Esta semana se celebra en Egipto la Cuarta Semana del Agua de El Cairo, una cita internacional que sirve para colocar el agua en la cima de la agenda política de este país norafricano, con crecientes problemas de seguridad hídrica debido a la superpoblación y el cambio climático



Egipto podría convertise en uno de los grandes escenarios de la crisis hídrica que amenaza con provocar el cambio climático. A pesar del considerable tamaño de este país norafricano, el 99% de la población egipcia, que está en permanente expansión y en 2020 ha alcanzado por primera vez la cifra de los 100 millones, habita en los márgenes del mítico río Nilo, que es la única gran fuente de agua de toda la zona. Sin embargo, para 2030, de seguir con el crecimiento reciente, Egipto se podría situar en los 130 millones de personas, lo que implica una mayor necesidad hídrica que parece difícilmente alcanzable en un contexto de cambio climático. Por eso, el Gobierno que dirige el presidente Abdefatah Al-Sisi quiere colocar el líquido elemento en la cima de la agenda política, una estrategia que buscan visibilizar a través de citas como la Semana del Agua de El Cairo.
Este evento, que celebra su cuarta edición bajo el título “Agua, población y cambios globales: desafíos y oportunidades”, tiene como objetivo declarado encontrar soluciones sostenibles para la gestión de los recursos hídricos para enfrentar el aumento de la población y los cambios que se están produciendo en el mundo, como un cambio acelerado en el uso de la tierra y el clima. Para ello, es imprescindible lograr un enfoque colaborativo para el que se cuenta con la participación de un gran número de ministros, delegaciones oficiales, altos funcionarios del sector del agua, científicos, organismos e institutos internacionales y organizaciones de la sociedad civil.
«El agua es un requisito previo para la vida y la dignidad humanas. Es un derecho humano básico (…) Es fundamental para la resiliencia de las sociedades, las economías y, por supuesto, el medio ambiente. Esto se da especialmente en Egipto, donde el rápido crecimiento de la población ejercerá una presión cada vez mayor sobre la disponibilidad de agua», ha asegurado el comisario europeo de Vecindad y Ampliación, Olivér Várhelyi, durante la inaguración de esta Semana del Agua. Es más, este político europeo reconoció que en gran parte de Oriente Medio y Norte de África «la combinación de ciclos de sequías recurrentes, escasez física de agua y mala calidad del agua, y un desempeño institucional débil contribuyen a una creciente crisis del agua. El crecimiento de la población solo se suma a esta situación».
Una opinión que compartió Al Sisi, quien señaló en un discurso televisado que la crisis del agua es «uno de los retos mas importantes por el aumento constante de la población del mundo con los limitados recursos del agua potable, el deterioro del medio ambiente, el cambio climático y el comportamiento humano irresponsable». Y es que según datos del contador digital de la agencia oficial de estadísticas (CAPMAS) publicados este domingo, Egipto cuenta con 102.526.491 habitantes, más de dos millones y medio respecto a febrero de 2020, cuando el país de los faraones superó los 100 millones de personas.


CAPMAS ya advirtió el año pasado de que el crecimiento de la población es «uno de los mayores desafíos» para Egipto, la nación con más habitantes del mundo árabe, quien abogó por programas de planificación familiar para reducir la cifra hasta 2,1 niños por cada madre. Pero no es el único: el conflicto diplomático que enfrenta a Egipto y Sudán con Etiopía por la presa que este último país ha construido en el Nilo Azul parece cada vez más lejos de resolverse. Según El Cairo, la falta de avances se debe a “la ausencia de voluntad política de Etiopía para negociar de buena fe”, con el presidente egipcio dejando claro que no descarta que un enquistamiento del conflicto pudiese llegar a provocar un enfrentamiento armado.
El contencioso sobre la presa dura desde 2011, cuando Etiopía empezó a construirla con el objetivo de generar electricidad para su consumo e, incluso, exportarla, además de para el regadío, alegando que el reparto de la época colonial del agua del Nilo no es justo. El Nilo Azul fluye desde Etiopía a Sudán, donde se une al Nilo Blanco cerca de la capital, Jartum, para formar el Río Nilo. El 85% de las aguas del Nilo se originan en Etiopía desde el Nilo Azul, uno de los dos principales afluentes del Nilo.
Una semana llena de actividades
Aunque el contencioso con Etiopía sobrevolará toda la Semana del Agua, este problema de aguas transfronterizas no será ni mucho menos el principal foco del evento. Este lunes, durante primer día de actividades de la semana, la sesión técnica se celebrará bajo el título “Cooperación a nivel regional y sectorial para lograr la seguridad hídrica”. En concreto, la sesión contará con la participación de una serie de investigadores y expertos internacionales, donde se revisarán los mecanismos y herramientas de cooperación en materia de aguas internacionales, además de una revisión de investigaciones sobre la relación entre nutrición, cultura pública, salud y naturaleza de tratar con ríos internacionales.
El segundo día se celebrará dos sesiones técnicas bajo el título «Desarrollos modernos en la gestión de los recursos hídricos», enfocado en la gestión de inundaciones y torrentes como fuente no tradicional de agua dulce, además de la investigación sobre el uso eficaz de las aguas residuales de las piscifactorías para mejorar la calidad de los cultivos y aumentar la productividad del agua en los sistemas de acuicultura integrados, también se presenta una investigación sobre la usos de la inteligencia artificial en la conservación del agua. Por otro lado, el tercer día, la cuarta sesión técnica se celebrará bajo el título «Agua y sociedad», que discutirá una serie de investigaciones científicas sobre gobernanza del agua abordando las brechas de investigación e innovación en el futuro, y la investigación sobre el aumento de la población y el plan para reducir la presión sobre las playas egipcias.


