Un nuevo informe de la FAO pone el foco en los crecientes problemas de escasez hídrica y cómo están afectando al contenido de nutrientes de los alimentos. Pide además que en regiones azotadas por la sequía el rendimiento de la agricultura se mida en función de la productividad del agua y no de la tierra



Con menos de una década por delante para la implementación de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, las metas sobre el agua, la nutrición y la seguridad alimentaria están actualmente «fuera de nuestro alcance», denuncia la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), que está desarrollando esta semana su 42º período de sesiones.
En esta cita, que por primera vez se realiza de manera virtual, representantes de los 194 Estados miembros debatirán el marco estratégico de la próxima década (2022-2031) y tratarán de buscar soluciones a los problemas más acuciantes en materia de alimentación, marcados por la subida de los precios alimentarios a nivel mundial y por los efectos del cambio climático que están reduciendo las reservas de agua y castigando gravemente la agricultura en los países más vulnerables.
En este contexto, se ha presentado el estudio ‘Productividad del agua: la brecha entre rendimiento y nutrición’ que pone el foco en los crecientes problemas de escasez hídrica y cómo están afectando al contenido de macro y micronutrientes de los alimentos. El informe plantea la necesidad de estrategias concretas para los agricultores para producir alimentos básicos y al mismo tiempo aumentar los cultivos ricos en nutrientes en contexto de lluvias irregulares y períodos de sequía.
La desnutrición es un problema mundial con graves ramificaciones económicas y sanitarias y que impacta directamente en una de cada tres personas en el mundo. La desnutrición se ve agravada por la escasez de agua en un planeta con aproximadamente el 30% de la población viviendo en ambientes con estrés hídrico. En los próximos veinte años se espera que la escasez de agua y la desnutrición afecten a la mitad dela población mundial, aproximadamente 4.800 millones de personas.
La brecha entre las dietas reales y recomendadas es universal y está asociada con mala salud y muerte prematura, además de incurrir en enormes costos económicos y sociales. El informe señala que, en todo el mundo, 151 millones de niños padecen retraso en el crecimiento, 51 millones de niños sufren emaciación y más de dos mil millones de personas tienen deficiencia de micronutrientes.
Calcular la productividad del agua
La FAO denuncia que detrás de estos datos está la escasez de agua. «La variabilidad climática y las precipitaciones inciertas pueden conducir a la desnutrición si desalientan a los agricultores a intensificar y diversificar su producción. Lluvias erráticas, aprovechamiento ineficiente de lluvias, e inundaciones repentinas y mala gestión del agua, que lleva la lluvia directamente al desagüe, contribuyen a la reducción de los rendimientos y la baja productividad de la agricultura», señala el informe.
Así, destaca la importancia del índice de productividad nutricional del agua (NWP, según sus siglas en inglés), reconocido como métrica de referencia para cuantificar el nexo agua-alimentos-nutrición, especialmente en regiones donde prevalece la escasez de agua y la inseguridad alimentaria y nutricional, como el sur de Asia y África subsahariana. Este índice, desarrollado por el investigador Renaulty Wallender en el año 2000 y aplicado por primera vez a datos de California, ilustra que cambiar los cálculos de productividad por unidad de tierra por cálculos de productividad por unidad de agua podría desempeñar un papel vital para hacer frente a los problemas alimentarios y a la creciente competencia por los recursos hídricos inciertos.
Aprovechar oportunidades
El informe de la FAO señala la importancia de avanzar en las metas del ODS 6, relativo al agua, en especial en el objetivo 6.1, mejora en el acceso a agua potable segura y asequible para todos, y en el 6.2, saneamiento e higiene seguros, que están directamente relacionados con el ODS 2: poner fin al hambre, lograr la seguridad alimentaria y la mejora de la nutrición y promover la agricultura sostenible.
Sin una gestión correcta del agua, ni los agricultores podrán aprovechar la escasa lluvia para sus cultivos ni la población, asediada por enfermedades relacionadas con la inseguridad hídrica, podrá solucionar sus problemas de nutrición.


Además, en un contexto de incertidumbre, los pequeños agricultores no cambiarán fácilmente de la producción de alimentos básicos a cultivos con una alta densidad de nutrientes esenciales, que les son menos familiares y requieren más cuidados. Por ello, aumentar la productividad del agua es el primer paso para motivar a estos productores.
El informe propone además impulsar su acceso a mercados mejor remunerados y coordinar acciones para maximizar los rendimientos de semillas y fertilizantes. «Se pueden lograr aumentos significativos en la producción total y los rendimientos agregando pequeñas cantidades de agua en puntos críticos de una temporada, por ejemplo, a través de agua suplementaria y provisión en sistemas de secano», señalan. La combinación con programas de contratación pública y el desarrollo de canales de comercialización impulsarán también cambios significativos en los sistemas agrícolas.
