La invasión rusa en Ucrania también es cuestión de agua

La invasión rusa en Ucrania también es cuestión de agua

La falta absoluta de agua en Mariupol y otras ciudades ucranianas cercadas por los rusos se suma a los problemas de abastecimiento a refugiados y suponen un ejemplo más de la importancia de los recursos hídricos en los conflictos armados


La invasión rusa de Ucrania se está convirtiendo ya en uno de los grandes conflictos de lo que llevamos de siglo XXI. La ofensiva de las tropas de Vladimir Putin por el este, sur y norte de Ucrania ha hecho caer varias ciudades y complica la situación de la capital Kiev, lo que está provocando un drama humano en forma de decenas de muertes civiles y millones de desplazados huyendo de la guerra. Sin embargo, las acciones indiscriminadas en forma de ataques aéreos, fuego de artillería y artefactos explosivos no solo están hierendo y matando a muchos civiles inocentes, sino que también están afectando cada vez más a las infraestructuras de agua y saneamiento, complicando aun más la situación de muchas ciudades.

Los problemas más urgentes esta semana están en Mariupol y Vonojaya. Los habitantes de estas ciudades del sur de Ucrania llevan seis días sin agua corriente, electricidad o saneamiento, por lo que la comida y el agua embotellada empiezan a escasear. El sábado se había programado restablecer corredores humanitarios para que civiles pudieran salir de allí, pero el alto el fuego no se respetó, una situación que se ha repetido este domingo. En total, unas 200.000 personas se encuentran atrapadas en estas ciudades, que han estado bajo fuerte bombardeo durante días.

En un comunicado, la organización humanitaria Médicos Sin Fronteras (MSF) ha exigido a «todos los militares que luchan en este conflicto que respeten las reglas de la guerra; que tomen todas las precauciones necesarias para evitar dañar a la población civil y que les consideren como civiles en todo momento y en todos los lugares de Ucrania». Lo principal es evitar la situación vivida en Járkov, la segunda ciudad de Ucrania, que vio como el miércoles pasado la artillería rusa masacraba a varios civiles cuando salían de los refugios para ir a buscar agua.

Aunque el foco está ahora situado en la invasión rusa en Ucrania, el agua siempre es protagonista a su pesar en las guerras. Según un informe publicado por Unicef el año pasado, los recursos hídricos y los sistemas de suministro de agua son atacados en primera instancia en caso de conflicto. Cuando se corta el suministro de agua de una comunidad, los niños y las familias se ven obligados a depender de agua no potable o a abandonar sus hogares en busca de una nueva fuente. A veces esto puede significar que las familias tengan que reducir o racionar sus suministros de agua, otras veces significa beber agua que está claramente contaminada y es peligrosa.

Niños ciegos en un refugio antiaéreo de Dnipro, Ucrania. | EFE/STANISLAV KOZLIUK HANDOUT

Esta es la situación que está viviendo también gran parte de los millones de refugiados que se han visto obligados a abandonar sus casas en Ucrania por miedo a la guerra. Según ha asegurado Save the Children este mismo fin de semana, los centros de atención para familias desplazadas en el este de Ucrania, dónde las familias pueden abastecerse de productos esenciales y encontrar un lugar seguro para dormir antes de continuar su viaje, están ahora mismo abarrotados. Esto se traduce en una falta de alimentos, agua y medicamentos para los desplazados que puede poner en peligro su salud e incluso su vida.

Y lo que es peor, millones de niños y niñas siguen atrapados en Ucrania, buscando seguridad en refugios, mientras los bombardeos y los ataques continúan intensificándose en todo el país. El acceso a alimentos, agua potable y medicinas podría estar pronto fuera del alcance de muchos niños y niñas en Ucrania, con padres y madres demasiado asustados para esperar en las largas colas de las tiendas, que en su mayoría tienen los estantes vacíos, denuncia Save the Children.

El control del agua, clave en la guerra

En cualquier caso, el agua no es solo una víctima de la invasión rusa en Ucrania, sino que también es un motivo de conflicto. En concreto, la toma por parte de tropas rusas de Jersón, ciudad portuaria de unos 250.000 habitantes del sur de Ucrania, estuvo justificada en gran medida por la necesidad de controlar el paso de agua hasta Crimea, la península que Moscú se anexionó en 2014 tras una operación militar relámpago. Y es que, desde ese año, los ucranianos mantenían cortado el paso de agua en los alrededores de Kalanchak, a unos 90 kilómetros al sur de Jersón, lo que estaba ahogando Crimea.

Es más, Rusia llegó a acusar a Ucrania de «genocidio» por la construcción de una represa de hormigón en el Canal de Crimea del Norte, además de la represa de sacos de arena y tierra existente que se construyó en 2014. Sin el agua del Dniéper, los 2,5 millones de habitantes de Crimea llevan años sufriendo graves problemas de suministro, incluso racionamiento, especialmente durante los veranos.

invasión rusa
Camino entre dos campos de cultivo en la península de Crimea, anexionada por Rusia.

De hecho, el año 2020 fue uno de los más secos registrados hasta la fecha: desde Rusia, se llegó a asegurar que el gobierno iba a destinar hasta 650 millones de dólares a la construcción de infraestructuras que permitieran tener resuelto para el verano de 2021 el problema del agua de Crimea.

A pesar de estas promesas, Kiev temía que Moscú estuviera planeando una incursión militar para asegurar los flujos de agua de el cercano río Dniéper. Un miedo que se vio confirmado cuando Vladimir Putin optó, el pasado febrero, por una invasión que, aunque en ningún momento ha tenido el agua como protagonista de la retórica bélica, tiene muchos más aspectos hídricos de lo que podría parecer a primera vista.



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