El ciclo urbano del agua se reconoce en un buen punto de partida para incorporar el nuevo marco normativo de la Ley del Cambio climático al tener muy integrado el control del riesgo y ver en la propuesta una oportunidad para fomentar la circularidad en la gestión el agua donde el sector ya es pionero



El control de riesgos, caudales ecológicos, gestión de la demanda, ahorro energético y avances en circularidad son algunos de los elementos clave que el proyecto de Ley de Cambio Climático, aprobada hoy por el Consejo de Ministros, incorpora a la gestión de los recursos hídricos en España para alcanzar los objetivos climáticos del Gobierno.
La Ley de Cambio Climático facilitará y orientará la descarbonización de la economía española a 2050, una descarbonización que tiene que ser socialmente justa.
Gestión del riesgo climático
El documento señala que la planificación y la gestión hidráulica deberán incluir un análisis de los riesgos derivados de los impactos previsibles que tendrá el calentamiento sobre el volumen de los caudales hidrológicos.
Este control de riesgos climáticos llevará a establecer nuevos sistemas de previsión y análisis para reevaluar los periodos de retorno ante las previsiones de una mayor frecuencia en los fenómenos climáticos extremos, en forma de torrencialidad o sequías extremas que lleven a poner más énfasis en la disponibilidad real del agua frente a la tradicional gestión de los recursos hídricos a partir de la demanda.
La finalidad es “anticiparse a los impactos previsibles del cambio climático, identificando y analizando el nivel de exposición y la vulnerabilidad de las actividades socio-económicas y los ecosistemas, y desarrollando medidas que disminuyan tal exposición y vulnerabilidad”, señala el anteproyecto.
Algunos de los principios que esboza la futura Ley de Cambio Climático ya estaban recogidos en la Directiva Marco del Agua y en los Planes Hidrológicos de Segundo Ciclo en España que ya incorporan Planes de Inundación y planes de Sequía. En ellos ya se gestiona a partir del control de riesgos y se diferencia incluso la situación de sequía rente de la de escasez.
Para los operadores del Ciclo urbano del Agua la Ley de Cambio Climático es una oportunidad para seguir avanzando en la circularidad del sector, donde ya es pionero tanto a nivel de desarrollo tecnológico como en la apuesta decidida del conjunto de las empresas que gestionan el agua urbana. Los operadores en los últimos años no han dejado de buscar la optimización y eficiencia de los recursos, la valorización de subproductos en todas las fases de la actividad y en la autosuficiencia energética.
Fernando Morcillo, presidente de la Asociación Española de Abastecimientos de Agua y Saneamiento (AEAS) afirma que “el ciclo urbano ya está más que acostumbrado a gestionar el agua con la incorporación del control de riesgos tanto en cantidad, calidad, garantía de suministro, y no solo en el ámbito climático sino incluso en el ámbito sanitario, como hemos podido ver durante la gestión de esta pandemia”.
En cuanto a la planificación hidrológica española, Fernando Morcillo insiste en que lleva mucho tiempo con consideraciones de orden climático, a la vista de que uno de los mayores impactos del cambio del clima se produce en los recursos hidrológicos, con fenómenos extremos mucho más frecuentes que han obligado a revisar el horizonte de análisis y a reevaluar los modelos predictivos.
En cuanto a la gestión del agua a partir de la disponibilidad real y no de la demanda, Morcillo señala que ya, con veinte años transcurridos del siglo XXI esta visión está incorporada a través de la Directiva Marco del Agua. “Este paradigma solo hay que terminar de implementarlo porque ya se tiene en cuenta como criterio”, comenta.
Donde el presidente de AEAS ve una oportunidad para los operadores del ciclo integral del agua es en la propuesta de desarrollar planes específicos que fomenten el uso de gases renovables, incluido el biogás, el biometano, el hidrógeno y no se prevé autorizar nuevos proyectos en energías fósiles, al tiempo que los beneficios fiscales a los productos de origen fósil deberán estar justificados por motivos de interés social o económico.
Morcillo destaca que aunque el agua no se ha tenido debidamente en cuenta como elemento trasversal en esta política estructural la posibilidad de contar con el uso del biogas , obtenido en parte del proceso de depuración de aguas residuales en el mix energético como energía renovable, será una oportunidad para seguir desarrollando la circularidad en los operadores del agua urbana.
“No se ha tenido en alta consideración el papel del agua en el binomio agua/energía pero la nueva consideración del biogás de las aguas residuales, permitirá al sector convertirse en un actor importante en esta área dada la extensión territorial de las instalaciones de depuración, tanto las biofactorías más modernas como las depuradoras de mediano tamaño.
Morcillo incide en apuntar que el sector del agua ha afinado mucho en los últimos años, tanto en consumos como en autosuficiencia energética y el aprovechamiento al máximo, siempre con voluntad de optimizar y valorizar todos los subproductos.
Para seguir avanzando en esta circularidad, desde AEAS apuntan a una necesaria reconversión tecnológica para medianas y pequeñas estaciones de depuración de aguas residuales para favorecer menor consumo o autosuficiencia.
Fomentando la instalación nuevos avances tecnológicos como la incorporación de microalgas, o los procesos anaeróbios en la depuración o la instalación de estructuras fotovoltáicas.
Hay una evolución tecnológica que permitiría reconvertirse hacia tecnologías basadas en microalgas, o técnicas de valor añadido que reduzcan consumos energéticos.
“Por nuestra forma de hacer y trabajar, nuestro oficio es cuidar el medio ambiente sobre todo en la fase de saneamiento y nuestros avances técnicos y de adaptación pueden ser muy útiles para estos objetivos”, señala el presidente de AEAS.
Seguridad alimentaria y gestión forestal
Otra de las novedades el texto de la Ley en el título dedicado a la adaptación es la consideración del cambio climático en la seguridad alimentaria.
Para ello, se establecerán objetivos estratégicos concretos, indicadores asociados y medidas de adaptación encaminados a mitigar los riesgos en seguridad alimentaria asociados al cambio climático, incluidos la aparición de riesgos emergentes alimentarios.
Asimismo, se añade una disposición sobre el fomento y mejora de la capacidad de absorción de los sumideros de carbono.
Ambos artículos se añaden a los artículos sobre adaptación al cambio climático en la planificación y gestión del desarrollo urbano, edificación e infraestructuras del transporte; protección de la biodiversidad frente al calentamiento global; política forestal y desarrollo rural; planificación y gestión del agua y de la costa.