Casi una década después del tsunami que arrasó la central nuclear de Fukushima, Japón ha tomado una decisión final: el vertido del agua contaminada al mar comenzará en 2021. Los expertos insisten que es la mejor solución para una situación insostenible



Japón ya ha tomado su decisión. Tras casi una década desde que un tsunami provocara un accidente nuclear en la central de Fukushima, el país nipón ha zanjado el plan de qué hacer con el agua contaminada a raíz de este desastre. Finalmente, el próximo año comenzará el vertido al Pacífico de un millón de metros cúbicos de agua tratada, la decisión más polémica que lleva años enfrentando al Gobierno con activistas medioambientales, pescadores, agricultores y otros países.
El agua marina utilizada para enfriar los tres reactores dañados ya supera los 1,2 millones de toneladas almacenadas en un millar de tanques y a mediados del año próximo se agotará el espacio. La toma de una decisión contrarreloj se ha producido tras escuchar a científicos, expertos en la materia y organizaciones pesqueras y agrícolas, vecinos. La solución opta por lanzar el agua al mar tras descartar evaporarla o continuar con el almacenamiento. Ambas opciones suponían la dispersión atmosférica de partículas radiactivas o mantener en una zona vulnerable a terremotos y tsunamis una gran cantidad de agua contaminada.


Los expertos insisten que verter el agua al mar es la mejor solución. La dilución en el inmenso océano Pacífico es el desenlace que entraña menos riesgo según los científicos. El agua que acabará en el mar, además, se ha purgado ya de 62 elementos radioactivos con un avanzado sistema de procesado de líquidos. Sin embargo, aún permanece el tritio, cuya limpieza exige una tecnología por inventar. Con todo, el tritio es el menos dañino de los elementos de la lista. Los expertos señalan que no afecta a la cadena alimenticia y su vida media en el cuerpo humano no supera los diez días y en la fauna marina dos días.
Inquietud internacional
La resolución ha caído como un jarro de agua fría en la región. El sector pesquero y agrícola, a pesar de las campaña de publicidad y análisis que acreditan la seguridad de sus productos, no ha recuperado ni la quinta parte del volumen de ventas previo al accidente. China y Corea del Sur prohibieron las exportaciones de mariscos, pescados y productos hortofrutícolas de la zona de Fukushima y con la decisión en firme de echar el agua contaminada al mar se han reafirmado en su bloqueo a los productos de la región.


Ambos países han pedido oficialmente que Japón reconsidere esta solución ya que consideran que podría tener consecuencias desastrosas para el medio marino y la salud humana. Corea del Sur, por ejemplo, afirma que estudiará que sus atletas lleven su propia comida y medidores de radioactividad a los Juegos de Tokyo del año próximo.
