La Semana Mundial del Agua ha dado comienzo dejando claro un mensaje: el agua está en el centro de la crisis climática y si no la protegemos no podremos proteger a gran parte de la población mundial. Un reto que necesita la implicación de todos



La Semana Mundial del Agua comenzó este lunes en Estocolmo tras el parón de un año que impuso la pandemia a las grandes citas globales. Esta edición, eminentemente virtual y con una extensa agenda, quiere liderar el movimiento que el planeta debe emprender en un momento crucial y en relación a su recurso más importante: el agua.
En la sesión inaugural, que se celebró entrada la tarde, tras una intensa mañana de ponencias de alto nivel, el mensaje fue claro. Debemos pasar de las palabras a la acción. «Estamos perdiendo el planeta muy rápido. Si no protegemos el agua no podremos proteger a la gente y no habrá futuro para el planeta», señaló Per Olsson Fridh, ministro de Cooperación Internacional para el Desarrollo de Suecia.


Para el ministro, la economía azul es la clave para la transición sostenible de los países. «No podemos enfocarlo como un problema individual. Si no trabajamos juntos no podremos conseguirlo. Si algo nos ha enseñado la pandemia es que o avanzamos todos o no lo hacemos nadie», aseguró.
En el mismo sentido habló Amina Mohammed , vicesecretaria general de las Naciones Unidas y presidenta del Grupo de Desarrollo Sostenible de la organización, que colocó el ODS6, agua limpia y saneamiento para todos, en el centro del resto de objetivos. «Debemos pensar cuidadosamente los próximos pasos porque no podemos fallar. El agua es crucial para la salud, la alimentación, el bienestar y el progreso de la población, la igualdad entre mujeres y hombres, el equilibrio de los ecosistemas, el desarrollo de la acción climática… y el agua es el recurso más castigado por el calentamiento global. Debemos ser ambiciosos y poner el agua en el centro de todos los esfuerzos que debemos hacer si queremos tener un planeta con futuro», aseguró Mohammed.


A pesar de los datos desalentadores en el progreso mundial hacia los ODS, la vicesecretaria general de las Naciones Unidas se mostró esperanzada porque la sostenibilidad está adquiriendo cada vez más importancia en las economías de todo el mundo. «Necesitamos más inversiones, más alianzas, más decisión para poder avanzar juntos y cuidar de los más vulnerables», señaló.
El agua, en el centro de la crisis climática
La sesión de inauguración contó con una lección magistral de Johan Rockström, director del Instituto de Potsdam para la Investigación del Impacto Climático, uno de los científicos de referencia mundial en materia de agua y clima.
En primer lugar, Rockström hizo un repaso de los datos del último informe del IPCC que hace apenas dos semanas dejó muy clara la situación crítica en la que nos encontramos. «La humanidad ante un reto sin precedentes. La crisis climática es una crisis del agua y los gobiernos no pueden cerrar más los ojos», señaló.


El científico desgranó los eventos extremos que han azotado el planeta en el último año, así como los puntos de inflexión conectados con el agua (cambios en las corrientes marinas, aceleración del deshielo marino y terrestre, rupturas en los patrones de los monzones, desequilibrios graves en los ecosistemas marinos, agotamiento de la capacidad de absorción de CO2 marina…) y aseguró que la conexión entre ellos puede «hacer que todo se caiga como un castillo de naipes».
Además, Rockström destacó la importancia del ODS6 en la base del camino hacia la sostenibilidad. «El agua es el comienzo, es clave para la estabilidad de la Tierra. Sin ella no podemos conseguir el resto de objetivos y con ella se avanzará decisivamente en todos», señaló. Y por encima de todos, el ODS17, alianzas para lograr un futuro para todos.


Sin duda un mensaje que presidirá la Semana Mundial del Agua para mover conciencias. Si perdemos el agua, lo perdemos todo.
