésta ocasionada por perturbaciones humanas y naturales, y viniendo a sumar una relevante cualidad, que permite seguir promoviendo su conservación y protección


Quien haya tenido la fortuna de adentrarse en un bosque antiguo, podrá recordar la intensa sensación que esto provoca. Sentir que se camina en medio de la historia primigenia del planeta, respirar profundamente y llenar los pulmones de aire puro y frío, mientras los pies se hunden suavemente en el suelo, mezcla de materia orgánica y agua, formado por un colchón húmedo y denso que acaricia el caminar.

En Chile, muchos de estos bosques antiguos, ubicados principalmente hacia el sur del país, cuentan con especies arbóreas que bordean los 400 años de vida, los cuales poseen una gran característica: ser un ecosistema con gran capacidad para almacenar agua y liberarla lentamente a distintos cauces, beneficiando también el consumo humano.

Estos bosques, distribuidos entre la Región de La Araucanía y Los Lagos, poseen suelos con cenizas volcánicas y características únicas, que los convierten en verdaderas esponjas que favorecen la regulación del ciclo hídrico, mejor que cualquier otro tipo de bosque. Pero, además, este tipo de vegetación, conocida también como selva valdiviana o chilota, tiene la ventaja de ser un sistema que ayuda a proteger los suelos contra la erosión, ocasionada por perturbaciones humanas y naturales, tales como incendios o erupciones volcánicas.

Esta importante conclusión fue a la que llegaron investigadores del Instituto de Ecología y Biodiversidad-IEB, junto a un grupo interdisciplinario, liderados por Cristián Frêne Conget, ingeniero forestal del IEB, integrante de la Fundación Senda Darwin y director de la Red Chilena de Estudios Socio-ecológicos de Largo Plazo, quienes estudiaron la zona de Llancahue en la Región de Los Ríos, a 20 km de la costa, la cual contiene una gran diversidad de vegetación, rodeada por plantaciones forestales, sectores de ganadería y cultivos agrícolas.

Río Llancahue, Puerto Fuy, Panguipulli, Provincia de Valdivia, Los Rios, Chile.

Dicho territorio, que en mapudungún significa “piedras verdes” o “lugar de perlas” es, además, la principal fuente de agua potable de la ciudad de Valdivia, capital regional, con una población que bordea los 170 mil habitantes.

Conociendo aún más los bosques de Chile

La investigación del equipo del IEB, que se extendió por alrededor de dos años, realizó un análisis de los bosques templados antiguos integrando diversas disciplinas, con el objetivo de aprender más sobre cómo se comportan estos hábitats siempreverdes tras una gran alteración del territorio.

Cristián Frêne Conget, ecólogo que encabezó el estudio, explica que los bosques antiguos son aquellos que más han ido desapareciendo en Chile, situación alarmante, que incluso ha quedado a la vista en el Catastro de vegetación nativa y recursos vegetacionales de 1997, desarrollado por la Corporación Nacional Forestal-CONAF, y en sus actualizaciones sucesivas. Estos registros, que representan un llamado de alerta a proteger con fuerza estos entornos, señalan que los bosques antiguos han disminuido, ya sea por eliminación, a través de la tala o quema, o bien por degradación.

Foto: Cristian Frene Conget

“Cuando hablamos de sucesión vegetal o forestal, significa que, tras ocurrir una gran perturbación como un incendio o erupción volcánica, el ecosistema se resetea, igual que cuando formateas un computador. Luego de eso, vuelve a crecer vegetación y se generan las primeras capas de suelo, pero a lo largo del tiempo las especies y el “trabajo” que realiza ese ecosistema también van cambiando. Entonces, no da lo mismo que esto suceda en un bosque nuevo de unas pocas décadas, en uno de ochenta años o en otro con árboles de más de 400 años. Se ha observado que, en estos últimos, la capacidad de proteger el suelo y regular el agua es mucho mayor que en los otros tipos de bosque”, comenta el ecólogo del IEB.

Además, explica que este fenómeno ya se había descrito en la teoría ecológica, pero que al estudiar los bosques lluviosos del sur de Chile, se pudo constatar que las hipótesis dependen de muchos factores. “Pudimos observar que el suelo, la vegetación, la topografía y los relieves del paisaje son elementos que, en conjunto, explican el funcionamiento del bosque”, señala el investigador.

La investigación también reveló que después de un evento, como una quema por ejemplo, la primera vegetación que se establece, de quilas (especie botánica de gramínea), también es muy efectiva en proteger los suelos y el agua.

Respecto a las particularidades de estos bosques antiguos, se constató que esta vegetación dominada por árboles como el coihue, ulmo, laurel, avellano, tineo y olivillo, entre otros, habita sobre terrenos que han sido fuertemente impactados por la actividad volcánica durante los últimos 10 mil años, contribuyendo a que sus suelos sean más porosos y cumplan su rol de “esponja” captadora de lluvias.

En este trabajo investigativo, participó también el Dr. José Dörner Fernández, decano de la Facultad de Ciencias Agrarias y Alimentarias de la Universidad Austral de Chile y director del Centro de Investigación en Suelo Volcánicos (CISVo), quien indica que “estos bosques de Llancahue son fundamentales para proveer de agua a Valdivia. El suelo tiene un importante rol de filtraje, asegurando que el agua llegue a las capas subterráneas. Este tipo de suelo también es fundamental para la purificación del agua, que después será utilizada por la población. Si estos bosques no estuvieran allí, se podrían generar severos efectos de erosión y degradación que podrían afectar a entornos aledaños y al suministro hídrico”.

Las bondades de los bosques antiguos

Los bosques antiguos son ecosistemas complejos, en los que la vida ha fluido por siglos o milenios, en múltiples dimensiones espaciales, como las copas de los árboles, el tronco, el sotobosque (matas y arbustos que crecen bajo los árboles), la hojarasca y el suelo. En ellos cohabita una fauna diversa que incluye vertebrados, como el pudú, gato huiña, zorro; aves, anfibios, reptiles y artrópodos, como arañas, abejas y otros insectos, que interactúan con especies arbóreas, lianas y otras menos perceptibles como musgos, líquenes y hongos, ayudando a mantener el equilibrio y funciones del bosque.

“Los bosques antiguos también son un gran sumidero de carbono por la gran cantidad de materia orgánica que acumulan en los suelos, árboles vivos y muertos. Los bosques jóvenes o renovales, en cambio, tienen una estructura más sencilla y una menor complejidad de especies e interacciones, por lo que sus funciones son menores a los antiguos, pero no por eso menos relevantes, ya que representan la mayor superficie de bosques del país”, asegura Cristián Frêne Conget.

Foto: Cristian Frene Conget

Por su parte, Juan Armesto Zamudio, también investigador del IEB y coautor de este estudio, asegura que estos espacios naturales tienen además un valor “patrimonial, ético y práctico”, que sostiene a toda una red de biodiversidad y promueven el bienestar e inspiración de humanos. “Estos bosques son constituyentes de nuestra historia como país. Hay árboles que están ahí desde antes de la Colonia y eso debiera emocionarnos”, comenta.

Ante esto, y en el contexto de cambio climático y la fuerte actividad humana que amenaza a los ecosistemas de Chile, los expertos llaman a proteger estos bosques que nos brindan grandes beneficios, tal como Estados Unidos, Australia y Nueva Zelanda, que han dado ejemplo de esta lucha por la conservación.

“Tal es el caso de los bosques del noroeste del Pacífico en E.E.UU, que estuvieron sometidos a mucha explotación desde principios del siglo pasado. Se cortaron muchos de esos bosques, en los que predominaban especies como el Pino Oregón, y se creó una controversia entre la población y la industria forestal. A fines de los años setenta se plantearon muchas demandas judiciales para proteger a estos ecosistemas antiguos y las especies que dependían de éstos, demandas que llegaron a los tribunales regionales y locales, generando que la industria forestal se paralizara, prácticamente, en el todo el noroeste de ese país. Al mismo tiempo, el congreso norteamericano creó un comité de resolución de conflictos, integrado por diversos científicos que contribuyeron a solucionar parte de este problema. Entre las respuestas, se determinó que en ciertas zonas de protección solo se podían explotar los bosques más jóvenes o que ya habían sido explotados”, explica el investigador Juan Armesto.

Foto: Cristian Frene Conget

Tomando ese ejemplo, asegura que en Chile urge proteger con mayor fuerza estos bosques, los cuales siguen desapareciendo alrededor del mundo, algo en lo cual concuerda también Cristián Frêne. “Es muy importante hacer un llamado de alerta y enfocar esfuerzos de conservación a escala de cuencas para reconectar estos bosques en el paisaje, especialmente donde están estos remanentes de bosques originales. En los territorios habitados por humanos, éstos también son la base para el buen vivir de comunidades rurales campesinas e indígenas, y dan a acceso a agua de calidad a toda la población, urbana y rural”, enfatiza el investigador del IEB.

El director del Centro de Investigación en Suelo Volcánicos, José Dörner, también respalda esta necesidad de cuidado, indicando que “necesitamos proteger estos bosques que no han sufrido grandes intervenciones humanas, porque entregan servicios ecosistémicos que son fundamentales para la sociedad”.



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