El anfitrión de la próxima COP27, Egipto, ha anunciado que el país ha entrado oficialmente en una etapa de escasez de agua, mientras las negociaciones sobre la polémica represa del Nilo en Etiopía continúan estancadas



Egipto es ya uno de los grandes escenarios de la crisis hídrica que amenaza con provocar el cambio climático. A pesar del considerable tamaño de este país norafricano, el 99% de la población egipcia, que está en permanente expansión y en 2020 ha alcanzado por primera vez la cifra de los 100 millones, habita en los márgenes del mítico río Nilo, que es la única gran fuente de agua de toda la zona. Un crecimiento demográfico que implica una mayor necesidad hídrica al que suman el contexto de cambio climático y el contencioso con Etiopía por el llenado de la polémica presa que este país ha construido en el Nilo Azul, limitando aun más el agua que llega a Egipto.
Ante esta situación, el presidente egipcio, Abdel Fattah Al-Sisi, ha revelado recientemente que su país ha entrado oficialmente en una etapa de «pobreza hídrica» en la que los habitantes disponen de menos de 500 metros cúbicos de agua per cápita al año. En concreto, Al-Sisi ha señalado directamente a la construcción de la represa en Etiopía como el principal culpable de la situación: el volumen de agua que cae en las tierras altas de Etiopía asciende a 900.000 millones de metros cúbicos, pero el embalse supone que la participación de Egipto y Sudán no supera el 10% de la precipitación en Etiopía.
La pobreza hídrica, tal como la define el Banco Mundial, es cuando los recursos internos renovables de agua dulce per cápita de un país son inferiores a 1.000 metros cúbicos anuales, que es la tasa mínima para satisfacer las necesidades de agua y alimentos de los ciudadanos. Sin embargo, según revela el medio estadounidense especializado en noticias de Oriente Medio Al-Monitor el ex ministro de riego egipcio, Mohamed Nasr al-Din Allam, el país lleva mucho tiempo en esta situación. En concreto, desde 1991 los egipcios han estado viviendo con menos de la cuota mínima de agua, aunque la represa en el Nilo Azul no hace más que agravar las cosas.


“Durante 30 años, hemos sufrido de escasez de agua y escasez de alimentos, porque producimos menos de lo que consumimos, lo que nos impulsa a importar algunos cultivos alimentarios, especialmente aquellos que no podemos cultivar por falta de agua suficiente”, explica Allam. “La proporción de agua per cápita en Egipto ahora oscila entre 550 y 560 metros cúbicos por año. Mientras tanto, la cuota anual de agua de Egipto se ha mantenido estable a pesar del crecimiento demográfico, con 55,5 metros cúbicos del agua del Nilo y 3.500 millones de metros cúbicos de lluvia y aguas subterráneas. Esto significa que la cuota anual total de agua de Egipto asciende a 60.000 millones de metros cúbicos, mientras que el país necesita 114.000 millones de metros cúbicos al año. Así, nuestro déficit anual de agua es de 54.000 millones de metros cúbicos”, asegura en Al-Monitor.
En este sentido, el Gobierno entiende que comprometer la participación de Egipto en el agua del Nilo es «una línea roja no aceptable». Y es que actualmente, el país es incapaz expandir su industria y su agricultura debido a la falta del agua necesaria, a pesar de haber estado desarrollando diferentes proyectos de agua como medio para mitigar los efectos de la pobreza hídrica. En concreto, el Gobierno del país, próximo anfitrió de la COP27, ha construido en la última década varios acueductos e inaugurado numerosos pozos de agua para aprovechar las aguas subterráneas para el riego y la agricultura, además de impulsar proyectos de plantas de tratamiento de agua y desalinización para proporcionar agua potable a los residentes de las ciudades ubicadas lejos del río Nilo.
Retomar las conversaciones con Etiopía
Esta misma semana, el Gobierno de Egipto se ha mostrado dispuesto a retomar las conversaciones con Etiopía sobre la presa que construye Adís Abeba en el río Nilo Azul si hay «voluntad política» para lograr un acuerdo sobre el asunto, que ha tensado las relaciones diplomáticas durante los últimos años. En concreto, el ministro de Exteriores egipcio, Samé Shukri, ha subrayado que El Cairo no es responsable de la interrupción de las negociaciones y ha mostrado su voluntad de alcanzar un acuerdo vinculante y en línea con el Derecho Internacional, según ha recogido la agencia estatal egipcia de noticias, MENA.
Las palabras de Shukri han llegado días después de que el primer ministro etíope, Abiy Ahmed, abogara por una mejora de la «narración hacia la construcción de la paz, la cooperación y la coexistencia mutua» por parte de ambos países.
Por su parte, Sudán y Etiopía han acordado mantener conversaciones sobre los asuntos de disputa fronteriza y la presa, tras una visita a Adís Abeba del vicepresidente del Consejo Soberano de Transición sudanés, Mohamed Hamdan Dagalo, según el portal de noticias Sudan Tribune. El director del Departamento para África del Ministerio de Exteriores sudanés, Mohamed al Ghazali al Tijani, ha destacado que «ambas partes han expresado la necesidad de mantener un diálogo transparente y constructivo para mejorar las relaciones bilaterales y cumplir los intereses y aspiraciones de los pueblos de ambos países».


El Consejo de Seguridad de Naciones Unidas instó en septiembre a Egipto, Etiopía y Sudán a «reanudar las negociaciones» sobre la presa, que ha desatado las protestas de El Cairo y Jartum al entender que podría comportar graves efectos sobre su economía. Los gobiernos de Egipto, Etiopía y Sudán alcanzaron en enero de 2020 un principio de acuerdo sobre los principales puntos de disputa en torno a la construcción de la presa y se comprometieron a firmar el documento final a finales de febrero, si bien Adís Abeba abandonó las conversaciones antes de firmar el acuerdo, algo que sólo hizo El Cairo.
Etiopía, que está financiando en solitario el proyecto y espera convertirse en el mayor generador y exportador de electricidad del continente, rechaza estas acusaciones. Las obras están siendo llevadas a cabo precisamente en la región de Benishangul-Gumaz y, una vez finalizadas, la presa será la más grande del continente. El Nilo Azul fluye desde Etiopía a Sudán, donde se une al Nilo Blanco cerca de la capital, Jartum, para formar el Río Nilo. El 85% de las aguas del Nilo se originan en Etiopía desde el Nilo Azul, uno de los dos principales afluentes del Nilo.
