Abrir el grifo tiene menos coste energético que el consumo de los aparatos

El coste energético de abrir el grifo en los hogares es menor que el consumo de los aparatos en stand by

El consumo energético de servicio del ciclo integral del agua por hogar es de 117 KWh, lo que supone menos que el gasto energético que se produce en el consumo “en espera” de los aparatos que habitualmente tenemos en los hogares, un ejemplo de eficiencia y Estrategia de economía Circular en los operadores del sector


Lograr que al abrir el grifo salga agua potable tiene un coste energético de 117 kilowatio-hora (KWh) por hogar, menos que lo que consumen los aparatos electrónicos «en espera»,  un ejemplo de las técnicas implementadas por los servicios de agua urbana para minimizar, en lo posible, la huella de carbono del sector del ciclo integral del agua.

Así lo puso de manifiesto el presidente de la Asociación Española de Abastecimientos de Agua y Saneamiento (AEAS), Fernando Morcillo, durante su participación en las VI Jornadas de Ingeniería del Agua, promovidas por la Fundación para el Fomento de la Ingeniería del Agua (FFIA) y el Capítulo Español de la International Association for Hydro-Environment Engineering and Research (IAHR).

Durante su intervención en la mesa redonda sobre los retos del sector, Morcillo ha explicado las claves de la contribución del sector del agua urbana a la economía circular y ha resaltado que la Estrategia de Economía Circular, impulsada por la Unión Europea, tiene una aplicación directa en los operadores de abastecimiento y saneamiento.

A partir de la formulación de dicha estrategia europea en el sector de los servicios de agua urbana se reconocen cuatro grandes apartados: reciclado y reutilización de materiales; producción, aprovechamiento y ahorro energético; valorización de subproductos y reutilización del agua (regeneración y suministro).

Además, ha añadido, la preocupación por el cambio climático se ve reflejada en la aplicación de diferentes técnicas implementadas por los servicios de agua urbana para minimizar, en lo posible, la huella de carbono del sector.

El aprovechamiento energético producido por el sector del agua es equivalente a suministrar energía eléctrica durante un año a una población de 150.000 habitantes
En ese sentido, el presidente de AEAS ha señalado que, en España, el consumo energético de servicio del ciclo integral del agua por hogar es de 117 KWh, lo que supone menos que el gasto energético que se produce en el consumo “en espera” de los aparatos que habitualmente tenemos en los hogares.

Asimismo, Fernando Morcillo ha destacado que el aprovechamiento energético producido por el sector se sitúa en torno a los 456 GWh/año, cifra equivalente a suministrar energía eléctrica durante un año a una población de 150.000 habitantes.

Además, el presidente de AEAS ha afirmado que el 72% de los operadores de los servicios de agua urbana cuenta con dispositivos de aprovechamiento energético, que se consigue a través de energías renovables y verdes.

El 40% de ese aprovechamiento se destina a autoconsumo.

Las formas de aprovechamiento en el sector se centran en aprovechamientos de biogás en Estaciones Depuradoras de Aguas Residuales (EDAR) y en el potencial hidroeléctrico de los caudales de agua empleados.

Asimismo, estas dos fuentes son las mayores generadoras de energía para el conjunto de los operadores.

El presidente de AEAS ha resaltado que, también en sintonía con la Estrategia de Economía Circular, en España se reutilizaron unos 268 hm³, alrededor del 7% del agua residual depurada y regenerada.

Respecto a la valorización de subproductos, Fernando Morcillo ha afirmado que los productos que se obtienen en mayor magnitud son los biosólidos, es decir, los fangos o lodos estabilizados que cumplen las condiciones legales exigidas para el uso agrícola o forestal, dadas sus características fertilizantes o de enmiendas orgánicas y acondicionadores complementarios del suelo.

La producción anual de fangos de depuración asciende a un total de 701.751 toneladas de materia seca −90 kilos de fango por persona y año−, de los cuales un 85% se destinan a agricultura (biosólidos), jardinería y silvicultura; un 10% a incineración o valoración energética; y un 5% van a vertedero.



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