La ciudad de Asuán, al sur de Egipto, se ha enfrentado a las peores lluvias desde hace casi una década. Sin embargo, y además de las inundaciones, sus habitantes tuvieron que hacer frente a una plaga de escorpiones compuesta por algunos de los ejemplares más venenosos del mundo



Egipto se ha enfrentado este fin de semana a dos terribles plagas, como si de un hecho bíblico se tratase. La primera de ellas fue el agua, en concreto, en forma de imponentes tormentas que arrasaron solo el viernes pasado más de 100 viviendas y causaron la muerte de tres personas en el sur del país.
Según las autoridades meteorológicas locales, las lluvias han sido las más intensas desde hace siete años y, de hecho, esta había sido una de esas pocas veces en las que el agua y las posteriores inundaciones afectaban a los barrios residenciales de ciudades como Asuán.
Sin embargo, lo peor vino tras las precipitaciones. El agua se había canalizado por los escondites de los escorpiones que viven en las laderas que rodean Asuán, obligando a estos seres a salir de sus hogares en busca de refugio en el único lugar a su disposición: las casas de la ciudad.
Debajo de las mantas, encaramados a las sandalias o pasando a través de las aberturas de las paredes, los escorpiones comenzaron a “convivir” con los habitantes de la ciudad, que a menudo recibían el cálido agradecimiento de estos huéspedes mediante un picotazo. El problema es que en Egipto, de las 31 especies de escorpiones que viven allí, algunas son de las más mortíferas del mundo, como los escorpiones de cola gruesa del género Androctonus o el conocido localmente como “el acechador de la muerte” (Leiurus quinquestriatus) por su capacidad de matar niños e, incluso, a adultos, dependiendo de su estatura y peso.
Por suerte, no se han registrado muertes por picaduras, aunque al principio se pensó que hubo tres, gracias a la gran reserva de antídotos, de más de 3.000 dosis de la que dispone Asuán. Pero aun así 503 personas tuvieron que ser atendidas por este hecho, lo cual es “inaudito” si se tiene en cuenta la media diaria. Como curiosidad, alrededor de 5.000 personas mueren al año en el mundo por picaduras de escorpiones, según un artículo de la revista Clinical Neurotoxicology.
«Las personas que fueron picadas por los escorpiones dijeron que sus síntomas incluían dolor intenso, fiebre, sudoración, vómitos, diarrea, temblores musculares y espasmos de cabeza», informó el fin de semana el diario local Al Jazeera.


El futuro es incierto y, aunque parezca que este suceso se corresponde en mayor medida con un fenómeno bíblico, lo cierto es que para Mahmoud Shaheen, director del Centro de Análisis y Pronósticos Meteorológicos de la Autoridad Meteorológica de Egipto, responde a un evento más que moderno: el cambio climático.
De hecho, solo hace falta remitirse a los resultados del Primer Grupo de Trabajo del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) para descubrir que las proyecciones futuras en un entorno de altas emisiones, al igual que pronostican una reducción de las precipitaciones, apuntan a un escenario totalmente distinto precisamente en regiones como Asia o el norte del Sáhara.