La ONU ha aprovechado el contexto que ofrece el Día Mundial de Concienciación sobre los Tsunamis para pedir un fortalecimiento en la gobernanza en materia de riesgo de desastres para reducir las consecuencias de unos fenómenos que clasifica como “extremadamente mortales”



A pesar de estar a kilómetros de distancia del terremoto, las consecuencias del movimiento sísmico de casi 7 grados en la escala de Richter sucedido este fin de semana se hicieron notar en las costas de Grecia y Turquía en forma de tsunami.
Por suerte, para las personas que se encontraban en las ciudades costeras del mar Egeo tan solo fue un pequeño tsunami. No obstante, fue lo suficientemente poderoso como para elevar algo más de un metro el nivel del mar en cuestión de segundos, lo que causó que los barrios turísticos se llenasen con ríos improvisados que arrastraron coches, mobiliario e, incluso, a algunas personas.
En la ciudad turca de Esmirna, por ejemplo, la fuerza combinada del oleaje y las sacudidas de la tierra dejaron más de un millar de heridos y un centenar de fallecidos en un episodio que, según los expertos, no ocurría desde 1970.
SON DAKİKA? İzmir seferihisar’da yaşanan deprem sonrası deniz taştı pic.twitter.com/YdMfx3nvsM
— Politic Türk (@politicturk) October 30, 2020
Esto es porque, según la Organización de las Naciones Unidas (ONU), los tsunamis son eventos que en rara ocasión suceden en nuestro mundo, pero que cuando se originan, pueden “ser extremadamente mortales”. Así, en los últimos 100 años, 58 eventos de este tipo se han cobrado la de más de 260.000 personas, a una media de 4.600 por desastre, superando cualquier otro peligro natural.
“El mayor número de muertes en ese período se produjo en el tsunami del Océano Índico de diciembre de 2004. Se calcula que causó 227.000 muertes en 14 países, siendo Indonesia, Sri Lanka, India y Tailandia los más afectados”, relata la ONU.
Para el año 2030, la ONU advierte que esas cifras pueden incrementarse notablemente debido a que el 50% de la población vivirá para ese año en zonas costeras expuestas a inundaciones, tormentas y tsunamis.
Para concienciar del peligro que corren, cada 5 de noviembre la ONU pone de relieve ese problema en el Día Mundial de Concienciación sobre los Tsunamis, una jornada en la que este año se pretende “fomentar el desarrollo de estrategias locales de reducción del riesgo de desastres a nivel nacional y comunitario para salvar más vidas frente a los desastres”.“La celebración de este año promueve la campaña Sendai Seven, una iniciativa lanzada en el 2016 que tiene como objetivo establecer un marco de actuación para reducir la pérdida de vidas y daños durante los desastres ambientales”, informa la ONU.
“La meta ‘e’ aumentar sustancialmente el número de países con estrategias nacionales y locales de reducción del riesgo de desastres para 2020”, añade la ONU.
En este sentido, la ONU señala que actualmente está trabajando con socios alrededor de todo el mundo para crear conciencia y educar al público, organizar simulacros, crear rutas de evacuación y emprender varias otras iniciativas para proteger a las comunidades de los tsunamis.
“Por ejemplo, la Comisión Oceanográfica Intergubernamental de la UNESCO ha ayudado a reforzar la preparación para tsunamis en el Caribe y América latina. Esta fue otra región que sufrió tsunamis devastadores y que ahora se pueden mitigar mediante una mejor coordinación, evaluación de peligros, comunicación de alertas, actividades de preparación y respuesta, entre otras medidas”, informa.
Paralelismos con el Coronavirus
António Guterres, secretario general de la ONU, lanzó paralelismos para entre los tsunamis y la pandemia de coronavirus. Para él, el virus es como “tsunami de muerte y enfermedad que está arrasando con nosotros, del mismo modo que lo hizo el agua en el evento del 2004”.


“La preparación para una pandemia puede tomar prestado mucho del progreso que hemos logrado en la reducción de la pérdida de vidas a gran escala por tsunamis”, agregó y, por ese motivo, instó al fortalecimiento de la gobernanza del riesgo de desastres con el fin de “desarrollar nuestra resiliencia ante todos los peligros, naturales y provocados por el hombre”.
“Salvar vidas y proteger los medios de vida de las comunidades en riesgo de tsunamis requiere una inversión sostenida en infraestructura resiliente, sistemas de alerta temprana y educación. En este campo especialmente, necesitamos construir el futuro que queremos hoy”, apeló por su parte Audrey Azoulay, directora general de la UNESCO.
De acuerdo con la ONU, un tsunami es una serie de olas enormes creadas por una perturbación submarina generalmente asociada con terremotos que ocurren debajo o cerca del océano. No obstante, estos fenómenos también pueden estar producidos por erupciones volcánicas, los deslizamientos de tierra submarinos y los desprendimientos de rocas costeras.
Las olas de los tsunamis a menudo parecen paredes de agua y pueden atacar la costa y ser peligrosas durante horas, con olas que llegan cada 5 a 60 minutos. Aunque, según detallan, esas olas suelen aparecer tras las primeras olas que son las más pequeñas.
“Después de que una ola se inunda, o se inunda tierra adentro, a menudo retrocede hacia el mar hasta donde la persona puede ver, por lo que el fondo marino queda expuesto. La siguiente ola luego se precipita a tierra en cuestión de minutos y lleva consigo muchos escombros flotantes que fueron destruidos por olas anteriores”, explican.
