Hace apenas 10 años, los humedales de Illa de Mar y L’Embut, en el corazón del Delta del Ebro, eran tierras agrícolas sometidas a explotación, donde la naturaleza apenas encontraba acomodo en medio de la intensa actuación humana sobre el terreno a lo largo del ciclo productivo del año.
En apenas una década, se han convertido en un rincón privilegiado dentro del territorio esencial para las rutas migratorias de las aves de toda Europa que constituye la desembocadura del río más caudaloso de España. El Delta del Ebro es la estación de paso y repostaje de buena parte de la fauna de aves del continente en sus idas y venidas, y los humedales de Illa de Mar y L’Embut se han convertido en un refugio seguro para ellas.
Más de 150 especies, el 25% de la avifauna avistable en España, encuentran acomodo aquí a lo largo del año. Entre ellas, algunas de las más escasas y vulnerables de anátidas, ardeidas, limícolas, o paseriformes; dicho coloquialmente, patos; garzas; aves de arenales y pequeños pájaros.


Las zonas húmedas son uno de los ecosistemas más ricos en biodiversidad y en servicios ecosistémicos, pero también uno de los más sensibles a la degradación por los impactos de la actividad humana.
Precisamente, este pasado mes de febrero, el Gobierno de España, con motivo del Día Mundial de los Humedales, anunciaba la puesta en marcha del Plan Estratégico de Humedales 2022-2030 para «impulsar la conservación y recuperación de estos ecosistemas clave». Entre los objetivos adelantados por el Ejecutivo en esta estrategia está “conseguir que ningún humedal protegido haya empeorado su estado de conservación para 2030 y que al menos el 50% haya experimentado mejora”.
Un plan de Estado para recuperar los humedales
La ministra recordaba que, según los datos del Inventario Español de Zonas Húmedas, la mitad de los humedales españoles se encuentran conservados o bien conservados y la otra mitad (48,8%) están alterados o muy alterados. Además, desde principios del siglo XIX ha desaparecido al menos el 60% de la superficie húmeda original de España.
“Debemos iniciar antes de 2030 la restauración de los principales humedales que se han perdido en el pasado reciente y alcanzar en este período la recuperación de al menos 20.000 hectáreas de zonas húmedas”, declaraba Teresa Ribera.
Ejemplo de restauración ecológica
Un ejemplo de recuperación con resultados computables son los humedales artificiales de Illa de mar (43,5 hectáreas) y del Embut (86,9 hectáreas), situados en el Delta del Ebro y que tienen un tamaño cercano a las 150 hectáreas, una superficie equivalente a 150 campos de fútbol.
Estos humedales de depuración de agua fueron construidos por la empresa pública ACUAMED y son gestionados por el grupo Agbar.
Se han convertido, desde su formación, en espacios privilegiados para la nidificación de un gran número de aves acuáticas. Hasta tal punto que en 2020 fueron declarados reserva natural de fauna salvaje por el Departamento de Territorio y Sostenibilidad de la Generalitat de Cataluña e incluidos en la Red Natura 2000 de espacios protegidos europeos.
Lo esencial aquí es entender que no exclusivamente espacios naturales, sino soluciones del agua para la gestión del ecosistema, con funcionalidades variadas.
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Como explica Oliver Hernández, responsable de su gestión para el grupo Agbar, “se trata de una iniciativa de gestión de aguas agrícolas que aplica soluciones naturales para aumentar la calidad de esos recursos hídricos antes de devolverlos al ecosistema”.
“Los humedales de depuración de l’Embut y d’Illa de Mar reciben las aguas usadas en los cultivos de arroz, que vienen cargadas de nutrientes y de restos de productos fitosanitarios y los degradan y eliminan mediante un proceso natural llevado a cabo por la vegetación y los microorganismos que habitan en ellos”, añade Hernández.


Después de pasar por este proceso de depuración natural, las aguas son devueltas a los espacios naturales del Delta del Ebro con su calidad mejorada, explica el gestor del espacio.
Se trata de servirse de la naturaleza misma para conseguir el objetivo, logrando al mismo tiempo que la vida silvestre y los ciclos naturales recuperen su tiempo y espacio. En cierto sentido, la naturaleza hace gratis funciones que necesitamos. Es lo que llamamos servicios ecosistémicos.
Los humedales artificiales de depuración de Illa de Mar y L’Embut decantan las aguas agrícolas y dejan al final del proceso un recurso hídrico de alta calidad. Como explica Hernández, todo ello es obra del conjunto del ecosistema lagunar, por la acción interrelacionada de plantas acuáticas, microorganismos como bacterias y otros elementos vivos. Si se intentara hacer lo mismo con medios tecnológicos habría que invertir notables esfuerzos en instalaciones, energía y mano de obra.
La construcción de los humedales de depuración de l’Embut y d’Illa de Mar fue realizada durante los años 2010-2012 por la sociedad estatal ACUAMED, dependiente del por entonces llamado Ministerio de Agricultura y Pesca, Alimentación y Medio Ambiente. Formaba parte de un programa de mejora de la calidad de las bahías del Delta del Ebro (Plan Integral De Protección del Delta del Ebro). El objetivo era tratar el agua procedente del cultivo del arroz antes de su vertido definitivo a las masas de agua naturales (lagunas y bahías). Desde el año 2014 Aquambiente (Agbar) es responsable del mantenimiento, gestión y seguimiento ambiental de ambos humedales.
Biodiversidad en aumento
Estos sistemas naturales de depuración son un ejemplo de infraestructura verde que vela por la biodiversidad y el entorno, convirtiendo los humedales en un lugar de elevado valor ornitológico y múltiples beneficios, a nivel social, económico y ambiental, declara Hernández.
Para ello, se lleva a cabo un seguimiento continuo de diversos indicadores, como calidad de las aguas, evolución de la vegetación o censos de la fauna presente en el espacio. En este seguimiento se cuenta con la colaboración para determinadas tareas de entidades científicas y académicas, como el Instituto de Investigación y Tecnología Agroalimentarias (IRTA) y la Universidad de Barcelona.


En ese sentido, los inventarios de biodiversidad muestran la mejora de las condiciones naturales del espacio. «Desde su formación se han citado más de 150 especies de aves diferentes en estas lagunas, y hay 20 que están catalogadas como vulnerables y que nidifican en ellas. Cada año observamos algo nuevo. Por ejemplo, en el 2019 comprobamos que una pareja de aguilucho lagunero ha nidificado aquí, cuando hacía 40 años que no ocurría en todo el Delta del Ebro», afirma Oliver Hernández.
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De este modo, en los meses del año en los que debería haber más lluvia y más agua, de enero a abril, es precisamente cuando buena parte del terreno del Delta del Ebro está seco. Sin embargo, los humedales de depuración de l’Embut y d’Illa de Mar mantienen todo el año una lámina de agua, lo que invita a las aves a concentrarse en ellos en esos periodos de escasez de zonas de inundación.


Realmente, el ciclo natural del Delta del Ebro está sumamente cambiado desde hace siglos por la actividad humana, y estos humedales contribuyen a devolver funciones clave a este territorio.
“Los humedales artificiales se muestran como sistemas altamente recomendados para la depuración del agua de origen agrícola en espacios de elevada sensibilidad ambiental, como el Delta del Ebro, donde contribuyen activamente en la conservación y recuperación de la biodiversidad”, afirma el técnico responsable de la gestión. En estos espacios, los humedales artificiales adoptan un papel multifuncional (tratamiento del agua, hábitat natural, uso público del espacio, etc.) y son un claro ejemplo de infraestructura verde sostenible e integrada en el medio natural, añade.
Los censos de aves periódicos que realiza Aquambiente como parte de la gestión del humedal han permitido el seguimiento de poblaciones y nuevas citas en la zona de especies amenazadas; se han identificado más de 150 especies diferentes de aves y se ha constatado la formación de colonias de nidificación de cientos de parejas de fumarel cariblanco (Chlidonias hybrida), morito (Plegadis falcinellus) y diversas especies de ardeidas como la garza real (Ardea cinerea), la garza imperial (Ardea purpurea), la garceta grande (Egretta alba), la garceta común (Egretta garzetta), la garcilla bueyera (Bubulcus ibis), la garcilla cangrejera (Ardeola ralloides) y el martinete común (Nycticorax nyxcticorax).
Los dos humedales se han convertido, además, en áreas importantes de refugio para pequeñas aves migratorias y acogen dormideros de cientos de miles de ejemplares.
La finalidad de la declaración de estas Reservas es la protección de diversas especies de aves en peligro de extinción que han sido citadas regularmente en los humedales, como el porrón pardo (Aythya nyroca), la cerceta pardilla (Marmaronetta angustirostris), la malvasía cabeciblanca (Oxyura leucocephala), el avetoro común (Botaurus stellaris), la gaviota de Audouin (Ichthyaetus audouinii), el fumarel negro (Chlidonias niger) y el escribano palustre (Emberiza schoeniclus whiterbyii).
Estas especies “sirven como paraguas para la conservación del conjunto de la avifauna presente en estos nuevos espacios naturales”, explica Oliver Hernández.
