El confinamiento decretado por el Estado de Alarma para frenar los contagios por coronavirus ha cambiado los patrones de compra de los hogares españoles que en las primeras semanas de marzo incrementaron un 49% el consumo de toallitas húmedas, el alimento del monstruo de las cloacas que provoca atascos que cuestan 230 millones de euros al año



Los efectos del COVID-19 continúan dejándose notar en las ventas del sector de gran consumo en nuestro país. Según datos aportados por la consultora Nielsen, durante las primeras semanas de marzo la facturación del mercado creció un 8,4% con respecto al mismo periodo del año anterior.
Por otro lado, en esta ocasión, la principal novedad frente a la semana previa ha sido que los productos frescos -que se apuntaron un alza del 9,5%- crecieron por encima de la alimentación envasada, que lo hizo un 8%.
Parte de ese incremento de la facturación de los canales de distribución se produjo en las categorías de productos de higiene.
Baste recordar cómo los primeros días en plena fiebre de “compras bunker” ante el temor a un desabastecimiento que nunca se ha producido uno de los productos más buscados fue el papel higiénico.
Las ventas de toallitas han crecido un 49%
Y no fue el único producto de los que terminan en el váter que ha crecido estos días en nuestras casas. El estudio de Nielsen muestra que, además del avance de termómetros clínicos (+262%), jabón de manos (+166%) y los artículos de botiquín (+63%), las ventas de toallitas corporales crecieron un 49% y los pañuelos de papel y tissues un 22%.
Las que mejor se comportaron las primeras semanas de confinamientos fueron las legumbres (+31%), el arroz y la pasta (+20%), las sopas y deshidratados (+19%), las conservas (+12%), el azúcar y los edulcorantes (+11%) y los aditivos de cocina (11%).
Finalmente, destaca el auge de las compras online en el citado periodo, en comparación con la misma semana del año anterior, ya que se ha producido un incremento del 39,3%, siguiendo la estela de los días previos, cuando también se anotó un alza a doble dígito.
La organización de consumidores FACUA ha alertado de que el incremento del uso de toallitas conlleva el riesgo de que terminen en el váter, y recuerda que las toallitas húmedas “están hechas de microfibras y microplásticos y pueden atascar las tuberías si las tiramos por el retrete, ya que pueden pasar hasta un mes en el agua sin degradarse».
FACUA apunta que «no existe una certificación española o de la UE que identifique qué toallitas se pueden arrojar al WC, por lo que si algún producto incluye algún sello en este sentido sería no oficial y puede inducir a engaño».
La costumbre de tirar residuos sólidos por el retrete cuesta a España entre 4 y 6 euros por habitante y año, cifra que llevada al ámbito nacional supone más de 230 millones de euros que se ahorrarían si por el inodoro solo arrojásemos “las tres P, pipí, popó y papel higiénico”.
Los españoles tiramos 10 kilos de residuos sólidos por habitante y año por el inodoro y su retirada cuesta en torno a los 230 millones de euros al año
Sólo atendiendo a estas indicaciones se pueden evitar los problemas medioambientales y económicos provocados por obstrucciones y daños en hogares, redes de alcantarillado, equipos de bombeo y estaciones depuradoras.
La recogida de estos residuos supone una exposición a situaciones con un potencial riesgo en materia de seguridad y salud laboral para las brigadas del personal encargado de limpiar y deshacerse de los “monstruos de las cloacas”.
Además de los citados sobrecostes que encarecen en un 10-15% las actividades de mantenimiento, tratamiento y depuración de las aguas residuales y problemas mediambientales derivados de un mal funcionamiento de las instalaciones.
En este sentido, los fabricantes de toallitas y papel higiénico húmedo, conscientes del problema económico y medioambiental que provoca el mal uso del inodoro para desechar estos productos, que llegan hasta los 230 millones de euros al año, trabajan para garantizar la implementación de un nuevo etiquetado antes de septiembre de 2020.
Este nuevo etiquetado responde al compromiso del sector con la mejora de la evaluación técnica de los productos y a armonizar la información al consumidor según la Norma UNE sobre productos desechables por el inodoro que hicieron obligatoria el pasado mes de marzo de 2019 con motivo del Día Mundial del Agua.
Esta distinción permitirá diferenciar entre conceptos como biodegradable o dispersable. Según explicó para este diario la directora general de Stanpa patronal de la industria coméstica, Val Díez, “las toallitas se comportan como una manzana: aunque sean biodegradables, si las echas al inodoro, se atasca”.
Con el fin de dar una respuesta eficaz a la problemática de los atascos en los sistemas de saneamiento, la Asociación Española de Normalización (UNE), a través de su Comité de Ingeniería del Agua, publicó en febrero de 2019 la Norma 149002:2019 sobre productos desechables en el inodoro.
La norma, pionera en Europa, incorpora estándares más ambiciosos y establece unas reglas claras y compartidas a seguir por los productores de toallitas, papel higiénico húmedo y otros productos desechables.
Éstos deben superar hasta cinco ensayos que acrediten que cumplen con los criterios de aceptación en materia de composición, sedimentación, dispersión, desintegración y biodegradación.
Asimismo, la norma establece el marcado, etiquetado y los mensajes que se deben utilizar en los productos que cumplan con el estándar, para asegurar que sólo acaben en el inodoro aquellos que efectivamente sean desechables.