El último informe anual sobre el estado de los océanos del servicio marítimo de Copérnicus expone un ecosistema con amplios cambios a todos los niveles. Sus autores piden una mayor acción para tratar de revertir unos impactos que pueden sucederse durante decenas de años



Los océanos son mucho más que distintos cuerpos de agua interconectados. Gracias a ellos, el clima terrestre pude mantenerse dentro de unos niveles que permitan la vida tanto fuera de ellos como dentro. Sin embargo, y a pesar de su importancia, los humanos han iniciado en ellos un ciclo de profundas transformaciones que se están alterando el mundo tal y como lo conocíamos.
El servicio marítimo de Copernicus se encarga de rastrear estos cambios y de exponerlos en una serie de informes que, este mes, ven su quinta edición en un documento basado en un análisis más de 120 expertos de más de 30 instituciones europeas.
Del Océano Azul, que describe el estado físico de los océanos, destaca que la temperatura media se incrementó a un ritmo de 0,015 grados centígrados por año, mientras que el nivel de los océanos lo hizo a una media de 0,4 milímetros por año, en ambas situaciones entre 1993 y 2019.
Para ellos, ambos indicadores son de vital importancia debido a que regulan al sistema climático global y pueden llegar a cambiar incluso los ecosistemas marinos. Por ejemplo, tales aumentos en la temperatura en el agua ya están obligando a distintas especies de peces a desplazarse a regiones más frías, que se encuentran en los polos y en los fondos oceánicos.
También se ha observado como estos cambios propician la introducción de especies invasoras en ecosistemas. En concreto, en el 2019 el pez león, Pterois miles, experimentó una introducción generalizada en el mar Mediterráneo, desde el Canal de Suez hasta el mar Jónico, debido al aumento de las temperaturas en la cuenca del Mediterráneo oriental.


El Océano Verde, que describe el estado biológico y bioquímico de estas grandes masas de agua, también se ha visto afectado. En este caso, explican que el pH del océano está disminuyendo a un ritmo de 0,0016 unidades por año desde 1985 y que su oxígeno, vital para la vida marina, también decrece, esta vez a una media de 0,16 moles por metro cuadrado desde la década de los 50.
Lo más significativo es que la clorofila-a está en aumento, un síntoma de la llegada de contaminantes de sectores clave y que están impulsando la expansión de la eutrofización, tanto en mares como en lagos.
“La eutrofización ocurre cuando el agua es excesivamente rica en nutrientes, lo que fomenta niveles dañinos de crecimiento de algas. En Europa, este proceso se traduce en un problema directo para la calidad del agua y que afectan gravemente al funcionamiento de los ecosistemas”, declara el servicio de Copernicus.
El Océano Blanco, que se refiere al ciclo de vida del hielo flotante dentro de las regiones polares, también ha tenido un hueco dentro del documento. Del presente en el Ártico no prevén nada bueno, es más, indican que con cada década que pasa disminuye su extensión un 4,46% de media. En verano, esa cifra aumenta hasta casi un 13%.
Este año, por ejemplo, la extensión mínima del hielo marino en el Ártico se situó en 4,72 millones de kilómetros cuadrados, o lo que es lo mismo, en la duodécima más pequeña desde que se tienen registros. Como curiosidad, los últimos 15 años (2007 a 2021) son las 15 extensiones mínimas más bajas en el registro de satélites de 43 años.
La Antártida por su parte presenta unas tasas de crecimiento de casi un 1% por década, aunque advierten que las tendencias no son estadísticamente relevantes. La información del Panel Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC), sin embargo, contrasta con estas tendencias al firmar que el hielo antártico está en retroceso.
“El cambio climático, la contaminación y la sobreexplotación han ejercido presiones sin precedentes sobre el océano, lo que requiere la urgente necesidad de medidas sostenibles para la gobernanza, la adaptación y la gestión con el fin de asegurar las diversas funciones de soporte vital que ofrece el océano para el bienestar humano», señalan sus autores.
Para ellos, es también imperativo seguir mejorando nuestro conocimiento en estos gigantes de agua para asegurar la base de un futuro sostenible.
El informe también pone su foco en los mares más importantes del mundo. El Mediterráneo, por su situación y por su relevancia mara la vida de millones de personas, no podía faltar.
Le sitúan como el mar que más ha aumentado su temperatura media y unos de los que más ha incrementado su nivel medio. Ambos factores creen que pudieron ser claves para el evento de Acqua Alta en Venecia durante el 2019 cuando el nivel del mar llegó a un máximo de 1.89 metros, el más alto desde 1966.
