El Gobierno de Australia ha declarado este miércoles la emergencia nacional por las inundaciones que azotan la costa este del país y por el momento se han cobrado 21 vidas y dejado millonarios daños materiales especialmente en la ciudad de Sídney



La costa este de Australia se ahoga. El mismo territorio que hace apenas dos años luchaba contra los devastadores incendios motivados por la sequía y las altas temperaturas se encuentra ahora en el otro extremo hídrico tras más de una semana de lluvias torrenciales, un fenómeno meteorológico que sin duda está vinculado al cambio climático. Por el momento, decenas de miles de personas en Sídney se han visto obligadas a huir de sus hogares después de que las inundaciones azotaran varias áreas de la ciudad más grande de Australia, mientras que el número de muertos desde que comenzó el diluvio asciende ya a 20 personas. Una situación complicada que ha obligado al primer ministro australiano, Scott Morrison, a declarar este miércoles la emergencia nacional.
Esta es la primera vez que el país declara la emergencia nacional a raíz de una catástrofe natural, aunque tampoco han tenido mucho tiempo para hacerlo, ya que esta medida fue legislada en 2020 tras una serie de devastadores incendios. En concreto, Morrison ha justificado la necesidad de hacer la declaración «por el severo temporal y las inundaciones en (las regiones de) Nueva Gales del Sur y Queensland», que ha necesitado del despliegue de unos 4.400 soldados en Nueva Gales del Sur y Queensland para realizar tareas de socorro, limpieza y reconstrucción.
Desde hace dos semanas, la costa este de Australia ha registrado lluvias torrenciales que han provocado inundaciones y peligrosas riadas, cobrándose la vida de ocho personas en Nueva Gales del Sur y trece en Queensland. Varias ciudades han quedado aisladas, además de que muchas granjas y carreteras han sido arrasadas con inundaciones de todo tipo en el territorio que va desde la frontera de Queensland hasta Victoria, una distancia de más de 1.000 kilómetros. Es más, algunos suburbios han visto hasta 200 mm de lluvia desde el lunes por la mañana, lo que ha provocado órdenes de evacuación inmediata en el suroeste y noreste de la ciudad.
Las imágenes de televisión muestran carreteras inundadas y automóviles sumergidos en las playas del norte de Sídney, una ciudad en la que todos los residentes en áreas bajas se han visto obligados a evacuar. Y lo peor podría estar por llegar: durante este miércoles se esperan vientos de hasta 90 kilómetros en Sídney, lo que podrían causar el derribo de árboles en esta metrópolis, en donde han caído 900 milímetros de lluvia desde principios del año, el mayor volumen desde la década de 1950.


Morrison ha acudido este martes a la localidad de Lismore, una de las más afectadas por la catástrofe y situada a unos 600 kilómetros al norte de Sídney, donde fue recibido por un grupo de manifestantes que se quejaron sobre la lenta respuesta de las autoridades. El Gobierno espera que, con la declaración de emergencia -que deberá contar con el visto bueno protocolar del gobernador general australiano, David Hurley- será posible que las autoridades australianas usen poderes especiales para acceder con mayor rapidez a los recursos disponibles con el objetivo de ayudar a las zonas devastadas por la catástrofe.
Morrison, quien anunció más ayudas financieras y la extensión de subsidios para los damnificados, recalcó que entiende el descontento y las protestas realizadas por varios habitantes de Lismore porque han tenido que afrontar un evento que sucede «una vez cada quinientos años». Por el momento, el Gobierno de Australia ha pagado ya subvenciones por desastre a unas 330.000 personas afectadas por las inundaciones.
Unas lluvias muy inusuales
En cualquier momento, la atmósfera de la Tierra contiene solo una semana de lluvia. Pero las precipitaciones y las inundaciones han devastado las regiones del este de Australia durante semanas y se pronostican más lluvias intensas. Entonces, ¿de dónde viene toda esta agua? Esa es precisamente la pregunta que se han hecho tres investigadores y meteorólogos australianos en un reciente artículo publicado en The Conversation, en el que desvelan cómo la combinación de tres océanos alimentando de agua a la atmósfera está detrás de diluvios como el que estamos viendo ahora.
Según explican, en «el teatro» que es la lluvia de Australia, los actores más importantes son las llamadas oscilaciones climáticas, que incluyen El Niño-La Niña-Oscilación del Sur (ENOS), el Modo Anular del Sur (SAM) y el Dipolo del Océano Índico (IOD) y afectan el clima de Australia de diferentes maneras. La Niña trae condiciones más húmedas al este de Australia, mientras que la fase negativa del IOD y la fase positiva del SAM pueden motivar también más lluvia.


La investigación descubrió que, aunque la mayor parte de la lluvia que cae en el este de Australia proviene de la evaporación de la humedad de un océano cercano, el cambio climático puede combinar varias de las oscilaciones que afectan a la meteorología australiana. En este sentido, La Niña y una fase SAM positiva que ocurren juntas tienen el mayor efecto en las precipitaciones del este de Australia y es precisamente «la combinación que está sucediendo ahora mismo». Y es que, durante La Niña, se transporta más humedad del océano a la atmósfera sobre la tierra y se convierte más fácilmente en lluvia cuando llega mientras que, durante el SAM positivo, los vientos habituales del oeste se desplazan hacia el sur, lo que permite que los vientos cargados de humedad fluyan hacia el este de Australia.
«Bajo el cambio climático, se espera que empeoren los eventos extremos de La Niña y El Niño, y los sistemas climáticos como los que causan las inundaciones actuales. Por lo tanto, reducir las emisiones de gases de efecto invernadero es crucial», aseguran los investigadores que consideran también que «las devastadoras inundaciones actuales son una lección aleccionadora para el futuro, ya que muestran la necesidad urgente de comprender y predecir eventos extremos, para que las comunidades puedan prepararse para ellos».
