Según los datos de consumo de agua en Ibiza en 2019 el suministro de agua producida en las tres desaladoras de la isla superó por primera vez a la de pozo aliviando la presión sobre los acuíferos



La insularidad, pero sobre todo la escasez de recursos superficiales, ha propiciado una particular cultura del agua en Ibiza. La pluviometría no es menor que la media nacional y en todo caso se considera “suficiente” siendo desde luego superior a la de muchas regiones del sureste peninsular. El rasgo principal es que los recursos hídricos naturales son, en un elevado porcentaje, aguas subterráneas que deben ser extraídas mediante bombeos puntuales.
Este escenario hace que la principal característica que diferencia la hidrología de les Illes Balears respecto a la de la mayor parte de las cuencas peninsulares es que las aguas subterráneas constituyen casi el único recurso hídrico natural disponible.
El cambio climático y la presión urbanística, que ha incrementado considerablemente la demanda de consumo de agua en periodos de especial afluencia turística en la isla pitiusa, llevaron al Govern a declarar la isla en prealerta por sequía por el descenso en el nivel del agua subterránea por la falta de lluvias que al término del último año hidrológico, allá por octubre, dejó los acuíferos de Ibiza al 40% de su capacidad.
La solución es la desalación
En 2020, por primera vez el consumo de agua desalada en Ibiza supera a la de pozo, según datos facilitados al Diario de Ibiza por Juan Calvo, secretario general de la Agencia Balear del Agua (Abaqua), empresa pública dependiente de la conselleria balear de Medio Ambiente.
Según los datos de consumo de agua de la dirección general de Recursos Hídricos, en 2019 (el último año del que se disponen los datos completos) el suministro de agua producida en las tres desaladoras de la isla (Vila, Sant Antoni y Santa Eulària) superó por primera vez a la de pozo.
En total, las tres plantas desalinizadoras produjeron 10,7 hectómetros cúbicos, un 22% más que en 2018 y la cifra más alta de la historia. En cambio, el consumo de agua de los acuíferos de la isla, que fue de 8,4 hectómetros cúbicos en 2019, el dato más bajo de los últimos 20 años, se redujo un 18% con respecto al año anterior.
Las tres plantas desaladoras de Ibiza funcionan al 50% de media de su capacidad en los meses de invierno y sobre el 90% en verano
Hace 20 años, en el 2000, el consumo de agua de pozo era de 10,9 hectómetros cúbicos mientras que el de desaladora se situaba en sólo 3,8. Una década después, en 2010, la explotación de los acuíferos seguía siendo prácticamente la misma (10,7 hectómetros cúbicos), pero la de las desaladoras (Vila y Sant Antoni entonces) se había disparado a algo más de seis hectómetros cúbicos. Con 12,4 hectómetros cúbicos, 2003 fue el año de los últimos 20 años en que se registró un mayor consumo de agua de los pozos de la isla.
La sustitución del consumo de agua de acuífero por agua desalada se debe a la puesta en marcha de la planta de Santa Eulària y a la conexión de las tres desaladoras con los cinco municipios de la isla, a mediados de 2018 a través del anillo de interconexión, lo que ha facilitado el incremento del consumo en Sant Josep y Santa Eulària.
De hecho, la presión sobre los acuíferos de la isla se reduce a valores de la década de los 90, según destaca Juan Calvo, secretario general de la Agencia Balear del Agua (Abaqua), empresa pública dependiente de la Conselleria de Medio Ambiente balear.
Según recoge el diario pitiuso, hay que tener en cuenta, según apunta el secretario general de Abaqua, que en invierno Vila ha cerrado los pozos y consume sólo agua desalada para ayudar con ello a recuperar los acuíferos y utilizarlos como reserva, al objeto de cubrir las puntas de verano cuando no es suficiente la producción de las desaladoras.
Las tres plantas desaladoras de Ibiza funcionan al 50% de media de su capacidad en los meses de invierno y sobre el 90% en verano. «Hay 15 días en agosto en los que los municipios demandan más agua desalada, pero no hay más y hay que tirar de los acuíferos», recuerda Calvo.
Por ello, la conselleria de Medio Ambiente se ha propuesto, y a tenor de los datos de los últimos dos años ya lo está logrando, aumentar el consumo de agua desalada en invierno para preservar los acuíferos. En este sentido, el coste del agua desalada es más bajo en invierno que en verano. «Es una oportunidad para recuperar los acuíferos», resalta el técnico de la Conselleria de Medio Ambiente, que lo compara con «una póliza de seguros» para que en un plazo de «20-30 años» las venas subterráneas de la isla recuperen el caudal y la calidad suficiente para que «no sea necesario consumir tanta agua de las desaladoras».
