El reciente temporal primaveral que pasó por agua la Semana Santa ha tenido un alcance sin precedentes en el Levante peninsular. En ciudades como Alicante, las copiosas precipitaciones han podido regularse satisfactoriamente gracias a infraestructuras como los tanques de tormenta y los parques inundables



La gota fría que pasó por agua la pasada Semana Santa dejó en apenas cinco días el doble de precipitaciones habituales en una primavera convencional, y además durante los días 17 y 22 de abril se contabilizaron 12.282 descargas procedentes de rayos.
La Península se vio afectada por una borrasca aislada en niveles medios y altos de la atmósfera acompañada de un intenso viento de levante (del este) en superficie entre los días 18 al 22 de abril cuyo resultado ha sido un temporal primaveral de Levante sin precedentes.
La última fase del temporal, la más intensa, tuvo lugar el día 21 cuando un sistema convectivo mesoescalar (un grupo de tormentas organizadas que ocupan mayor extensión espacial que las individuales y que suelen persistir varias horas o más) se formó frente a la costa de Alicante.


Impactó en el norte de la provincia y sur de la de Valencia, dando paso a precipitaciones de intensidad muy fuerte, localmente torrencial, y de carácter tormentoso.
Esta inusual Semana Santa «pasada por agua» podía hacer prever múltiples problemas de inundaciones en la ciudad de Alicante, donde el temporal que comenzó el 18 de abril dejó un acumulado total de 116 litros por metro cuadrado según datos oficiales proporcionados por el observatorio de Ciudad Jardín.
El responsable de la Red de Alcantarillado de Alicante, Luis Cutillas, en declaraciones a ÁGORA destaca que las cifras han sido similares a las registradas en el año 1997, cuándo las terribles riadas dejaron una importante lección que ha servido para que Alicante sea hoy un ejemplo de resiliencia tras las tormentas para toda Europa.
Y es que, a pesar de las lluvias torrenciales, con intensidades máximas registradas de 90 litros a la hora por metro cuadrado, Alicante no vivió durante esos cuatro días ningún problema significativo de inundaciones, y se realizó una correcta gestión de las escorrentías superficiales, la captación del agua acumulada y su transporte en la red de alcantarillado, afirma Cutillas.
Tradicionalmente los problemas ocasionados por lluvias en la ciudad se producen en los puntos bajos de la misma, próximos a la línea de costa, donde se acumulan los aportes de escorrentía de las zonas altas de la ciudad. La pendiente de las calzadas favorece el estancamiento y la capacidad de evacuación de los colectores suele ser más reducida.
«Los grandes colectores antirriadas de la ciudad construidos tras las inundaciones de finales del siglo pasado funcionaron de manera adecuada, evacuando los caudales pluviales generados en el centro de la ciudad y Playa de San Juan hacia los principales barrancos que la circundan y al mar», afirma el responsable de la Red de Alcantarillado de Alicante.


Cutillas destaca las dos infraestructuras pioneras levantadas por Aguas de Alicante, que han vuelto a ser ejemplo de buenas prácticas en la gestión de la escorrentía urbana y el potencial uso posterior del agua pluvial: el depósito anticontaminación Ingeniero José Manuel Obrero y el Parque Inundable La Marjal.
Estas dos infraestructuras destacan porque, además de mantener su función hidráulica, aportan un valor social añadido para los ciudadanos.
Durante el pasado temporal, el depósito anticontaminación ubicado en el barrio de San Gabriel almacenó hasta 70.000 m3 de aguas unitarias, evitando con ello el alivio de esta cantidad al medio receptor.
Por su parte, el parque inundable La Marjal entró en funcionamiento, almacenando un total aproximado de 1.800 m3 de aguas pluviales, lo que se traduce en un incremento de unos 13 centímetros sobre la lámina de agua permanente del parque.
En ambos casos, insiste Cutillas, las aguas almacenadas serán enviadas a la estación depuradora para su tratamiento y regeneración, reutilizándose entonces para el riego de zonas verdes, baldeo de calles e incluso para la limpieza de la propia red de alcantarillado.
Los mecanismos de gestión de la ciudad de Alicante la han situado una vez más a la cabeza de las ciudades resilientes y abren la senda para adaptar la costa levantina a los fenómenos de sequía y aguas torrenciales que anuncia el cambio climático.
Parques urbanos inundables y tanques de tormenta son sistemas idóneos para modular el efecto de las lluvias torrenciales
En relación a los episodios de lluvia torrencial, los retos son construir colectores de agua pluvial de gran capacidad, depósitos pluviales y espacios públicos inundables; adecuar los sistemas tradicionales de alcantarillado a lluvias intensas; crear sistemas de alerta a las poblaciones (apps específicas en móviles); y poner en marcha sistemas de drenaje urbano sostenible.
El uso de aguas pluviales (retenidas en depósitos o en parques inundables) constituye una alternativa de extraordinario interés para paliar la escasez natural de recursos hídricos e incrementar la resiliencia de estos territorios ante los posibles efectos que tendría el cambio climático en áreas mediterráneas.
El parque inundable de la Marjal es una obra pionera en Europa inaugurada en 2015 para dar solución a los problemas de las inundaciones.
Esta infraestructura es capaz de retener hasta 45.000 m3 ante a una lluvia de alta intensidad, y posteriormente, derivar las precipitaciones recogidas a la red de drenaje o a la depuradora para su reutilización.
Asimismo, en tiempo seco, se utiliza como zona recreativa dotando de un valor social añadido a la función hidráulica.
El parque inundable cuenta con un vaso retenedor formado por un estanque permanente que almacena habitualmente agua regenerada procedente de las depuradoras de Alicante.
Durante la lluvia, se inunda la zona de vegetación de ribera adyacente hasta alcanzar su capacidad máxima.
