El agua es elemento más valioso que posee la Tierra. No solo es el pilar fundamental para formar la vida, sino que, según la ONU, es esencial para el desarrollo socioeconómico, creación de energía y mantenimiento de los ecosistemas. Sin embargo, en un contexto marcado por el cambio climático, este recurso ha pasado de ser abundante, a ser escaso.
Para hacer frente a esta crisis, la gestión integrada de los recursos hídricos, en la que se aplique los principios de la economía circular y se involucre a todos los agentes más importantes, se presenta como la mejor solución para hacer frente a esta crisis.
No obstante, a pesar de la eficacia que pueda tener esta propuesta, que ya se está desarrollando en diversos países, presenta un claro inconveniente: el ciclo integral del agua es mucho más complejo de lo que se suele pensar, por lo que entenderlo adecuadamente es vital para aplicar estrategias de economía circular en el agua.
Tradicionalmente, el ciclo del agua se ha representado con gráficos simples donde solo se refleja el camino natural que sigue el agua desde que se evapora hasta que vuelve al mar. Sin embargo, en realidad, ese ciclo es mucho más complejo, ya que está condicionado por las captaciones de agua que realizan los humanos para realizar sus actividades socioeconómicas.
En función de sus usos, el agua inicia otro ciclo paralelo antes de ser devuelto al ciclo natural, donde, además de ser captada, podrá ser potabilizada, distribuida, consumida y vertida. En la gran mayoría de los casos, antes de su vertido existirá un sistema de saneamiento que recogerá las aguas residuales por las redes de alcantarillado y que las depurará antes de volver al sistema hidrológico o las regenerará para ser empleadas nuevamente, comenzando así un nuevo ciclo.
Usos y etapas del ciclo del agua
En España y en Europa, desde la publicación en el año 2000 de la Directiva Marco del Agua, la planificación hidrológica por unidad de cuenca es el instrumento técnico que permite tomar decisiones para asignar de la manera más eficiente el agua a los distintos usos y su compatibilidad entre ellos, a la vez que se cumplen los objetivos ambientales de las masas de agua del estado.
En la actualidad, el agua se puede destinar a tres grandes usos: el uso agrario, el industrial y el urbano, siendo el último de ellos el más importante dentro del ciclo integral del agua, a pesar de a él solo se le destina el 12% del total del agua.


Esto se debe a que la misión de esa agua es la de abastecer a la población asentamientos, así como a los comercios e industrias ligadas al sistema urbano. A parte de esto, este uso posee un importante peso debido al delicado proceso de potabilización y depuración que sufre el agua antes y después de ser utilizada por las personas.
Cabe destacar que en amabas fases hay una significante necesidad de trabajar en el correcto dimensionamiento de las instalaciones edificadas para esas tareas para, por una parte, cumplir con la creciente regulación de la calidad de agua y, por otra, para consumir los materiales fisicoquímicos y biológicos necesarios para un correcto tratamiento de forma más eficiente.
En este sentido, el sector del agua ha desarrollado una gran innovación en el tratamiento del agua, motivado en parte por la implantación de una normativa cada vez más exigente, así como por un amplio campo de investigación e innovación respecto a las técnicas de tratamiento para la optimización y minimización, de forma que se contribuya a un uso más sostenible de los recursos.
Por otro lado, se debe destacar también el sector agrícola, un sector que supone aproximadamente el 75% del agua consumida. En este sentido, cualquier mejora en la eficiencia del recurso en la agricultura tiene un altísimo impacto en la cantidad de agua disponible para ese y otros usos.
Desde hace varias décadas, el regadío ha experimentado mejoras en la eficiencia de sus sistemas de riego, pero todavía hay mucho margen de mejora.
Dónde empieza la economía circular en el agua
De acuerdo con un reciente informe de la Fundación Conama, la economía circular se define como aquel modelo económico que apuesta por la mínima cantidad de recursos naturales para satisfacer las necesidades en cada momento, así como aquel que gestiona eficientemente los recursos utilizados con el fin de reutilizarlos dentro del sistema económico durante el mayor tiempo posible para reducir el impacto ambiental y fomentar su regeneración.
La separación de redes de distribución constituye también una estrategia de optimización dado que permite adaptar los recursos de los tratamientos para mejorar las posibilidades de reutilización del agua
Sin embargo, existen otros, como la desalación que, según ese mismo informe de la Fundación Conama, “puede constituir uno de los círculos más cerrados en el uso de los recursos al captar directamente las aguas saladas para tratarlas posteriormente”.
También hay que destacar el drenaje urbano sostenible, un área que trabaja para permitir utilizar el agua procedente del drenaje para otros propósitos, manteniendo dicha agua en el espacio urbano más tiempo que los sistemas tradicionales de drenaje, además de minimizar impactos como los derivados de las inundaciones.
Casos de éxito en materia de economía circular
Como se ha podido observar, existen numerosos aspectos en los que se puede mejorar el ciclo integral del agua, unas ineficiencias donde las empresas han puesto su foco desde hace tiempo.
Biofactorías, presentado por Suez España o el proyecto Water2Return, presentado por Bioazul, son algunos ejemplos de casos de éxito expuestos
Las claves del éxito de estos proyectos han sido variadas. En muchos casos se debe a la sencillez del planteamiento de la idea o el uso de la tecnología. Sin embargo, a pesar de las diferencias, en todos esos proyectos exitosos se repite una constante que los ha elevado a lo más alto: la colaboración entre los actores participantes.
“Ya sea colaboración entre actores privados o entre privados y públicos, a veces incluyendo universidades, todos los proyectos hacen referencia a que, sin el calado de los participantes y la multidisciplinariedad de los mismos, los proyectos no hubieran sido un éxito”, indica el informe de la Fundación Conama.
El gran reto del futuro
Para seguir en la línea de mejoras, la mayoría de los agentes principales del sector del agua tienen que luchar contra un gran enemigo que les limita en mucho de sus proyectos: el marco normativo/regulatorio.
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Es el caso de los lodos generados en la depuración del agua. Estos materiales, con diversas cargas orgánicas, pueden ser reutilizados para diversos usos, como fertilizante agrícola o material de construcción. Sin embargo, la actual normativa impide que alguno de estos lodos, los de menor carga orgánica, sean reutilizados, por lo que son enviados a vertederos donde se destruyen o son sometidos a valorización energética.
Este es solo un ejemplo, pero es suficiente para comprender que un cambio en la normativa sería significante para aumentar la eficiencia de la economía circular dentro del ciclo del agua y, por lo tanto, supondría una importante mejora en la gestión de un recurso que, actualmente, supone la base de la vida.
