Tras tres años de trabajo y gracias a las alianzas, el proyecto Conserval ha desarrollado soluciones y tecnologías innovadoras que permiten el aprovechamiento de las corrientes de aguas residuales de la industria conservera en Galicia y el norte de Portugal



Convertir residuos en recursos para lograr una economía circular es uno de los mayores retos de nuestro tiempo, pero el sector del agua parece decidido a impulsar su enorme potencial. La reutilización y la valorización de los efluvios residuales de industria, centros urbanos y sector agrícola sirven no solo para alcanzar los objetivos de sostenibilidad, sino también para atajar el aumento de precios de la materia prima extrayendo valor de productos que hasta hace poco se consideraban basura. En este sentido, Galicia es una de las regiones españolas que más está apostando por encontrar soluciones tecnológicas innovadoras que les permita avanzar en circularidad a través del agua, gracias a una alianza con el sector privado y las universidades que se traduce en proyectos de éxito como Conserval, cuyos resultados han sido presentados este martes en un evento en Santiago de Compostela (A Coruña) tras tres años de trabajo.
En concreto, Conserval se ha centrado en desarrollar tecnologías para la valorización de subproductos y aguas residuales del sector conservero en Galicia y el Norte de Portugal, una región europea que produce más de 350.000 toneladas de conservas pesqueras anualmente. Y es que, con este proyecto liderado por Cetaqua Galicia, no solo se ha buscado reducir el impacto ambiental de este sector sobre el medio marino, que es la fuente de la materia prima necesaria para la producción. También se ha estudiado cómo transformar las corrientes de residuos sólidas y líquidas en productos de mayor valor añadido y con un alto potencial de negocio. En concreto, hablamos de residuos convertidos en materias primas como ácidos grasos volátiles específicos, aceites de pescado con elevado contenido en Omega 3 e hidrolizados proteicos con alto valor.
Según han indicado los diferentes participantes en la jornada, titulada Conserval: hacia una industria conservera circular y celebrada en la Cidade da Cultura de Santiago, los resultados del proyecto solo pueden calificarse de éxito, ya que se han descubierto diferentes soluciones para transformar las aguas residuales de la industria conservera y alimentaria en recursos que pueden ser aprovechables directamente por las propias fábricas de conservas, aunque todavía falta escalar el proyecto para asegurar su viabilidad. Sin embargo, Cetaqua Galicia no ha estado sola en este empeño, ya que Conserval nace de una alianza entre diferentes administraciones y asociaciones sectoriales sin la que no hubiera sido posible lograr avances.
En concreto, el proyecto ha contado con el liderazgo también de ANFACO-CECOPESCA, principal patronal del sector conservero en España, su homólogo portugués de la Asociación Nacional de Industrias de Conservas de Pescado y Portugal, las universidades de Oporto y Santiago de Compostela y la Fundación Empresa-Universidad Gallega (FEUGA). «Este tipo de sinergias constituyen un referente en la gestión de las relaciones empresa-universidad, en la promoción y ejecución de proyectos colaborativos y en la implantación de la innovación empresarial», ha asegurado en el evento de este martes Rosa Quintana, conselleira del Mar de la Xunta de Galicia.


Para Quintana, este tipo de colaboraciones público-privadas no solo «apoyan el crecimiento económico y la creación de empleo cualificado», sino que también ayudan a dar pasos decisivos hacia «la implantación de un modelo de economía circular en Galicia y Portugal» que pueden tener importantes aplicaciones en España e incluso Europa. No en vano, hablamos de un proyecto colaborativo entre España y Portugal cofinanciado por el Fondo Europeo de Desarrollo Regional FEDER a través del Programa Interreg V-A España-Portugal (POCTEP) 2014-2020.
Generar valor a partir de residuos
«El proceso productivo de la industria conservera genera muchos residuos, por lo que con herramientas innovadoras las devolvemos al círculo de valor», ha asegurado Álvaro Silva, Project manager de Conserval en Cetaqua Galicia. Según ha apuntado, las innovaciones que se han desarrollado gracias al trabajo realizado estos últimos años han permitido crear nuevas tecnologías en la economía circular, pendientes de patente, e identificar nuevos modelos de negocio que ayuden no solo a mejorar la sostenibilidad del sector de las conservas sino también a crear valor en diferentes puntos de la cadena de producción. Para ello, ha indicado Silva, «ha sido necesario escuchar al tejido productivo para saber qué necesita exactamente y dar respuesta a sus diferentes retos en materia ambiental, social y económica».
En este sentido, uno de los productos con mayor potencial de mercado son los ácidos grasos volátiles (AGV), que despiertan un alto interés por su gran rango de aplicaciones y la alta demanda de mercado, pero que en general se extraen en la actualidad de los combustibles fósiles. “Son productos que podemos obtener a partir de recursos renovables, por lo que es necesario un cambio de tendencia hacia la bioproducción. Hay un alto potencial para la producción de AGV con aguas residuales de la industria alimentaria y la productividad es potencialmente incrementable a escala piloto”, ha explicado Tamara Casero, que también trabaja como Project manager en Cetaqua.
En este sentido, este centro tecnológico, referente en Galicia en lo relativo a la innovación vinculada al agua, ha liderado el proyecto Conserval como parte de su apuesta por la circularidad, uno de los grandes ejes en torno a los que gira su investigación. De hecho, en el propio evento celebrado en Santiago se ha puesto también en valor los esfuerzos de la unidad mixta CIGAT-Biofactoría, que ha logrado resultados reales en depuradoras ya instaladas, como la EDAR de Ourense. «Obtener productos de alto valor añadido a partir de la valoración de corrientes residuales, al tiempo que se incrementa la calidad de las aguas depuradas y se reducen los costes de instalación y explotación, es beneficioso para todos. Además, gracias a nuestro trabajo se pueden definir nuevos modelos de negocio para el sector productivo gallego», ha asegurado Celia Castro, responsable técnica del área de Biofactoría y Recuperación de Recursos de Cetaqua.


Es más, Castro ha incidido en el gran número de proyectos que tiene su centro en materia circular, como muestran los esfuerzos para recuperar polifenoles de las aguas residuales de la industria vitícola y aceitera o AGV de los lodos urbanos. Sin embargo, también ha advertido que ninguna de estas innovaciones tiene demasiado impacto si no va acompañado de un «proceso de industrialización y transferencia de conocimiento en curso, con estudios de viabilidad económico y modelos de negocio preliminares realizados», algo que también se encargan de hacer desde Cetaqua.
Sin embargo, para aprovechar todo el potencial de estas innovaciones es también necesario superar las diferentes barreras tecnológicas, económicas y ambientales que todavía tiene la recuperación de recursos de las aguas residuales. «Existen grandes desafíos para la industrialización de la producción de ácidos grasos volátiles a partir de corrientes residuales», ha apuntado Antón Taboada, que también es Project manager en Cetaqua Galicia y ha señalado retos como la necesidad de lograr economías de escala para rentabilizar ciertos tratamientos o la importancia de promover desde las administraciones un encaje normativo para impulsar la economía circular.
Una reutilización estratégica
En cualquier caso, existe una necesidad de resolver estos desafíos cuanto antes para poder aprovechar el potencial que la economía circular puede tener para regiones como Galicia, sobre todo en un contexto como el actual. «A día de hoy los ácidos grasos volátiles se obtienen sobre todo del petróleo, por lo que gracias a estas tecnologías se consigue no solo un desarrollo sostenible sino incluso una autosuficiencia que ahora mismo es estratégica», ha incidido Taboada. Además, hay que aprovechar el momento actual en el que la economía circular goza de una gran aceptación «tanto a nivel empresarial como social», ha asegurado Elena Andrade, profesora titular de Metodología de las Ciencias del Comportamiento en la USC.
En el mismo sentido se ha pronunciado Noelia Vilar-Vidal, gerente de Innovación y Transferencia Tecnológica de FEUGA, que considera que hay que «buscar un modo de reducir costes al tiempo que se lograr un valor añadido, se aumenta la competencia del sector y se sientan las bases de un auténtico modelo de economía circular». Y es que este modelo, además de resolver varias cuestiones de sostenibilidad vinculadas a nuestra actual producción lineal, puede tener grandes ventajas económicas. Por ejemplo, los diferentes productos que se pueden aprovechar de las aguas residuales de las conserveras se pueden aprovechar en mercados como los nutraceúticos, la alimentación ganadera y la fabricación de antioxidantes, que según Vilar-Vidal «van a crecer mucho en los próximos año»” y hacen de los ácidos grasos una materia prima «con un gran potencial económico y de rentabilidad».


El evento se ha cerrado con una mesa redonda de debate en la que han participado Mercedes Rodríguez Moreda, directora Xeral de Pesca, Acuicultura e Innovación Tecnolóxica de la Consellería do Mar; Leticia Regueiro, responsable de Sostenibilidad y Economía Circular de ANFACO; Gumersindo Feijóo, catedrático de Ingeniería Química de la USC; Roberto Alonso, Gerente del Clúster Alimentario de Galicia – CLUSAGA; y Josefa de León, vicepresidenta de VIRATEC, Clúster Economía Circular Galicia.
«El proyecto Conserval demuestra el compromiso de la industria conservera con la sostenibilidad. Demuestra que existe una voluntad, pero la inversión en I+D+i es muy costosa, especialmente para empresas pequeñas o medianas y los requisitos europeos avanzan rápidamente, por lo que se necesita apoyo público. Esto entra de lleno dentro del ODS 17, alianzas para lograr los objetivos y conseguir una tecnología racional e implementable rápidamente», ha apuntado Rodríguez Moreda en la mesa redonda, donde se ha producido un interesante debate sobre los siguientes pasos a dar para asegurar la sostenibilidad en la industria conservera. Por el momento, gracias a Conserval, ya se avanza en la buena dirección.
