En el 25º aniversario de la adopción de la Convención de Naciones Unidas contra la Desertificación se celebra esta efeméride que, en esta ocasión, se centra en el papel que tienen los suelos bien conservados en la adaptación al cambio climático



El 17 de junio se celebra el y Día Mundial contra la Desertificación y la Sequía, declarado por la ONU para alertar y sensibilizar sobre esto reto para el desarrollo humano.
Con motivo del 25º aniversario de la adopción de la Convención de Naciones Unidas contra la Desertificación (CLD), en 2019 el Día Mundial de Lucha contra la Desertificación y la Sequía pone de relieve los progresos globales en materia de gestión sostenible del suelo y la relación que tiene su buena conservación con la mitigación del cambio climático. La campaña de este año, de cuya organización se encarga Turquía, gira en torno al lema Construyamos el futuro juntos.
La desertificación, indica la ONU, es la degradación de la tierra en las zonas áridas, semiáridas y subhúmedas secas. Este proceso no hace referencia al avance de los desiertos existentes. La desertificación se debe a la vulnerabilidad de los ecosistemas de zonas secas, que cubren un tercio de la superficie del planeta, a la sobrexplotación y el uso inadecuado de la tierra. La pobreza, la inestabilidad política, la deforestación, el sobrepastoreo y las malas prácticas de riego afectan negativamente a la productividad del suelo, explica el alto organismo internacional.
Estos son los datos que maneja la ONU sobre la desertificación en el mundo.
Suelo y sequía
«De cara a 2025, 1.800 millones de personas vivirán una escasez absoluta de agua. Además, dos tercios de la población mundial no dispondrán de suficientes recursos hídricos».
Hablamos de una compleja amenazada ambiental que irrumpe con fuerza en el ámbito socioeconómico, causando más muertes y desplazamientos humanos que cualquier otro desastre natural, indica la ONU.
Tierra y seguridad humana
En 2045 alrededor de 135 millones de personas en todo el mundo pueden haber sido desplazadas como consecuencia de la desertificación«.
Frenar la degradación de los suelos, mediante la rehabilitación de tierras, la expansión de terrenos gestionados sosteniblemente y el incremento de iniciativas de reparación de terrenos, es una de las principales vías hacia una mayor capacidad de adaptación y un mejor equilibrio ecológico.
Los suelos y el clima
«La restauración de suelos en ecosistemas ya degradados puede conducir a la absorción y almacenaje de hasta 3000 millones de toneladas de carbono cada año».
Las actividades del uso de suelos representan casi el 25% de las emisiones globales de CO2. Por lo tanto, las mejoras en este sector, junto con un uso más sostenible de las tierras, son fundamentales para ayudar a combatir el cambio climático.
