Infraestructuras verdes, claves para la restauración - EL ÁGORA DIARIO

Infraestructuras verdes, claves para la restauración

Infraestructuras verdes, claves para la restauración

Las soluciones de infraestructura basadas en la naturaleza ayudan a mitigar el cambio climático y pueden tener un alto impacto a la hora de recuperar la biodiversidad de los ecosistemas, como demuestran los últimos desarrollos en el sector del agua


El Ágora
Madrid | 4 junio, 2021


La humanidad se enfrenta actualmente a una tarea hercúlea. Revertir el cambio climático y proteger el mundo natural que nos sustenta son dos prioridades que se anuncian vitales para el bienestar de las generaciones actuales y futuras. Esto no solo se traduce en la necesidad de reducir las emisiones de efecto invernadero, paso imprescindible en la lucha climática que cada vez más países y empresas están haciendo suyo, sino también en transformar nuestra forma de relacionarnos con el medio ambiente. Un cambio total en nuestros hábitos y costumbres que necesitará décadas para hacerse realidad.

Por desgracia, no contamos con tanto tiempo. Como se preocupa de recordarnos constantemente el consenso científico a través de organismos como el IPCC, la humanidad tiene un margen muy estrecho para limitar el calentamiento global a 1,5 o 2 grados y revertir la pérdida de biodiversidad que supone la desaparición prevista de miles de especies, dos puntos de no retorno a partir de los cuáles el daño a los ecosistemas sería prácticamente irreparable. Y no vamos por el buen camino: según la ONU, el mundo no ha logrado alcanzar ninguna de las metas que se propusieron hace una década para detener la destrucción de la vida silvestre.

Para ganar tiempo y completar estas imprescindibles transformaciones, necesitamos centrarnos también en soluciones simples y de acción rápida. Tal y como apunta la directora ejecutiva del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), Inger Andersen, tienen que ser “soluciones que ralenticen el cambio climático, restauren la naturaleza y la biodiversidad, y nos protejan contra las pandemias”, ya que la reciente crisis sanitaria ha puesto de manifiesto el importante vínculo existente entre nuestra salud y la de los ecosistemas.

Una rana de cristal fotografiada en la selva amazónica | Foto: Dirk Ercken

En este sentido, hay un punto que hasta hace poco pasaba desapercibido cuando se hablaba de transición ecológica pero que cada vez gana más adeptos: modernizar nuestras infraestructuras para que no sólo sean sostenibles, sino que contribuyan activamente a la restauración y la conservación de hábitats. Y es que, aunque sean parte esencial de nuestras vida, nadie piensa en el enorme rol que pueden jugar en nuestro trabajo de adaptación y mitigación del cambio climático. Sobre todo, si se empiezan a repensar las construcciones “grises” habituales, ya sean carreteras, pantanos o aeropuertos, para convertirlas en auténticas infraestructuras verdes.

Según apunta la Comisión Europea, dentro de su estrategia centrada en las soluciones basadas en la naturaleza, “la infraestructura verde puede contribuir de manera significativa a la consecución de muchos de los objetivos climáticos y ambientales clave de la UE”, ya que es considerada como “una forma inteligente e integrada de gestionar nuestro capital natural”. Una visión que España comparte y complementó con el lanzamiento, el pasado octubre, de la Estrategia Nacional de Infraestructura Verde y de la Conectividad y Restauración Ecológicas.

El plan español

Según fuentes del Ministerio para la Transición Ecológica, la estrategia de infraestructuras verdes es una pieza básica de la economía española en la transición hacia un modelo sostenible e inclusivo. Además, consideran que es “clave” para que España pueda encontrar y apostar por soluciones basadas en la naturaleza que permitan recuperar la dañada biodiversidad nacional, ya que sólo el 9% del hábitat y el 21% de las especies se encuentran en buen estado de conservación.

Uno de los principales objetivos de la estrategia es que los diferentes ecosistemas de la península, especialmente aquellos que se encuentran dentro de áreas protegidas, mejoren su conectividad. Un informe reciente elaborado por la Agencia Europea de Medio Ambiente (EEA) demostraba que el Viejo Continente es uno de los más fragmentados del mundo y España no es una excepción: el 30% de los espacios naturales está entre moderada y altamente fragmentados debido a la expansión urbana, los desarrollos en infraestructuras y los cambios en los usos de la tierra. Este problema no solo afecta la biodiversidad, sino que también socava los efectos positivos que los ecosistemas saludables brindan a la sociedad.

El Tancat de la Pipa es una reserva fruto de un proceso de restauración ecológico llevado a cabo en 2007. | Tancat de la Pipa.

En cualquier caso, la inversión en infraestructura verdes tiene también una lógica económica. Si se van reemplazando o modernizando las construcciones actuales con soluciones basadas en la naturaleza, es más rentable a largo plazo que sustituir esos servicios perdidos. Los ejemplos son múltiples: desde techos verdes que capturan el agua de lluvia, reduciendo las inundaciones y el estrés en los sistemas de alcantarillado hasta bosques de manglares que pueden complementar los diques al reducir la marejada ciclónica.

De hecho, según un informe del Banco Mundial y el World Resources Institute, las soluciones basadas en la naturaleza “ayudan a mejorar la eficiencia económica de las inversiones en infraestructura” y “sus múltiples beneficios pueden generar tanto valores monetarios como beneficios ajenos al mercado”. Por eso, el plan del Gobierno español, que seguirá desarrollándose durante los próximos años, deberá contar con elementos que destaquen por el valor de su biodiversidad, por sus altos servicios ecosistémicos o por su carácter como conector ecológico de relevancia. Una tarea para la que cuenta por supuesto con el apoyo europeo, pero también del sector privado, que cada vez apuesta más por estas soluciones de futuro.

Infraestructuras y agua

El gran reto de las infraestructuras verdes está en integrarlas dentro de nuestras ciudades, nuestras carreteras, nuestros puertos y toda estructura humana que pueda ser una barrera para la naturaleza. Por eso es imprescindible el apoyo público, como demuestran iniciativas realizadas en ciudades como Vitoria, Madrid y Alicante que van desde lo local con las cubiertas verdes, los huertos urbanos o los jardines de lluvia, hasta el ámbito regional como el famoso anillo verde de la ciudad vasca o la recuperación del cauce del río Manzanares.

Sin embargo, las empresas también deben y pueden aportar su granito de arena, como ha demostrado en los últimos años el sector del agua. Al fin y al cabo, muchas de las instalaciones imprescindibles para el ciclo integral del agua como depuradoras o desalinizadoras se encuentran en zonas naturales, donde una infraestructura gris puede supone un problema para la conservación. Para evitarlo, gestores del agua urbana como el Canal de Isabell II, Hidraqua o Agbar han avanzado en los últimos años en la renaturalización de sus estaciones de aguas residuales, apostando por convertir las EDAR y las ETAP en auténticos nidos de biodiversidad.

Cada vez más depuradoras son también reservas de biodiversidad.

Un buen ejemplo de esta apuesta son los humedales artificiales de depuración de Illa de Mar y L’Embut, situados en el Delta del Ebro. Gestionados por Agbar, el pasado octubre fueron declarados reserva natural de fauna salvaje por el Departamento de Territorio y Sostenibilidad de la Generalitat de Cataluña por ser una zona de gran interés ornitológico, que ofrece espacios idóneos (refugios, zona de alimentación y nidificación) para la observación de aves (algunas de ellas amenazadas), paseos naturalistas y educación ambiental.

Otra apuesta similar es la de Hidraqua y sus empresas mixtas, que gestionan varios espacios naturales distribuidos por la Comunitat Valenciana como el Clot de Galvany, un Paraje Natural Municipal donde se ha apostado por la sostenibilidad y la protección de la biodiversidad, a través de la introducción de especies en peligro de extinción. Además, la compañía se encarga también de la gestión del Tancat de l’Illa y Tancat de Milia (Valencia), que están diseñados para mejorar la calidad del agua que se vierte en el Parque Natural de la Albufera de Valencia y han permitido la regeneración del ecosistema y la mejora de la calidad del hábitat, atrayendo especies de alto valor ambiental.

Sin embargo, la administración pública debe aumentar su apoyo a este tipo de soluciones, que el propio Gobierno considera prioritarias. Y es que, aunque dentro de los fondos para gestión del agua incluidos en el Plan de Recuperación del Gobierno 601 millones de euros son para actuaciones de infraestructura verde y restauración, esta cantidad se debe repartir entre todos los sectores y parece una inversión claramente insuficiente si se quieren modernizar de verdad todas las infraestructuras del país, especialmente en el sector del agua.

Sobre todo, porque tal y como nos recuerda el tema principal del Día Mundial del Medio Ambiente de este 2021, sin infraestructuras verdes y soluciones basadas en la naturaleza no hay restauración de los ecosistemas y se complica, por tanto, la deseada transición ecológica.



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