Más de 1.000 personas quedaron bloqueadas en el Parque Nacional estadounidense tras una histórica inundación provocada por una tormenta que arrojó en tres horas casi toda el agua que cae en un año en esa zona



El Valle de la Muerte (Death Valley en inglés) es conocido como el lugar más caliente y seco de EEUU, una depresión en el sudeste de California situada a 85,5 metros por debajo del nivel del mar y que ha registrado temperaturas récord en su historia de hasta 56,7 grados, pasando por ser uno de los lugares más áridos del mundo.
Sin embargo, estos días ha experimentado el fenómeno contrario y ha sufrido lluvias de fuerte intensidad. El episodio más intenso fue una fuerte tormenta que descargó el pasado 5 de agosto 37 litros de lluvia por metro cuadrado en apenas tres horas, el equivalente al 75% de toda la lluvia que cae al año en esta árida zona que tiene una media de precipitación anual de 57 litros.


Cientos de personas que visitaban en el Valle de la Muerte y trabajadores del parque nacional y de sus instalaciones turísticas quedaron atrapadas debido a que la lluvia dejó intransitables los caminos. La inundación sumergió en barro y escombros unos 60 automóviles que estaban aparcados. Las autoridades cerraron las carreteras de acceso y salida del parque y ofrecieron ayuda para abandonar la zona a unas 1.000 personas, que pudieron salir en el plazo de unas horas.


Durante la tormenta, “las aguas de la inundación empujaron los contenedores de basura hacia los coches aparcados, lo que provocó que los automóviles chocaran entre sí. Además, muchas instalaciones están inundadas, incluidas las habitaciones de hoteles y oficinas comerciales”, explica un comunicado del parque nacional.
La patrulla de carreteras de California y medios aéreos del Ejército realizaron búsquedas aéreas para confirmar que no había vehículos o personas atrapadas en zonas remotas del parque.
Afortunadamente, no hubo que lamentar desgracias personales, pero el incidente ha encendido la conversación sobre los efectos del calentamiento global y sobre cómo este acentúa la virulencia de los fenómenos meteorológicos.


Una lluvia de 1.000 años
«La fuerte lluvia que causó las inundaciones devastadoras en el Valle de la Muerte fue un evento de 1.000 años extremadamente raro, afirma Daniel Berc, meteorólogo del Servicio Meteorológico Nacional de Las Vegas en una información suministrada por el Servicio de Parques Nacionales de EEUU.
«Un evento de 1.000 años no significa que ocurra una vez cada 1.000 años exactamente», sino que hay un 0,1% de probabilidad de que suceda en un año determinado», aclara Berc.
“El Valle de la Muerte es un lugar increíble de extremos”, ha afirmado el director del parque Mike Reynolds. “Es el lugar más cálido del mundo y el lugar más seco de América del Norte. La inundación de 1.000 años de esta semana es otro ejemplo de este ambiente extremo. Con modelos de cambio climático que predicen tormentas más frecuentes e intensas, este es un lugar donde se puede ver el cambio climático en acción», añade.


La tormenta del 5 de agosto descargó 37,1 litros de lluvia por metro cuadrado. No es realmente el récord de lluvia de toda su historia, ya que desde que se empezaron a tomar medidas en 1936 existe constancia de un episodio ligeramente superior: los 37,3 litros por metro cuadrado que cayeron el 15 de abril de 1988. Sin embargo, esto ocurrió en primavera, que es cuando la climatología habitual arrastra las escasas lluvias que recibe el Valle de la Muerte durante el año. Sin embargo, en esta ocasión ha ocurrido en agosto, algo fuera de lo habitual, ya que la media anual de lluvias en todo este mes es de 2,4 litros.


Según los responsables del espacio protegido, los principales impactos de la tormenta incluyen la pérdida de una parte crítica del sistema de agua de Cow Creek que abastece a algunas residencias del parque, así como a las instalaciones del espacio protegido, incluido el edificio de operaciones de emergencia y el patio de mantenimiento. Más de 200 metros de la tubería principal de abastecimiento de agua fueron arrastrados por las inundaciones repentinas, “causando daños catastróficos a este sistema”, señala el parque.
En los días posteriores a la gran tormenta, las autoridades han estado evaluando daños y tratando de reabrir algunas zonas, algo que llevará tiempo. “Muchos kilómetros de carretera tienen daños de moderados a severos en el asfalto y hay además cientos de kilómetros de carreteras y caminos llenos de escombros”, afirma el director del parque. “Las condiciones de las carreteras aún se están evaluando, ya que los daños hacen que el acceso a algunas áreas sea imposible para los vehículos”, añaden los gestores.


El Valle de la Muerte está situado al sudeste de California, en el desierto del Mojave, a la este de la Sierra Nevada. Es precisamente esta situación la que provoca su aridez. Las imponentes montañas, de más de 4.000 metros de altura, capturan los vientos cargados de humedad provenientes del Pacífico, quedándose con todas las precipitaciones.
De este modo, mientras las laderas occidentales están cargadas de vegetación, el lado oriental de la Sierra apenas recibe lluvia en todo el año, no más de 57 litros por metro cuadrado, cuando se considera como clima desértico el de aquellos lugares que no pasan de los 300 litros.


Su orografía y situación geográfica también contribuyen a que el Valle de la Muerte sea extremadamente caluroso. Es una depresión, con una altitud de 85,5 metros por debajo del nivel del mar y rodeada a su vez por altas montañas en todos los lados.
Los rayos del sol calientan el valle, este aire caliente se eleva y queda atrapado por las cadenas montañosas circundantes. Se enfría y vuelve a caer sobre el valle, donde se comprime y calienta por la presión del aire que se encuentra en elevaciones tan bajas: una verdadera olla de atmósfera ardiente.
Esto ha llevado a que el Death Valley ostente el récord de temperatura del aire más alta jamás medida en todo el Planeta. El 10 de julio de 1913, el observatorio de Furnace Creek, midió 56,7 grados centígrados, un registro que todavía permanece como el el récord más alto, pues algunas mediciones ligeramente superiores realizadas después en otros lugares del mundo no han sido homologadas.
