Gracias a la colaboración público-privada, el municipio alicantino de Finestrat pudo construir de la mano de Hidraqua una costosa canalización que era vital para garantizar la seguridad de los habitantes en los episodios de lluvias extremas, en el que las riadas se llevaban todo a su paso, incluso vidas humanas



Dicen que después de la tormenta viene la calma, aunque nadie se para a reparar en los detalles de esa nueva tranquilidad. Puede ser dulce, puede ser reconfortante o puede tener un fuerte sabor amargo, como les ocurrió a los vecinos en Finestrat, en la provincia de Alicante, aquel diciembre del 2017.
Precisamente tras un fuerte episodio de lluvias torrenciales, los habitantes del municipio alicantino abrazaron la calma acompañados de un titular estremecedor: “Un hombre muere arrastrado por una riada en la rambla de Finestrat”. Se repitió la misma historia que tiempo atrás sucedió en ese mismo lugar y que se llevó por delante la vida de una pareja británica. La pregunta en ese momento fue evidente: ¿hasta cuándo iban los vecinos a vivir con este constante peligro natural?
La respuesta, sin embargo, no fue tan clara como parecía. El crecimiento urbanístico de los últimos años del municipio había afectado de forma significativa a la cuenca vertiente del barranco de la Cala de Finestrat, por lo que cada episodio de lluvias torrenciales se transformaba en una verdadera hecatombe materializada en forma de imponentes riadas que se llevaban todo a su paso. Cambiar eso precisaba de un plan meticuloso y sólido, pero sobre todo de fondos que el consistorio no tenía a su disposición.
Y es que la adaptación necesaria para convertir a las ciudades -principales receptores de los impactos del cambio climático- en núcleos resilientes a los fenómenos extremos necesita abordarse con nuevos enfoques, pero, como expresó el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) en la presentación en la COP26 del informe de la Brecha de Adaptación 2021, sobre todo de la colaboración entre todos los agentes implicados.
Para la organización internacional, la mezcla entre falta de financiación y la inherente hambre por el desarrollo tecnológico conducen directamente a la búsqueda de colaboración y de alianzas con los más preparados para ello, que no son otras que las empresas del sector privado. En el caso de Finestrat, la pieza del rompecabezas que faltaba en este puzle de colaboración público-privada fue la empresa gestora del agua: Hidraqua.


De hecho, una de las líneas de gestión que fue perfeccionando Hidraqua durante los últimos años se basaba en la administración eficiente de los episodios de lluvias extremas a través de soluciones innovadoras y adaptadas a cada municipio. Soluciones que abarcan desde actuaciones en las instalaciones vinculadas al ciclo integral del agua, el diseño y ejecución de nuevas infraestructuras, hasta Soluciones Basadas en la Naturaleza (SbN) y digitales que permitan anticiparse a estos fenómenos meteorológicos extremos.
Un reciente ejemplo lo encontramos en Dinapsis for Water Resources, diseñada a raíz de las principales necesidades que se detectaron durante la DANA sufrida en la Vega Baja de Alicante en septiembre de 2019.
“Dinapsis for Water Resources es una herramienta compuesta por un sistema que analiza la resiliencia de las infraestructuras críticas de protección contra inundaciones y por otro de alerta temprana que ayudan en la coordinación de los servicios de emergencia”, explican desde Hidraqua.
En el caso de Hidraqua para Finestrat, la solución se basó en una enorme canalización, de casi un kilómetro de envergadura, y con una capacidad de desagüe suficiente para evacuar un caudal de 28’20 metros cúbicos de agua por segundo, conforme establece el “Plan Director de Defensa contra las inundaciones en la comarca de la Marina Baixa” de la Confederación Hidrográfica del Júcar.
Las etapas del cambio
Las actuaciones llevadas a cabo estaban divididas en tres fases: una primera centrada en el tramo de 500 metros del barranco comprendido entre el puente de la avenida Finestrat hasta unos 250 metros antes de su confluencia con la avenida de la Marina Baixa. En esa área se acondicionó el lecho del cauce del barranco con el objetivo de incrementar su rugosidad y así reducir la velocidad del agua.
Los trabajos de la fase 2 y 3 se ejecutaron de manera simultánea. En la fase 2 se acondicionó la transición de caudales desde un canal abierto en superficie hasta un tramo de canalización subterránea. Y, finalmente, un último tramo de canalización subterráneo, de 200 metros de longitud, destinado a desviar el caudal de avenida hacia la playa por debajo del paseo, en la avenida Marina Baixa.
Teóricamente simple, pero de difícil ejecución práctica. En palabras del alcalde de Finestrat, Juan Francisco Pérez, se trataba de una obra complicada, muy técnica, pero que permitiría eliminar el 90% de las avenidas de agua que hasta aquel entonces sufrían cuando llovía con intensidad. El 10% restante serían casos sobre salientes, pero sin parangón con lo anteriormente vivido porque la canalización permitiría reducir a más de la mitad el caudal en superficie.
Por su parte, el gestor de Hidraqua en Finestrat, Ciriaco Clemente, definió esta obra como “emblemática” porque, además de canalizar el barranco de la Cala, se planeó la ejecución de distintas obras hidráulicas en el casco histórico para reducir los daños de las inundaciones.


Además de la ejecución, la financiación provino de la propia empresa. Dado que el proyecto no podía ser asumido por las arcas locales, el edil llegó a solicitar la aportación de fondos por parte de entidades supramunicipales, pero sin un éxito sólido. Ante la situación, Hidraqua adelantó los fondos para renovar infraestructuras hídricas.
Tras varios años de ejecución, la obra llegó a su fin y a tiempo para soportar nuevos episodios extremos. El alcalde de la localidad recuerda aquella jornada como “el día después”, ya que supuso “un gran acierto de los ingenieros y la empresa promotora, que fue Hidraqua”. Su calma llega ahora con este ejemplo de colaboración público-privada como llave de la resiliencia en las ciudades que, según Juan Francisco Pérez, ha permitido garantizar la seguridad y emprender mejoras importantes que antes no se podían hacer porque las riadas se lo llevaban todo al mar.
Hidraqua, sin embargo, no solo marcó un antes y un después en Finestrat. A esta instalación, se unen otras actuaciones como el Parque Inundable la Marjal, ubicado en la playa de San Juan de Alicante, que puso en marcha la empresa participada por Hidraqua, Aguas de Alicante, de la mano del Ayuntamiento de la ciudad. O, por ejemplo, la infraestructura de Drenaje Sostenible situada en la calle 133 de Paterna, donde Hidraqua también opera bajo un modelo de empresa mixta de la mano del Ayuntamiento de Paterna.
También destaca los lagos artificiales que Hidraqua construyó en el parque de El Recorral, en Rojales, una SbN que tiene como objetivo ayudar en la gestión de las aguas residuales del municipio, así como funcionar como un reducto de biodiversidad en plena Vega Baja de Alicante.
