Las filtraciones costeras de agua dulce son una irregular pero segura fuente de líquido potable para los habitantes de la famosa Isla de Pascua (Chile). Una investigación de la Universidad de Arizona ha conseguido localizar el origen de este curioso fenómeno gracias a los drones



Cuando los primeros exploradores europeos llegaron a la lejana Isla de Pascua a finales del siglo XVIII, se sorprendieron al ver que los nativos parecía beber agua directamente del mar. Y es que, aunque este territorio está rodeado por un vasto océano, el agua dulce es un bien escaso en Rapa Nui, que es el nombre original que tiene la isla. No hay ríos ni arroyos que crucen su superficie, y solo tiene tres pequeños lagos de cráteres que pueden secarse durante las sequías periódicas.
Sin embargo, esta escasez no significaba que los lugareños estuvieran bebiendo agua salada, sino que en sus litorales había filtraciones que les permitía aprovechar agua del mar para satisfacer su sed. Esto se debe a una peculiaridad de la geología local que provoca que el agua de lluvia se hunda inmediatamente a través del lecho rocoso poroso, donde alimenta un acuífero subterráneo que luego emerge en diferentes puntos de la costa de este territorio chileno, según explica Robert DiNapoli, investigador asociado postdoctoral en estudios ambientales y antropología de la Universidad de Binghamton, Nueva York.
«En algunos de estos lugares en la costa, sale tanta agua (de las filtraciones) que esta funciona básicamente igual que el agua dulce. Es algo salada, pero no desagradablemente salada«, explica DiNapoli, que reconoce eso sí que «no es el agua de mejor sabor».
DiNapoli, junto al profesor de antropología y estudios ambientales Carl Lipo, el director del laboratorio de geofísica Timothy De Smet y el investigador Universidad de Arizona Terry Hunt, demostraron recientemente la eficacia de los drones de imágenes térmicas para detectar la ubicación de estas filtraciones costeras. Los resultados de su proyecto piloto, Imágenes térmicas muestran columnas de descarga de aguas subterráneas submarinas asociadas con asentamientos antiguos en Rapa Nui (Isla de Pascua, Chile), se publicaron recientemente en Remote Sensing.


Hasta el momento, se desconocía la forma en la que se comportaban esas filtraciones porque no era posible usar imágenes satelitales para identificar fuentes de agua dulce en Rapa Nui debido a que los tamaños de píxeles son demasiado grandes para registrar las filtraciones costeras en detalle. Sin embargo, un dron vuela a altitudes más bajas y puede recopilar imágenes de alta resolución gracias a una cámara térmica.
Los drones de imágenes térmicas se habían utilizado anteriormente en Hawai para investigar las filtraciones costeras que también se producen allí. Sin embargo, Lipo y DiNapolino no sabían si esta tecnología funcionaría en la Isla de Pascua, donde las columnas de agua dulce eran mucho más pequeñas y donde, antes de conocer que se podrían utilizar drones y cámaras termográficas, los investigadores literalmente necesitaban meterse en el agua y medir la temperatura y la salinidad a mano. «Eso es realmente laborioso porque necesitas caminar y luego cada 10 metros más o menos, necesitas tomar una medida», explica DiNapoli.
El sistema de drones no solo es más rápido, sino que proporciona una imagen más sustancial de las características de esa agua dulce que se mezcla con el mar, lo que permite a los investigadores ver sus características en su conjunto. Con su ayuda, los resultados del estudio podrán el punto de partida para otro proyecto de investigación, financiado por una subvención de National Geographic, para identificar la ubicación de las filtraciones costeras en toda la isla.
Cuestión de supervivencia
En su investigación, Lipo y DiNapoli exploran también la forma en que las comunidades antiguas usaban estas filtraciones, en una isla donde las sequías son comunes. Para asegurar su supervivencia, además de recolectar agua de lluvia, la gente de Rapa Nui también construyó pozos tipo cuenca llamados puna que interceptan la corriente del acuífero antes de que llegue al mar. También construyeron presas submarinas en el océano para evitar que el agua de mar se mezcle con el agua dulce en los sitios de filtración, aunque estas estructuras se han derrumbado hace mucho tiempo.
«Estas técnicas proporcionan un ejemplo interesante de cómo la gente estaba respondiendo a las limitaciones de la isla«, explica DiNapoli. «Se enfrentaron a un lugar muy difícil para vivir y se les ocurrieron estas interesantes estrategias de supervivencia».
Como señalaron los primeros visitantes europeos, la gente también bebía directamente del océano en las filtraciones. De hecho, los habitantes actuales de la isla todavía bombean agua directamente de estos puntos de agua dulce en el mar y la utilizan para regar los cultivos y proporcionar agua para su ganado. En su investigación anterior, Lipo y DiNapoli señalaron que las famosas características arqueológicas de la Isla de Pascua, como las estatuas moai, se correlacionan estrechamente con la ubicación de los recursos de agua dulce.


«Aquí es donde están realizando sus actividades ceremoniales, aquí es donde están construyendo sus aldeas», asegura DiNapoli. Por otro lado, la topografía tampoco resultó ser un obstáculo significativo para los resilientes isleños. El lado occidental de Rapa Nui está bordeado por acantilados escarpados, lo que habría dificultado el acceso de las personas a las filtraciones de la costa. Sin embargo, la evidencia arqueológica y los análisis de huesos humanos en esta área sugieren que la gente estaba llegando al mar y aprovechándolo también en estos sitios.
Una de las preguntas que esperan responder es cómo responden las filtraciones costeras a las sequías prolongadas. Durante su último viaje de investigación, la isla estaba experimentando una sequía de varios años, que secó dos de los lagos del cráter y hundió el tercero a niveles bajos. «A pesar de esto, iidentificamos estas filtraciones costeras alrededor de la isla. Eso sugiere que cuando la isla experimenta estos eventos de sequía, las filtraciones son una de las últimas fuentes de agua que se ven afectadas», comenta DiNapoli.
Una posible explicación: cuando el agua pasa al subsuelo después de fuertes lluvias, es probable que permanezca en el acuífero durante varios años antes de descargarse en el océano. En su próximo trabajo de campo, DiNapoli y Lipo intentarán confirmar esto y determinar cuánto tiempo tarda el agua de lluvia en hacer su viaje subterráneo hacia el mar.
