España se acerca a una situación de sequía alarmante tras la ausencia de lluvias desde principios de enero, un déficit pluviométrico que deja los embalses al 44,6% de su capacidad y agrava el riesgo de incendio y de restricciones



El año 2022 empieza a definirse por su carácter extremadamente seco. La presencia de un anticiclón de bloqueo al norte de la península ibérica, casi desde el pasado 5 de enero, ha desviado todas las borrascas atlánticas típicas del invierno peninsular secando embalses y cultivos, adelantando la temporada de incendios forestales y el riesgo de restricciones a los usos del agua, sin que de momento afecten al abastecimiento. Un tiempo con falta de lluvias que, además agrava la calidad del aire en las ciudades.
Esta situación viene de atrás, el valor medio nacional de las precipitaciones acumuladas en el año hidrológico 2020-2021 (octubre 2020 a septiembre de 2021) se cifra en 606 mm, lo que representa alrededor de un 5% menos que el valor normal correspondiente a dicho periodo y podría calificarse como un año de carácter normal en cuanto a precipitación. Pero en relación a las cantidades acumuladas, destacan zonas del litoral de Cataluña, las provincias de Córdoba, Jaén junto con los límites entre Cádiz, Sevilla y Málaga por debajo del 75% de sus valores normales de su valor medio para el periodo de referencia 1981-2010.
En la España peninsular las precipitaciones acumuladas desde el pasado 1 de octubre hasta el final de enero de 2022, supone un 33% menos respecto a la media del periodo de referencia de los años 1981/2010 (191 litros por metro cuadrado).
Estos datos ya provocaron que a finales de diciembre de 2021, según el informe del MITECO la situación de los indicadores de Escasez Coyuntural en las demarcaciones hidrográficas intercomunitarias se identificara que los problemas respecto de la escasez coyuntural siguen centrándose principalmente en las demarcaciones del Guadiana, en su cuenca alta, y del Guadalquivir.
Las Cuencas del Guadiana y el Guadalquivir, las más afectadas
Los problemas respecto de la escasez de lluvias coyuntural siguen centrándose principalmente en las demarcaciones del Guadiana –en especial en su cuenca alta–, y del Guadalquivir. En diciembre ya se encontraban en escenario de Emergencia 12 Unidades Territoriales de Escasez UTE (7 en la demarcación del Guadalquivir y 5 en la del Guadiana), y en Alerta 21 UTE (10 en la demarcación del Guadalquivir, 4 en las del Guadiana y Ebro, y una en las del Miño-Sil, Duero y Júcar).
La cuenca del Guadalquivir a fecha del 10 de enero contaba con un volumen almacenado en los embalses de la cuenca de 2.305 hm3 (28,4% sobre la capacidad máxima), apenas supera en 100 hm3 la baja cifra de volumen embalsado con la que se inició el año hidrológico (2.198 hm3, 27,1% sobre la capacidad máxima) por lo que el pasado 2 de noviembre se declaró la situación excepcional por sequía extraordinaria en el ámbito de las Unidades Territoriales de Escasez (UTE) en escenario de Emergencia.
En cumplimiento del Plan Especial de Sequía (PES) se han puesto en marcha las medidas para escenario de Emergencia como restricciones al uso industrial, reserva de 400 hm³ para el abastecimiento en el conjunto de los embalses, reserva de 100 hm³ para evitar la pérdida permanente de cultivos vulnerables, intensificación de campañas de educación y concienciación del ahorro, desembalses solo para el mantenimiento de caudales ecológicos mientras se mantenga la situación y la ausencia de precipitaciones, incremento de la vigilancia y el control para evitar detracciones de caudal para riegos, etc.
En la cuenca de Guadiana la situación también continúa siendo problemática, en especial en su cuenca alta y también se están aplicando las medidas establecidas para los correspondientes escenarios en el Plan Especial de Sequías.
En el caso de Cataluña, también acumula un año de sequía, con unas lluvias marcadamente inferiores a la media en buena parte de su territorio, con las excepciones puntuales como el área más occidental del Pirineo o las Terres de l’Ebre.La situación se ha acentuado en los últimos meses, en los que octubre, diciembre y enero han sido claramente más secos de lo habitual, con noviembre como el único mes en el que las precipitaciones fueron importantes de forma más o menos generalizada.
Ahora mismo, la única zona en alerta por sequía son 22 municipios del Alt Empordà (Girona), que dependen del acuífero Fluvià Muga. El embalse de Darnius-Boadella está sólo al 40,9% de su capacidad, la mitad de hace exactamente un año, cuando estaba casi al 80%.
Aunque la Agencia Catalana del Agua (ACA) asegura que el uso doméstico en la zona está garantizado durante un año, la declaración de alerta -vigente desde octubre- ha comportado la aplicación de una serie de restricciones para determinados usos urbanos -como limitaciones en el riego de jardines y zonas verdes o en el llenado de piscinas-, así como en el riego agrícola o en usos ganaderos o industriales.
En Galicia, la Xunta ha declarado el estado de prealerta por sequía en la Demarcación Hidrográfica Galicia-Costa.
¿Qué se entiende por sequía?
Los Planes Especiales de Sequía (PES) utilizan un sistema doble de indicadores que diferencia varias situaciones diferenciando entre sequía prolongada, entendida como un fenómeno natural y situación de escasez relacionada con problemas coyunturales en la atención de las demandas.
La sequía prolongada, muy relacionada con la sequía meteorológica, se produce directamente por la falta o escasez continuada de precipitaciones, que ocasiona que los caudales circulantes se reduzcan de forma importante. Es la sequía que da origen a los restantes tipos de situaciones de sequía y normalmente suele afectar a zonas de gran extensión.
La definición de sequía meteorológica está vinculada a una región específica, ya que las condiciones atmosféricas que producen déficit de precipitación son muy variables de una región a otra. Además, este tipo de sequia también puede implicar temperaturas más altas, vientos de fuerte intensidad, humedad relativa baja, incremento de la evapotranspiración, menor cobertura de nubes y mayor insolación; todo ello puede traducirse finalmente en reducciones en las tasas de infiltración, menor escorrentía, reducción en la percolación profunda y menor recarga de las aguas subterráneas.
En la España peninsular las lluvias acumuladas desde el pasado 1 de octubre hasta el final de enero de 2022, supone un 33% menos respecto a la media del periodo de referencia de los años 1981/2010 (191 litros por metro cuadrado). En un mes la situación ha empeorado; este mismo valor medio nacional hasta el 1 de febrero de 2022 se cifra en 192 mm, lo que representa alrededor de un 36 % menos que el valor normal correspondiente a dicho periodo (299 mm).
La escasez o sequía hidrológica está relacionada con los problemas de atención de las demandas al existir una disminución de los recursos hídricos por debajo de un nivel determinado durante un periodo dado de tiempo. Suele presentarse con el tiempo respecto a la sequía meteorológica.
En los PES se identifican cuatro posibles escenarios, Normalidad, Prealerta, Alerta y Emergencia, que representan las expectativas para los meses posteriores respecto a la atención de las demandas existentes. Para cada escenario hay una serie de medidas con el fin de evitar el avance hacia fases más severas.
La declaración de sequía, de acuerdo con la Ley de Aguas llega con la aprobación de un Real Decreto, para lo que las cuencas hidrográficas afectadas deben cumplir una serie de requisitos.
El 50% del campo español en alerta por falta de lluvias
La organización agraria COAG señala que más del 50% del campo español se encuentra ya en situación de alerta por sequía y apunta a que los peores impacto se están registrando en cereales, olivar, viñedo y almendros de secano, pastos para ganadería extensiva y apicultura.
Por regiones, Andalucía, el sur de Extremadura y Castilla La Mancha y varias comarcas de Murcia, Lleida y Girona, son las que registran la situación más crítica.
Los cultivos de secano se han desarrollado tarde y de forma insuficiente por problemas en la nascencia, a causa de la falta de lluvias en todo el otoño y el invierno pasados. Esto genera problemas de floración y maduración, incluso de nascencia irregular en cereales. En las principales zonas cerealistas de Castilla León y Aragón, si no llueve en 15-20 días, también se empezarían a hablar de pérdidas.
Las siembras de ajos en Castilla La Mancha también se han visto fuertemente afectadas por la falta de lluvias en el último trimestre.
Esta situación afecta particularmente a la ganadería en régimen extensivo (vacas, ovejas y cabras), ya que la ausencia de lluvias impide el desarrollo de los pastos que constituyen la base de su alimentación. Esta situación va a provocar que los ganaderos tengan que recurrir a la compra de alimentos sustitutivos, o suplementar con piensos, paja y forrajes, y en determinadas zonas, al transporte de agua para el ganado.
La apicultura es otro de los sectores afectados porque está íntimamente ligada a las floraciones, tanto de vegetación natural como cultivada, por lo que un periodo de sequía le afecta directamente. El hecho de que se produzca un déficit pluviométrico, agravado por el anormal otoño e invierno previos, acarrea la falta de floraciones y como consecuencia la imposibilidad de que las colonias lleven a cabo un desarrollo normal y puedan recolectar sus cosechas.
Incertidumbre y preocupación ante el inicio de la campaña de regadío
Según un informe realizado por la agraria COAG si no se registran precipitaciones en el corto-medio plazo se barruntan restricciones ante el bajo nivel de los embalses y pantanos, especialmente ante la escasa disponibilidad de agua para regadío en Andalucía, Extremadura, Castilla La Mancha y Castilla y León.
Si no llueve de forma significativa en las próximas 3-4 semanas, los secanos podrían ver dañados sus rendimientos entre un 60 y un 80%
Según ha lamentado Fenacore, se han ejecutado sólo dos de cada diez euros de la inversión prevista en los anteriores planes hidrológicos, por lo que un «porcentaje elevado» de las obras de regulación y de infraestructuras hidráulicas de interés general no se han realizado pese a recogerse en los planes y resultar «determinantes» para mitigar impactos del cambio climático.
Entre esos impactos, la federación ha apuntado a las sequías, que en los últimos 50 años han provocado la muerte de 650.000 personas en el mundo y, a tenor de las proyecciones, cada vez serán «más frecuentes en países con climas áridos y semiáridos como España», ha advertido.
En este contexto, los regantes han avisado de que la desertificación se ha convertido en «uno de los mayores problemas ambientales», que en España, según datos del Ministerio para la Transición Ecológica, cuenta con un 74% de zonas secas y con más de nueve millones de hectáreas catalogadas como «de riesgo alto o muy alto».
Fenacore ha explicado así que las obras de regulación son «fundamentales» para combatir las sequías, al permitir embalsar agua en las épocas de lluvias para distribuirla y usarla cuando se necesite.
«En estos momentos resultaría especialmente relevante para las cuencas de la mitad sur de España, que se encuentran a alrededor del 30% de su capacidad, y también para territorios de Cataluña donde el uso del agua para el riego agrícola ya comienza a sufrir restricciones por la falta de lluvias», ha aseverado la federación.
En este sentido, ha precisado que mientras en la mayoría de los países europeos pueden aprovechar de forma natural más de un 40% de sus recursos hídricos, en España este aprovechamiento en régimen natural se reduce al 9%. De ahí, la necesidad de las obras de regulación para almacenar agua, ha defendido.
