Día Mundial del Saneamiento: inversión para blindar este derecho humano

Día Mundial del Saneamiento: inversión para blindar este derecho humano

En el Día Mundial del Saneamiento, la ONU nos invita a reflexionar sobre la importancia de los inodoros y las más de 3.600 millones de personas que no tienen a su alcance un sistema de saneamiento gestionado de forma segura. Para enterrar esta brecha, la organización señala que será necesario cuadriplicar las inversiones de aquí a 2030


La brecha entre las regiones desarrolladas y el tercer mundo cobra infinidad de dimensiones, pero tal vez es en el agua y en el saneamiento donde el reflejo de las desigualdades presenta un mayor calado. El motivo para la Organización de las Naciones Unidas es sencillo: ambos factores se presentan como el pilar básico del desarrollo humano, así como un seguro que garantiza la vida humana. Sin ellos no habría progreso y mucho menos un horizonte claro para los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).

Por este motivo, en el año que nacieron los ODS, la Asamblea de las Naciones Unidas reconoció explícitamente el derecho humano al agua y al saneamiento, reafirmando que el agua potable limpia y el saneamiento son esenciales para la realización de todos los derechos humanos, con el fin de “estimular a la comunidad internacional y a los gobiernos para que redoblen sus esfuerzos para satisfacer las necesidades humanas básicas”.

retrete

Si bien aquel movimiento cosechó algunos éxitos, hoy, en el Día Mundial del Saneamiento, íntimamente relacionado con el saneamiento, la ONU recuerda que aun queda un largo camino que recorrer con el eslogan “¿A quien le importan los retretes?”.

El Día Internacional del Retrete fue inaugurado por la World Toilet Organization en el 2001 y desde el 2013 la Asamblea General de las Naciones Unidas declaró el 19 de noviembre como un Día Mundial.

En el Día Mundial del Retrete se rinde homenaje a este símbolo del saneamiento y se pretende sensibilizar a la opinión pública sobre aquellos que no disponen de un servicio de saneamiento gestionado de forma segura, los 800 niños que mueren cada día por no disponer de este servicio o la falta de inversión culpable.

Además, desde la ONU aseguran que se trata de un día en el que se aspira a promover la adopción de medidas para hacer frente a la crisis mundial de saneamiento y lograr el sexto Objetivo de Desarrollo Sostenible sobre agua y saneamiento.

Y es que los retretes importan para aquellas 3.600 millones de personas que carecen de un servicio de saneamiento gestionado de forma segura incluidos 1.900 millones de personas con servicios básicos, 580 millones con servicios limitados, 616 millones que utilizan instalaciones no mejoradas y 494 millones que practican la defecación al aire libre.

Para ellas, la falta de sistemas de saneamiento seguros da lugar a una serie de efectos adversos para la salud, como las enfermedades diarreicas, entre las que se encuentra el cólera, capaz de matar una persona en cuestión de horas. El retrete en este sentido ayudará a reducir las muertes por cólera hasta en un 90% para el 2030, muertes que en la actualidad se sitúan en casi 150.000 al año.

“La pandemia de COVID-19 nos ha recordado una vez más el papel central que desempeñan el agua, el saneamiento y la higiene (WASH) a la hora de protegernos de las enfermedades”, subraya Tedros Adhanom Ghebreyesus, director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Al mismo tiempo, no tener un retrete les supone una barrera para salir de la pobreza. Un estudio realizado por la OMS constató que las pérdidas económicas derivadas de un saneamiento deficiente y un abastecimiento de agua inadecuado equivalen a entre el 0,5% y el 3,2% del producto interno bruto (PIB) entre las regiones de bajos y medianos ingresos. Además, las aguas fecales sin tratar provocan enfermedades que suponen un gasto sanitario importante para las familias más desfavorecidas, por lo que un retrete se presenta para estas personas como algo más que un simple accesorio: es un seguro de vida.

En este Día Mundial del Retrete, la ONU suele poner el foco en las mujeres al ser precisamente ellas quienes sufren en mayor medida este problema. La ONU habla de dignidad, pero también de acoso y de educación porque un retrete para ellas supone no tener que desplazarse grandes distancias, muchas veces por vergüenza, en las que corren el peligro de ser asaltadas. No disponer de un acceso seguro al agua y a instalaciones de saneamiento adecuadas en sus colegios o sus hogares, los estudios se convierten en un suplicio para muchas de ellas, por no hablar de que el saneamiento deficiente aumenta los riesgos en materia de salud específicos de las mujeres.

Mujer frente a unas instalaciones de saneamiento público en Nigeria. | Foto: Simi Afun Ogidan/WaterAid

Con todo, lo peor viene cuando se haba de expectativas futuras relacionadas con la segunda meta del sexto ODS, relativo a los servicios de saneamiento e higiene adecuados. Según la ONU, con el actual ritmo de progreso, aproximadamente el 70% de las personas del mundo gozará de un servicio de saneamiento seguro para 2030. Esto significa que unas 2.800 millones de personas todavía les importaría para ese año, y mucho, los retretes.

La ONU pone de relieve que el ritmo de progreso actual debería duplicarse para lograr servicios básicos de saneamiento para todos, y cuadriplicarse para alcanzar el acceso universal a servicios de saneamiento gestionados de manera segura para finales de esta década. Sin embargo, se trata de un desafío titánico dado los problemas crónicos del saneamiento, como la priorización insuficiente, la falta de liderazgo, la escasa inversión y la ausencia de capacidad.

“Aunque la mayoría de los países dispone de políticas y planes nacionales de apoyo al saneamiento, son pocos los que destinan recursos humanos y financieros adecuados para aplicarlos. Los donantes tienden a dar prioridad al agua en detrimento del saneamiento. De hecho, entre 2010 y 2018, los desembolsos de ayuda para el saneamiento fueron la mitad que los destinados al agua potable (que de facto es pequeña)”, declara la OMS en su informe sobre el estado mundial del saneamiento.

La necesidad de inversión se traduce en un simple hecho: basta con que una pequeña comunidad no disponga de retretes o un sistema de saneamiento seguro para que las fuentes de agua, los ríos y playas queden contaminadas. Después de su deterioro, la salud humana y nuestro bienestar sería el siguiente es verse mermado.

La ONU alega que el saneamiento es “fundamental” para alcanza el resto de los derechos humanos y que, lejos de ser costoso, la puesta por este servicio representaría una fuente de ingresos ya que por cada dólar invertido en saneamiento básico se generan hasta cinco dólares fruto del ahorro en costos médicos y el aumento de la productividad, además de crearse puestos de trabajo en el conjunto de la cadena de servicios.

En un estudio llevado a cabo por el Banco Mundial (referenciado por UNICEF) para el 2030 se necesitaría invertir 105 mil millones de dólares anuales para cumplir con la segunda meta del sexto ODS, siendo 36 mil millones para saneamiento básico y 69 mil millones para los sistemas seguros de saneamiento.

En total, la inversión ascendería a los 1,4 billones de dólares para el 2030, una cifra colosal que difiere de otra anterior aportada por esa misma institución en 2015 por distintas razones, pero con el cambio climático como elemento común. Y es que este fenómeno mundial promete inflar los costes si el proceso de adaptación de la infraestructura no se realiza con la mayor eficiencia posible.

Esto no solo afectaría a los países en desarrollo, sino también a los avanzados como España que, a pesar de contar con unos servicios de agua urbana satisfactorios que año a año mejoran notablemente, viven bajo a la amenaza de los posibles impactos del cambio climático. Estos inherentemente se adherirán a otros ya conocidos, siendo el más importante la deficiente inversión en materia de recogida y tratamiento de aguas residuales.

Estudios anteriores apuntaban a que nuestro país acumula un importante déficit de inversión en infraestructuras. Tal y como exponen, se requiere duplicar la inversión actual hasta los 4.900 millones de euros, 2.200 millones para saneamiento, para acercarla a las necesidades reales del ciclo urbano del agua.

Solo de esta manera, los autores de esos estudios aseguran que garantizaría el derecho al acceso al agua potable, la calidad del servicio de abastecimiento de agua, el saneamiento y el reto de la adaptación al cambio climático. La clave para alcanzar ese objetivo, dicen los expertos del Banco Mundial, estará en sentar las bases de nuevas inversiones cimentadas en la colaboración público-privada y las alianzas, tal y como han dejado patente durante el 2021.

“Detectar y movilizar fuentes de financiación e instrumentos financieros apropiados es esencial para que los países puedan cumplir sus aspiraciones de la manera más eficiente y eficaz. En este sentido, el sector privado ofrece un atractivo financiero, además de conocimiento y experiencia, que puede ser de gran utilidad para avanzar en la consecución de los objetivos de saneamiento”, aclara el Banco Mundial.

De hecho, para Tedros Adhanom Ghebreyesus, el progreso es mucho más que posible siempre que se actúe ya, se trabaje en unidad y se potencien las alianzas con el fin de introducir el saneamiento en las políticas, las estrategias y los planes nacionales: “Se necesita cuadruplicar las inversiones e implantar importantes innovaciones para ver progresos a lo largo de la cadena del saneamiento. Solo con la suma de los gobiernos, sociedad y empresas conseguiremos que ninguna persona tenga que lamentar algo tan básico como es el saneamiento”.

La importancia de no tirar residuos al inodoro

De nada sirve invertir en infraestructuras avanzadas si hacemos un mal uso de la red. Con motivo del Día Mundial del Saneamiento, desde Agbar recuerdan la importancia de no tirar residuos por el inodoro, tales como colillas, aceite, productos para el cuidado personal (toallitas higiénicas, pañales de bebés, bastoncillos de algodón, discos desmaquillantes, tampones, etc.), un mal hábito con una costosa factura económica y medioambiental.

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Toallitas de la Estación Depuradora de Aguas Residuales de Arroyo Culebro | Foto: El Ágora

Estos desperdicios son responsables de numerosos problemas en la gestión de las aguas residuales, provocando atascos importantes en las tuberías bajantes de las comunidades de vecinos, así como en infraestructuras públicas como redes de alcantarillado, equipos de bombeo y estaciones depuradoras de aguas residuales. Además, esta práctica produce graves problemas medioambientales por saturación de los colectores de saneamiento provocando vertidos de aguas residuales, llegando a aparecer, en ocasiones, los residuos en nuestros ríos o playas.

Según la Asociación Española de Abastecimiento de Aguas y Saneamiento (AEAS), en una ciudad española de unos 300.000 habitantes se recogen alrededor de 10kg de estos residuos por persona al año. Este problema, asimismo, tiene un sobrecoste en nuestro país de entre 4 y 6 euros por persona al año y el encarecimiento, en un 10-15%, de las actividades de mantenimiento, tratamiento y depuración de las aguas residuales. En España esto supone un sobrecoste total estimado de unos 230 millones de euros al año.


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