Gestionar riesgos y no crisis para convivir con los desastres naturales

Gestionar riesgos y no crisis para convivir con los desastres naturales

En un mundo en el que los fenómenos extremos se convertirán en una norma, las soluciones tecnológicas y digitales del sector del agua están a la vanguardia de una nueva gobernanza basada en la resiliencia frente a los desastres naturales


Los desastres naturales, y sobre todo aquellos relacionados con el agua, no han parado de aumentar durante los últimos 50 años, causando millones de muertes y dólares en pérdidas allá donde han tenido lugar. Solo en Europa, estos eventos naturales catastróficos ocasionaron la muerte de casi 160.000 personas y daños que rozan los 500 mil millones de dólares, según la Organización Meteorológica Mundial (OMM).

Sin embargo, esto es solo el principio. Algunos informes advierten que, de seguir con el actual ritmo de emisiones, los niños nacidos en el 2020 enfrentarán en promedio el doble de incendios forestales, 2.8 veces más pérdidas de cosechas, 2.6 veces más sequías, 2.8 veces más inundaciones de ríos y 6.8 veces más olas de calor durante sus vidas que las personas nacidas en 1960.

En vista de estos escenarios climáticos y la amenaza no solo de la actual pandemia, sino de otras futuras, la reducción de la mortalidad y del número de personas heridas y desplazadas y que pierden sus medios de vida nunca ha sido más difícil que ahora. La Organización de las Naciones Unidas (ONU) como respuesta adoptó en el 2015 el Marco de Sendai para la Reducción del Riesgo de Desastres 2015-2030, que con siete metas 38 indicadores pretende reducir de forma sustancial el riesgo de los desastres naturales y las pérdidas ocasionadas por los ellos.

Por una designación de la Asamblea General de las Naciones Unidas, este miércoles se celebra el Día Internacional para la Reducción del Riesgo de Desastres (DIRRD) con el propósito de promover una cultura de reducción del riesgo de desastres a nivel mundial. En la jornada de este año la ONU se ha querido centrar en la sexta meta, que no es otra que aquella que pretende “mejorar considerablemente la cooperación internacional para los países en desarrollo mediante un apoyo adecuado y sostenible que complemente las medidas adoptadas a nivel nacional para la aplicación del presente Marco para 2030”.

Los vecinos reparan los destrozos causados por las inundaciones en Los Nietos, en la costa del Mar Menor. | Foto: EFE/ Marcial Guillén
Los vecinos reparan los destrozos causados por las inundaciones en Los Nietos, en la costa del Mar Menor, en septiembre del 2019 | Foto: EFE/ Marcial Guillén

“La cooperación internacional debe aumentar para apoyar a los países que resultan afectados por el clima, para que comiencen con las prioridades de adaptación sostenible que aumentan la resiliencia y reducen el riesgo”, destaca la ONU, que además enfatiza que sin colaboración no podría darse contemplarse los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).

Precisamente con colaboración el sector del agua ha podido adaptarse y adaptar la gobernanza del riesgo de desastres a este nuevo escenario que clama una visión a largo plazo de los desafíos que nos pueden afectar, sobre todo en las ciudades. Y es que será en estos núcleos urbanos, que prometen aglutinar al 80% de la población mundial, donde la lucha por la supervivencia se materialice.

Ejemplos como la DANA que afectó a la Vega Baja del Segura, en Alicante, en septiembre del 2019 constituyen la prueba de lo que está por venir en los asentamientos humanos y de la fuerza de la unión entre actores implicados.

En este sentido, la Diputación de Alicante y Agbar, compañía referente en la gestión sostenible del ciclo urbano del agua y servicios tecnológicos medioambientales,  firmaron un convenio de colaboración para dar a luz a Smart River BasinCuencas Fluviales Inteligentes-, una herramienta digital que permitirá a los ayuntamientos de la zona, entre otras acciones, analizar mediante simulaciones la capacidad de las principales infraestructuras existentes para mitigar los efectos de las inundaciones y evaluar medidas alternativas para mejorar su resiliencia.

“Se basa en el enfoque de gestionar riesgos en lugar de gestionar crisis, antes, durante y después de los episodios de lluvia intensa, inundaciones e incluso sequías”, indican los gestores de la herramienta.

Un escudo contra el agua

En tiempos de calma, la Marjal en Alicante funciona como un espacio verde que cualquiera que lo desee puede visitar y disfrutar, pero cuando las lluvias extremas desembarcan, esta infraestructura funciona como un escudo que protege a los habitantes de la ciudad de las temibles inundaciones.

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Parque inundable La Marjal de Alicante.

Su eficacia se ha mostrado en diversas ocasiones, pero la del episodio de agosto del 2019 fue la más sorprendente. En aquel mes, en solo unas horas cayó un tercio del agua acumulada que registra la ciudad en todo un año. Cualquier otro sistema se hubiese visto comprometido, pero La Marjal actúo como debía, almacenando 22.000 metros cúbicos de agua, que es el equivalente a unas 12 piscinas olímpicas de dos metros de profundidad.

Sin la retención de semejantes cantidades de agua seguramente que Alicante se hubiese transformado en una ciudad distinta a la que acostumbramos a ver, con calles llenas de agua y miles de euros en daño que, posiblemente, hubiesen dejado cicatrices en la metrópoli y en la mente de sus habitantes.

Con esta idea, la compañía de gestión del agua quiere explotar los beneficios de la digitalización en beneficio de la sociedad, con el centro de operaciones y soluciones digitales de Dinapsis como abanderado e Hidraqua como aliado. Y es que con la información de este centro decenas de municipios ya tienen a su alcance una poderosa herramienta que anticipa hasta con 15 días de antelación los focos de peligro en una zona ante un posible temporal catastrófico.

Las tecnologías predictivas y de alerta WiCast y FloodAler son las encargadas de dar vida a este ‘ángel de la guarda hídrico’ al ofrecer información en tiempo real de las condiciones meteorológicas actuales y futuras en espacios determinados, así como los lugares en los que se producirían las acumulaciones de agua de lluvia en el territorio con horas de antelación.

Aderezado con los datos de las Agencia Estatal de Meteorología (Aemet), se completan los informes que envían inmediatamente a los responsables de la gestión hídrica y de los municipios para poner en marcha los protocolos de actuación lo antes posible.

Con cimientos similares, el proyecto BINGO, que ha involucrado a 20 socios europeos, incluyendo centros de investigación e innovación, administraciones locales y empresas del agua, construye resiliencia en la ciudad de Badalona.

 

En este caso, el proyecto ha permitido suministrar información de calidad al ayuntamiento del municipio para decidir qué medida implementar en el futuro para hacer frente a los efectos del cambio climático. Entre esas posibles iniciativas se encuentra la ampliación de la red de alcantarillado actual y la implementación de un sistema urbano-marino de drenaje integrado que permitirán la recogida, el tratamiento y la evacuación del agua de lluvia de una manera más eficiente y sostenible.

Además, dentro del proyecto, se considera como posible instalar un sistema integral de alerta temprana en caso de lluvias, inundaciones y vertidos y desarrollar una plataforma de modelización 1D-2D para la evaluación de los riesgos e impactos sociales, económicos y medioambientales -directos e indirectos- de las inundaciones en la ciudad (sobre los peatones, vehículos, edificios y negocios), incluyendo mapas de geolocalización y simulaciones. Todo ello con información en tiempo real.

Los temas relativos a la gobernanza del riesgo de desastres se han puesto claramente de manifiesto durante este año, a medida que se ha venido acumulando más pruebas sobre la incapacidad de muchos países de tomar en cuenta la ciencia y las alertas basadas en evidencia, así como para prepararse adecuadamente frente a diversas amenazas mundiales.

Proyectos como estos no hacen sino cerrar una brecha que podrá ser insalvable si no se toman las medidas necesarias en el presente, y más en un país como España, definido como «uno de los más afectados por el cambio climático».



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