Según la última actualización de los indicadores de progreso del ODS 6, solo el 32% de las aguas residuales recibe algún tipo de tratamiento antes de volver al medio natural. La depuración es la clave para proteger los recursos hídricos, preservar los ecosistemas y avanzar en circularidad



La crisis del COVID-19 ha provocado una enorme alteración del desarrollo sostenible. Sin embargo, incluso antes pandemia, el mundo estaba muy lejos de cumplir el Objetivo de Desarrollo Sostenible 6: garantizar el agua y el saneamiento para todos de aquí a 2030. Este objetivo se ha convertido en una prioridad para los países comprometidos con la Agenda 2030, ya que sin agua no se podrá lograr el resto de metas ni el fin último de la estrategia: crear un mundo mejor y más sostenible.
Para ello, será fundamental una mejor gobernanza y coordinación entre sectores y fronteras geográficas. Tenemos que hacer mucho más y hacerlo mucho más rápido. Naciones Unidas ha señalado que se debe duplicar los esfuerzos, en algunos casos cuadruplicar, para alcanzar las metas del ODS6, así como movilizar 1,7 billones de dólares adicionales, tres veces más que el nivel actual de inversión en recursos hídricos e infraestructura. Para lograrlo, son imprescindibles las alianzas entre gobiernos, sector privado y organizaciones filantrópicas, así como una apuesta decidida por las tecnologías y métodos innovadores.
Con el objetivo de tener información sobre cuál es la situación real del agua en el planeta, los progresos que se están realizando, cuáles son los pasos que hay que dar y conocer las prácticas que mejores resultados están obteniendo, los distintos organismos de Naciones Unidas realizan informes periódicos sobre los distintos indicadores de progreso del ODS 6. Es el caso de ONU Hábitat que se encarga del indicador 6.3.1. relativo al progreso en materia de saneamiento y tratamiento del agua en el mundo.
La meta 6.3. del ODS 6 busca reducir a la mitad la proporción de aguas residuales vertidas en cuerpos de agua e incluye dos indicadores complementarios para monitorear el progreso: la proporción de flujos de aguas residuales industriales tratados de forma segura(6.3.1) y la proporción de cuerpos de agua con buena calidad de agua ambiental (6.3.2).
El indicador 6.3.1 tiene como objetivo rastrear el porcentaje de flujos de aguas residuales de diferentes fuentes puntuales (hogares, servicios, industrias y agricultura) que se tratan de conformidad con estándares nacionales o locales. La desagregación y análisis de volúmenes de aguas residuales y cargas de contaminación por diferentes fuentes pueden ayudar a identificar contaminadores, y en consecuencia, aplicar la regla de «quien contamina, paga» para minimizar la liberación de productos químicos peligrosos y mejorar tratamiento.
El informe de ONU Hábitat denuncia los pocos datos a nivel mundial que se tiene sobre este indicador, ya que los países no facilitan la información solicitada por los organismos internacionales. El estudio solo incluye datos de 42 países (que representan el 18% de la población a nivel mundial) que reflejan que solo el 32% de las aguas residuales reciben algún tipo de tratamiento.


En cuanto a las aguas residuales industriales tratadas la proporción fue del 30% y solo se pudo calcular para 14 países (que representan el 4% de la población mundial). Los datos limitados disponibles, incluso entre países de altos ingresos, no permiten una estimación global o regional fiable, aunque en este ámbito industrial es donde la ONU denuncia que hay más contaminadores de los recursos hídricos.
Sí hay más datos sobre los hogares, con la participación de 128 países, que representan el 80% de la población mundial. En 2020, a nivel mundial, el 56% de los flujos de aguas residuales domésticas recibieron algún tratamiento. El informe habla de «amplias disparidades» regionales que van desde el 25% de aguas domésticas tratadas al 90%, lo que indica que el progreso en depuración sigue siendo muy desigual en todo el mundo.
Depurar para avanzar en circularidad
El informe destaca que el seguimiento de los caudales de aguas residuales generados por diferentes fuentes y actividades económicas es clave para la aplicación de la regulación con el fin de reducir la contaminación por vertidos y proteger los recursos hídricos. Además, aumentar la tasa de depuración permitirá la reutilización del agua, restando presión a los cada vez más escasos recursos hídricos, y avanzar en circularidad aprovechando los valiosos recursos que se pueden obtener de las aguas residuales.
ONU Hábitat recuerda que mejorar la gestión de las aguas residuales no es solo fundamental para proteger la recursos hídricos por contaminación fecal y enfermedades transmitidas por el agua y proteger los ecosistemas acuáticos de los la eutrofización, los productos químicos o la contaminación plástica, sino también para mitigar y adaptarse al cambio climático. En un contexto de reducción generalizada de las reservas de agua a causa de sequías más frecuentes y agresivas, la reutilización del agua es la única solución para conseguir un desarrollo sostenible y consecuente con los recursos hídricos disponibles.
Además, el informe destaca la utilidad de las aguas residuales como herramienta de alerta temprana y vigilancia de enfermedades, como se ha demostrado en la pandemia de covid-19. La monitorización de estas aguas y su utilidad para tomar decisiones sanitarias certeras las convierten en un recurso vital en materia de salud pública más allá del coronavirus.
