Cuando uno piensa en el desierto, ese lugar inhóspito en el que a la vida le cuesta abrirse camino y sólo la arena o la piedra dominan el paisaje, pensamos en lugares lejanos, con paisajes curiosos para visitar unos días y regresar a nuestros oasis de naturaleza, donde el verde, el agua y la biodiversidad gozan de los placeres de la vida. Sin embargo, España está mucho más cerca de la realidad desértica que del maná de la biodiversidad. De hecho, lindando con el Mediterráneo, la Península Ibérica alberga el único desierto de Europa, el Desierto de Tabernas. Una extensión de 280 km2 de desierto localizado en la provincia de Almería, Andalucía, en los términos municipales de Tabernas, Gádor, Santa Cruz de Marchena, Alboloduy y Gérgal. El cambio climático y la degradación de la vegetación y de los suelos amenaza con extender la desertificación por España, que se produce cuando un territorio que no posee ni el clima, ni la vegetación, ni los suelos propios de los desiertos, termina adquiriendo las características de éstos, inducido por la actividad humana y por el impacto del cambio climático y sus sequías.
España, sede del Día Mundial de Lucha contra la Desertificación y la Sequía 2022


La elevada vulnerabilidad de España ante el avance de la desertificación y el riesgo de sequías la convierte en el país anfitrión de la conmemoración del Día Mundial de Lucha contra la Desertificación y la Sequía que Naciones Unidas que se celebra este viernes, 17 de junio.
El Día Mundial de Lucha contra la Desertificación y la Sequía busca concienciar sobre estos problemas ambientales, así como demostrar que es posible combatirlos con eficacia. Este año se celebra bajo el lema «Superando juntos la sequía» y está centrada en la urgencia de adoptar políticas y medidas a escala local, regional y global para evitar los efectos de la desertificación y la sequía, así como en crear sociedades más resilientes a estos problemas ambientales.


Entre 1900 y 2019 las sequías afectaron a 2.700 millones de personas en el mundo y causaron 11,7 millones de muertes
Aunque las causas de la desertificación son muy variadas, están principalmente impulsadas por el cambio climático y la explotación insostenible de los recursos naturales.
Entre 1900 y 2019 las sequías afectaron a 2.700 millones de personas en el mundo y causaron 11,7 millones de muertes. Además, las previsiones científicas actuales pronostican que éstas irán en aumento y que podrían afectar a más de tres cuartas partes de la población mundial en 2050.
En última instancia, la desertificación implicaría, según las previsiones, el deterioro irreversible y la disponibilidad de los recursos naturales terrestres: suelo, agua y vegetación, lo que limita las oportunidades de desarrollo y las condiciones de vida de las poblaciones afectadas.
Las sequías han aumentado un 29% desde el año 2000
Estanislao Arana, director académico del Foro de la Economía del Agua, aboga por la anticipación en la toma de medidas para afrontar la sequía, en un escenario en los que se prevén incrementos de temperatura de 2ºC para 2050 en España, según datos del MITECO. Naciones Unidas destaca además que tanto el número y como la duración de las sequías han aumentado un 29% a partir de los registros del año 2000.
“Tras las alarmantes noticias sobre una inminente sequía que se producían este invierno, la emergencia inmediata se ha resuelto: es ahora cuando hay que trabajar, cuando hay que planificar adecuadamente para estar preparados ante la próxima emergencia, que sabemos que va a suceder en un futuro inmediato”, explica el experto.
España está comprometida en mitigar los efectos derivados de la degradación del suelo, y está ultimando la Estrategia Nacional de Lucha contra la Desertificación.
El 75% del territorio español en riesgo de desertificación
Hoy, los expertos estiman que más de dos terceras partes de la superficie española están expuestas a este problema, siendo el riesgo muy alto en el 11% del territorio. Este proceso suele ser la consecuencia de una excesiva presión humana en regiones frágiles, principalmente de clima árido, semiárido o con una larga estación seca.
Con más del 75% del territorio español en riesgo de desertificación y el 70% de las demarcaciones hidrográficas españolas con niveles de estrés hídrico alto o severo —y ante los efectos del cambio climático sobre la distribución de las precipitaciones y el aumento en la intensidad de las sequías—, resulta urgente realizar una transformación profunda de las estrategias de gestión del agua y de los modelos de ocupación del suelo, así como de los riesgos asociados a ellos, de forma que prime el principio de precaución y se impulsen políticas integradoras de adaptación y de ordenación del territorio, que superen intereses sectoriales y visiones cortoplacistas, afirman los expertos.
Junto a la reforestación, el impulso de los cultivos tradicionales es otro de los elementos básicos para paliar la desertificación. Este tipo de producción “pegada a la tierra” tiene dos grandes ventajas: “permite el arraigo de la población al territorio y al mismo tiempo evita la erosión de los terrenos”, argumenta Arana.
El experto apunta que “el mejor modo de proteger el suelo de la desertificación es a través de su explotación racional y sostenible, evitando el abandono de los terrenos, que solo agrava el problema”. Así, “establecer el suelo como medio de generación de riqueza para las personas que viven en él es el mejor modo de implicar colectivamente a la sociedad en su conservación y su mantenimiento, previniendo la erosión y minimizando los incendios”, concluye Arana.
Implicaciones socioeconómicas de la desertificación
El borrador de la Estrategia Nacional de Lucha contra la Desertificación (ENLD) advierte de que de las casi tres cuartas partes del territorio español susceptibles de ser afectadas por la desertificación, el 20% ya se han desertificado y hay otro 1% en marcha. Las causas más acuciantes son el cambio climático y la actividad humana.
El citado borrador apunta a que la desertificación se ha acelerado en los últimos años fundamentalmente por causas socioeconómicas.
Por otro lado, la desertificación tiene importantes implicaciones ambientales, sociales y económicas: pérdida de biodiversidad, disminución de la capacidad de las tierras para almacenar carbono, aumento de la salinización y la pérdida de productividad de los suelos.
Zonas naturales como la Ribera de Navarra, los parajes del Parque Regional del sureste de la Comunidad de Madrid, la isla de Menorca, la Zona de Especial Conservación de El Piélago, o el clima de la micro reserva del Salar de Agramón en Albacete, notarán una subida de 1.5ºC de media y descenso en las precipitaciones de hasta el 14%, de aquí a 2065.
España pionera en la lucha contra la desertificación
La restauración de terrenos degradados empezó a plantearse en España en la segunda mitad del siglo XIX, coincidiendo con la creación de la Administración Forestal.
España ha realizado una ingente tarea de repoblación forestal de tierras degradadas.
Se estima en 5 millones de hectáreas (un 10% del territorio nacional) la superficie repoblada en los 150 años transcurridos desde el inicio de las actuaciones, el 75 % de las cuales han tenido un objetivo eminentemente protector.
Las inquietudes surgidas tras la Conferencia de las Naciones Unidas sobre la Desertificación de Nairobi (1977), se concretaron en España en el Proyecto de Lucha contra la Desertificación en el Mediterráneo, Proyecto LUCDEME, siendo así España el primer país desarrollado en recoger las recomendaciones de las Naciones Unidas en esta materia.
En la segunda mitad del siglo XX se detectó ya una reducción de entre 10 y 20% de los recursos hídricos disponibles
Durante la segunda mitad del siglo XX se ha detectado ya una reducción de entre 10 y 20% de los recursos hídricos disponibles en muchas cuencas de la Península Ibérica. Las estimaciones de reducción de escorrentía superficial, para el siglo XXI siguen también en descenso.
Los datos aportados por el CEDEX (2018), promediando los resultados obtenidos para los diferentes escenarios de emisiones, son del -3 % y -7 % para 2010-2040, del -11 % y -14 % para 2040-2070 y del -13 % y -24 % para 2070-2100, respectivamente.
La temperatura media del mar Mediterráneo se calienta entre dos y tres veces más que el conjunto de los océanos en el ámbito global. Su temperatura es ya 1,5ºC superior a los niveles preindustriales y las previsiones son aún más pesimistas: para el año 2040 se estima que el aumento de la temperatura se situará en 2,2ºC y para el 2100 en 3,8ºC.
Los datos de la AEMET revelan una clara tendencia desde 1971 a temperaturas más extremas, tanto en valores promedio como en máximas y mínimas. Considerando la exposición a “exceso de calor” y “calor moderado” en España, se estima que la mortalidad ligada a estas causas oscilará entre 10.000 y 43.000 fallecimientos anuales a lo largo del siglo XXI.
Aumenta el riesgo de incendios forestales


La Agencia Europea de Medio Ambiente sitúa a España como uno de los países de la Unión Europea con mayor riesgo de incendios, fenómeno que se agrava en situaciones de sequía y en suelos desertificados.
Además, según el último Inventario de Daños Forestales del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, las masas forestales tienen más dificultad para reponerse de los daños que le causan las sequías, al ser estas cada vez más extremas, recurrentes y prolongadas.
Aproximadamente 32 millones de personas ya se han visto afectadas por el cambio climático en España, según los datos aportados por el Ministerio de Transición Energética y Reto Demográfico.
Actualmente el agua embalsada en España (15-06-2022) es del 49%, estamos muy por debajo de los niveles del año 2019, año de la última sequía, en el que varias cuencas como las del Duero se declararon en sequía, y actualmente Guadalquivir y Guadiana sufren ya una sequía extrema.
¿Cuántos desiertos hay en España?
Existen desiertos en todos los puntos geográficos de España, aunque destacan los de Jaén, Almería, Zaragoza, Navarra o Granada.
Son ecosistemas únicos en Europa ya que su ambiente es más propio de las estepas orientales. Algunos, como el parque Natural de Jandía, constituyen unidades geológicas y biológicas de gran importancia gracias a la abundancia de endemismos.
Sin duda, el más emblemático es el almeriense de Tabernas, la única extensión europea considerada propiamente como un desierto, donde llueve menos de 250mm al año y en verano se pueden alcanzar los 50 grados a la sombra.
Hay desiertos visualmente sensacionales, como es el caso de las Bardenas Reales, en Navarra, el más grande en extensión con desniveles hasta de 400 metros.
En conjunto, el 75% del territorio español es susceptible de desertificación por razones climáticas.
Las comunidades autónomas que tienen mayor superficie potencialmente afectada por desertificación son, por orden, Andalucía, Castilla – La Mancha y Castilla y León, que también tienen la mayor extensión de Semiárido. Todas ellas son relativamente grandes y sus límites comprenden una variedad de ambientes y paisajes, entre los que las áreas potencialmente afectadas son, sin embargo, dominantes.
Pero en términos relativos, las comunidades autónomas con mayor susceptibilidad climática a la desertificación son, por orden, Murcia (prácticamente el 100% se encuentra en el dominio CNULD), Castilla – La Mancha (95%) y
Extremadura (90%).
