España se mantiene como segundo país más visitado del mundo y en vacaciones, es un buen momento para reflexionar acerca de por qué cuando somos turistas nuestro consumo de agua se multiplica hasta por cuatro



En 2018 España batió por sexto año consecutivo su propio récord histórico en llegadas de turistas. Casi 83 millones de extranjeros visitaron el país. Solo el pasado mes de abril nos visitaron 7,17 millones de turistas internacionales, un 5,7% más que el pasado año.
Con las cifras de los cuatro primeros meses del año, con un acumulado de 21,39 millones, las previsiones apuntan de nuevo a datos históricos este verano. Unas fechas en la que los servicios públicos de municipios de toda España, en especial el agua, serán puestos a prueba por la avalancha de visitas.
Está demostrado que cuando nos transformamos en turistas consumimos más agua que cuando ejercemos como “ciudadanos locales”. De hecho, según los últimos datos, el consumo visitante puede alcanzar en España entre 300 y 400 litros de agua diarios, muy por encima de los 136 litros que el INE establece como media de consumo de un ciudadano medio en España.
En los cuatro primeros meses del año ya nos han visitado 21,39 millones de turistas
La importancia del turismo en España en un contexto de cambio climático y de escasez estructural de recursos hídricos hace necesario adoptar planes y acciones de optimización de la gestión del agua también en el sector turístico.


El 85% de nuestros visitantes pasan sus vacaciones en regiones que acusan sequía y escasez de agua.
La Cuenca Mediterránea es una de las más expuestas al cambio climático y una de las zonas en las que de manera estacional se hace más visible este esfuerzo conjunto de administración, empresas y tecnología al servicio del agua. Ciudades como Cullera, en la provincia de Valencia, cuadruplican su población en temporada alta, pasando de abastecer y depurar aguas para 25.600 usuarios a 100.000.
Situaciones como esta, que se repiten cada año en todos los municipios turísticos nacionales, hace que se deban redimensionar sus instalaciones para garantizar que cuando el agua se ha consumido retorna al medio natural depurada y descontaminada. De no hacerlo así, nos encontramos con depuradoras que no pueden absorber las aguas negras en temporada alta y acaban vertiendo al mar porcentajes que superan el 63% de las aguas residuales que generan, con el consiguiente cierre de playas y la mala imagen que esto da al visitante.


Las empresas turísticas son cada vez más conscientes de la necesidad de optimizar el uso de este recurso. Si bien a escala mundial el turismo representa el 1% del consumo global de agua, la Organización Mundial del Turismo estima que aplicando medidas de eficiencia este porcentaje podría reducirse casi una cuarta parte. Con esas mismas medidas, además, los hoteles podrían consumir la mitad de agua por visitante alojado y noche.
Sin embargo, no se trata solamente de concienciar al usuario o de instalar contadores de agua en cada habitación. De hecho, el consumo principal en los hoteles no se produce en las habitaciones, ni siquiera en los servicios de lavandería, sino en las cocinas, según un informe del Instituto Técnico Hotelero .
Saber dónde y cómo se producen los consumos de agua en cada instalación turística permitirá establecer un Plan de Gestión Integral que reduzca la huella hídrica así como los costes de agua y energía asociada, mejorando la rentabilidad, la competitividad y favoreciendo el crecimiento sostenible.
En un hotel la energía pesa en sus costes de explotación el 15% y el agua un 5%
La asignatura pendiente sigue siendo la reutilización. Las mismas tecnologías que se utilizan en la industria para gestionar y reutilizar el agua pueden aplicarse al sector turístico para, por ejemplo, construir pequeñas biofactorias en el propio establecimiento. Estas no solo garantizan una gestión adecuada de las aguas residuales, sino que, además, pueden llegar a suponer una importante reducción del peso del consumo del agua en la cuenta de resultados gracias al uso del agua reciclada en tareas como el riego de jardines y zonas comunes o nuevos ciclos en lavandería.
Las provincias más secas de España, con menos de 300 mm de precipitación anual, son Almería, el Cabo de Gata, en Níjar, que es el espacio más árido de la Península; Murcia y Alicante, donde llueve en torno a 61 días al año y donde, ya en 2014, se ubicó el área poblada más seca del planeta, según un estudio del Laboratorio de Climatología de la Universidad de Alicante.
Fuerteventura y Lanzarote –las islas Canarias más orientales- también adolecen de esa carencia de agua.
