Naciones Unidas lanza la campaña del Día Mundial del Saneamiento 2022, que se celebrará el próximo 19 de noviembre, centrado en el impacto de la crisis de saneamiento en las aguas subterráneas bajo el lema «Hacer visible lo invisible»



Bajo el lema «hacer visible lo invisible» Naciones Unidas celebrará este 19 de noviembre el Día Mundial del Saneamiento o del Retrete con el foco puesto en el impacto de la crisis de saneamiento en las aguas subterráneas, explorando cómo los sistemas de saneamiento inadecuados esparcen los desechos humanos en ríos, lagos y suelos, contaminando los recursos hídricos subterráneos.
La institución quiere hacer reflexionar a las autoridades competentes acerca de la crisis mundial del saneamiento que afirma que afrontamos y que evidencia el hecho de que en la actualidad 3.600 millones de personas siguen viviendo con retretes de mala calidad que perjudican su salud y contaminan su entorno.
Un saneamiento deficiente que, además de los daños ambientales que provoca hace que todos los días, más de 800 niños y niñas mueran de diarrea, debido al consumo de agua insalubre, un saneamiento inseguro y una higiene deficiente.
El mensaje central del Día Mundial del Retrete 2022 es que el saneamiento gestionado de manera segura protege las aguas subterráneas de la contaminación por desechos humanos. El agua subterránea es la fuente de agua dulce más abundante del mundo. Apoya el suministro de agua potable, los sistemas de saneamiento, la agricultura, la industria y los ecosistemas.
A medida que el cambio climático empeora y las poblaciones crecen, el agua subterránea es vital para la supervivencia humana. Por eso este año Naciones Unidas llama la atención sobre cómo los sistemas de saneamiento deficientes propagan por los ríos, los lagos y el suelo los excrementos humanos, que acaban contaminando los recursos hídricos que se encuentran debajo de nosotros. Sin embargo, parece que este problema es invisible. «Invisible porque sucede bajo tierra. Invisible porque ocurre en las comunidades más pobres y marginadas«.
El agua subterránea es fundamental para la lucha contra la pobreza, para la seguridad alimentaria y del agua, para la creación de empleos decentes, para el desarrollo socioeconómico y para la resiliencia de las sociedades y las economías al cambio climático. La dependencia de las aguas subterráneas solo aumentará, principalmente debido a la creciente demanda de agua de todos los sectores, combinada con una mayor variación en los patrones de lluvia.
Multiplicar por cuatro los esfuerzos para garantizar el saneamiento
La meta 6.2 de los ODS constituye la promesa mundial de garantizar retretes seguros para todos en 2030, es decir, que todo el mundo tenga acceso a un retrete conectado a un sistema de saneamiento que elimine y trate eficazmente los excrementos humanos.
Por desgracia, afirma Naciones Unidas, estamos muy lejos de lograr ese objetivo y debemos trabajar una media de cuatro veces más rápido para garantizar que todo el mundo tenga acceso a un retrete seguro de aquí a 2030. La relación entre el saneamiento y las aguas subterráneas no puede pasarse por alto. El tiempo se acaba. Debemos hacer visible el recurso invisible.
La contaminación de las aguas subterráneas reduce la idoneidad del agua extraída para el consumo humano y también afecta a los ecosistemas que dependen de las aguas subterráneas. Un gran número de ciudades depende del agua subterránea y esta dependencia está aumentando hasta tal punto, que se estima que actualmente el abastecimiento hídrico de casi el 50% de la población urbana del mundo procede de aguas subterráneas.
Sin embargo, muchos pobres de las ciudades viven en asentamientos periurbanos, no planificados y sin estatus legal y fuera del alcance de la infraestructura y los servicios hídricos públicos. En las economías en desarrollo, el uso de pozos de agua privados para el autoabastecimiento ha proliferado en los últimos años en zonas urbanas.
El impacto de un saneamiento inadecuado o inapropiado sobre las aguas subterráneas se observa en las áreas urbanas donde la cobertura de la línea principal de alcantarillado es pequeña y gran parte de los desechos fecales domésticos se vierten en letrinas de pozo.
Las aguas subterráneas son la única forma viable y asequible de extender el acceso básico al agua a las poblaciones rurales no abastecidas en gran parte del mundo.
Esto es especialmente cierto en el caso de África Subsahariana y de Sur de Asia, donde la población rural es grande y está muy diseminada. La coexistencia de instalaciones de saneamiento y de suministro de agua subterránea plantea una amenaza para las fuentes de aguas no profundas.
Se calcula que el 30% de las instalaciones de agua subterránea del entorno rural están contaminadas con patógenos de forma persistente. Generalmente esto afecta más a los marginados (las mujeres y los niños a menudo correrán un riesgo mucho mayor de contraer enfermedades por presencia de patógenos y toxinas debido a su exposición al agua residual).
Los asentamientos de desplazados, tanto provisionales como permanentes, merecen una especial atención. Estos asentamientos suelen tener una alta densidad de población, pero se sitúan en una categoría a caballo entre la urbana y la rural. La construcción de pozos bien diseñados, además de sistemas de saneamiento bien ubicados y mantenidos es vital en estos caso.
El año de las aguas subterráneas
Según el Informe Anual de la ONU sobre el Desarrollo de los Recursos Hídricos 2022 publicado por la Unesco, el 99% del agua en estado líquido en el planeta es agua subterránea. A pesar de su importancia para la supervivencia humana y medioambiental, el informe afirma que este recurso está poco estudiado y consecuentemente infravalorado, mal administrado e incluso sobreexplotado.
La importancia del agua subterránea es tal que este es el primer año al que se le dedica la celebración del Día Mundial del Agua a un estado hídrico específico. Según datos de la ONU, las aguas subterráneas constituyen ya la mitad del volumen de agua extraída para uso doméstico. La FAO afirma que alrededor del 25% de toda el agua extraída del subsuelo se usa para el riego. Este recurso del subsuelo es en las zonas más áridas del planeta la única fuente de agua al alcance de la población. Su uso resulta determinante no sólo para el consumo directo, también para los sistemas de saneamiento, la agricultura, la industria y los ecosistemas.
Alrededor de 1.600 millones enfrentan una escasez práctica de agua, es decir, carecen de infraestructura para acceder al líquido. La escasez de agua por sequía afecta a casi el 40% de la población mundial y los expertos calculan que por cada grado centígrado que incremente la temperatura global, 500 millones de personas más sufrirán esa escasez.
Según la ONU, las aguas subterráneas desempeñarán un papel fundamental en la adaptación al cambio climático. Esto se debe a que a pesar de ser un recurso finito, los acuíferos son capaces de regenerarse y son más resistentes a las sequías. Además estos grandes contenedores hídricos subterráneos se pueden encontrar en sitios donde el agua superficial no abunda. Lo que significa que la población puede tener acceso al agua a pesar de la sequía, y que la mayor parte de las aguas subterráneas son de buena calidad por lo que apenas precisan de tratamiento.