Cultura Minoica, fantasía y excelencia hídrica - EL ÁGORA DIARIO

Cultura Minoica, fantasía y excelencia hídrica

Cultura Minoica, fantasía y excelencia hídrica

Considerada la primera civilización de Europa, los minoicos consiguieron con el control del agua poner las bases de la posterior cultura helena, cuna de gran parte de la cultura europea


Óscar Calero | Especial para El Ágora
Madrid | 11 junio, 2021


La imaginación es infinita, y de esto las culturas mediterráneas saben mucho. La mitología trata además de justificar todo lo empírico, incluso lo más cotidiano, por medio de grandes gestas, hazañas, dramáticos episodios con un aire de fantasía inigualable construyeron los cimientos de una sociedad.

Quizás cuando uno piensa tan extraordinariamente por encima de la realidad es capaz de realizar cosas increíbles. Del Minotauro, ni rastro, pero podemos imaginar el escenario de su desgracia en la increíble planta del Palacio de Cnosos. Un laberinto tan perfectamente diseñado como en el mito que nos contaron los minoicos.

En 2013, un equipo de arqueólogos descubrió en Creta un astillero de época minoica que data de unos dos mil años a.C. El desarrollo de una sociedad surgida en una isla rodeada de agua solo podía ser posible dominando el medio acuático. Hasta la localización de este astillero sabíamos de la existencia de embarcaciones minoicas como parte importante para su desarrollo económico. Pero el descubrimiento añade un valor añadido impensable para una cultura de la Edad del Bronce.

Sin referencias notorias a su alrededor, los minoicos consiguieron un nivel tecnológico impropio de su época. Concebir un astillero como plataforma para la construcción de embarcaciones sofisticadas evidencia que nos encontramos ante una cultura muy avanzada para su tiempo. El astillero encontrado en la costa de Kókino Jáni fue una infraestructura que podía construir embarcaciones de hasta cincuenta metros. Una vez terminadas se documenta un extraordinario sistema de poleas para su traslado a un tanque de agua unido con canales que derivarían en el mar.

minoica
Vista exterior de las ruinas del Palacio de Cnosos, en Creta (Grecia).

Lo más sorprendente de la etapa minoica ya no es la complejidad de sus construcciones sino elevarlas a la excelencia por encima del pragmatismo de las mismas. Un legado que heredará sin dudarlo la posterior gran cultura griega. Es un factor diferencial que queda plasmado en su santo y seña, los palacios. El epicentro de la vida cretense. Un faro deslumbrante que desborda interés por el lujo, la elegancia y el gusto gratuito. Un nuevo concepto de sociedad donde la comodidad forma parte de lo necesario. El Palacio de Cnosos, la joya de la corona es el ejemplo perfecto para conocer el pensamiento minoico a la hora de construir.

Más allá del sensacional envoltorio evidente, de un cromatismo visual único, es asombroso descubrir las entrañas del edificio. Solo el elemento del agua aseguraba la supervivencia de la sociedad y los ingenieros minoicos diseñaron unas estructuras hidráulicas pioneras que demostraban el nivel de conocimiento de sus profesionales. Son evidentes los restos de pozos para la acumulación de agua en casi todas las estancias.

Los minoicos recolectaban el agua y con distintos sistemas la canalizaban hasta llegar a un entramado de tuberías de terracota que la distribuía por todo el palacio. El tipo de construcción de estas tuberías muestra por primera vez un manejo del agua a distintas presiones para un abastecimiento arbitrario según convenía. La que es considerada por muchos como la primera civilización occidental también cuidó los sistemas hidráulicos de desecho. El alcantarillado todavía se conserva en la mayoría de los palacios encontrados y villas de nobles en correcto funcionamiento hoy en día. A medida que la puesta en práctica de estos sistemas iba teniendo éxito, los ingenieros minoicos fueron avanzando en sus diseños. Arqueólogos británicos aseguran que algunas de las líneas de tuberías distribuían agua caliente para el aseo personal.

Los ingenieros minoicos diseñaron acueductos que luego serían la panacea en culturas posteriores para transportar agua

El clima jugó un papel determinante para establecer las estrategias hídricas. Veranos e inviernos muy largos que obligaban a acumular los recursos para épocas de escasez. Los ingenieros diseñaron acueductos que luego serían la panacea en culturas posteriores para transportar agua. Mavrokolybos estaba a medio kilómetro de Cnosos a una elevación de 100 metros para salvar el desnivel del terreno.

Muchas de las canalizaciones derivaban en cisternas de acumulación. La distribución, como ya sabemos a través de tuberías, se extendía por todo el centro palacial y otro porcentaje para irrigar las tierras. Había épocas de mucha inestabilidad fluvial con grandes tormentas para lo que nos encontramos con otra de las maravillas del interior de los palacios. Unas bajantes a modo de escaleras parabólicas que mecían las aguas torrenciales para frenar su velocidad. Tras cada giro de la espiral, unos pozos hacían de depósito de las impurezas. Un diseño maestro para domesticar la crueldad en ocasiones del agua.

La navegación marítima fue el motor económico de la civilización minoica. Creta se convirtió en el eslabón perfecto de las relaciones comerciales entre Oriente y Egipto. Sabemos que la sociedad prehelénica nunca tuvo recursos militares de defensa. Todos sus esfuerzos en la ingeniería naval fueron destinados a construir embarcaciones de alto nivel. Su fiabilidad y desarrollo tecnológico hacían de la flota minoica una defensa en sí misma.

EL fresco del minotauro que se conserva en el Palacio de Cnosos, en Creta (Grecia).

A pesar de tal demostración de poderío tecnológico que situaba la isla de un lugar de los más avanzados de la época nunca se perdió la esencia mística de esta cultura. El resultado debía resplandecer y responder ante el amparo mitológico que daba sentido a la existencia terrenal. Así, por ejemplo, la ingeniosa forma de dirigir el agua torrencial haciéndola circular estableció un paralelismo con la luz. En Cnosos la iluminación era agua también, y por medio de corredores y ventanas estratégicas hacían pasar los rayos intencionadamente por las estancias. Había más, llevaron la luz hasta pozos subterráneos a semejanza de las bajantes en lo que se ha denominado los baños lustrales, que siguen siendo producto de debates a cerca de su función.

Nada se sabe de si Minos fue un rey o una divinidad. La leyenda se confunde con la realidad y mientras tanto hizo de eje para que todo encajara en el mismo plano. Podemos dejarnos llevar y pensar que Teseo entró en aquel laberinto ayudado por Ariadna e imaginar un duelo fascinante con el Minotauro hasta acabar con él. O si Dédalo, el arquitecto y matemático que diseñó el escenario del mito fue tal y como nos describen los pensadores minoicos. La imaginación es infinita, pero también libre y se hace magia cuando borramos la frontera que traspasa el binomio realidad-ficción. Los minoicos supieron sacarle partido a esta fórmula dejando huellas palpables. En un guiño característico de su cultura dejaron, además, la puerta abierta a la ilusión.



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