La lava del volcán de La Palma llega al mar, generando un delta

La lava del volcán de La Palma llega al mar

Tras nueve días de actividad, la colada de lava del volcán de La Palma llega al mar de la playa de Los Guirres tras precipitarse por un acantilado de 100 metros. Allí los expertos advierten de la formación de penachos de gases tóxicos y de un delta que poco a poco gana terreno en el agua


Una de las grandes incógnitas que se giraron alrededor de la erupción del volcán de La Palma fue conocer el momento en el que la lava llegaría al mar. En principio, algunos expertos estimaron que ese momento llegaría durante los tres primeros días del suceso, pero los constantes cambios en la intensidad de la erupción y en el movimiento de la colada han terminado por posponer esa fecha hasta el noveno día.

En concreto, a las 23:00 del día 28 de septiembre, los expertos del Instituto Español de Oceanografía (IEO) a bordo del buque Ramón Margalef informaban de la llegada de los primeros atisbos de lava al océano en el entorno de la playa de Los Guirres, en su zona norte, donde se precipita desde un acantilado de cerca de 100 metros de altura.

El Instituto Volcanológico de Canarias (Involcán) explica que ese encuentro puede ser peligroso porque “la lava se encuentra a una temperatura superior a 1.000 grados Celsius y el agua del mar lo está a 20 °C”. Ese choque térmico es capaz de generar columnas (penachos) de vapor de agua cargados con ácido clorhídrico (HCl) como consecuencia del importante contenido de cloruro (Cl-) en el agua de mar.

“Estas columnas de vapor de naturaleza ácida como consecuencia de la generación de ácido clorhídrico (HCl) representan un peligro local – bien delimitado – para las personas que visitan o se encuentran en la zona costera dónde se produce ese encuentro entre la lava y el mar. La inhalación o el contacto de gases y líquidos ácidos pueden irritar la piel, los ojos y el tracto respiratorio, y puede provocar dificultades respiratorias, especialmente en personas con enfermedades respiratorias preexistentes”, advierten los expertos del Involcán.

Por este motivo, los expertos aconsejan a los vecinos de las localidades próximas en La Palma que extremen las medidas de precaución y se mantengan confinados en sus hogares. De hecho, momento antes de que se produjese el choque térmico se había evacuado la zona del puerto de Tazacorte.

Por su parte, el vulcanólogo del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), Joan Martí, señala que lo normal es que, como sucedió con la erupción submarina que en 2011 se produjo en El Hierro, la entrada de la lava en el ecosistema marino provoque una afección importante y negativa, pues se introduce material a muy elevada temperatura. Eso sí, adelanta que a la larga el ecosistema se reproducirá y enriquecerá mucho más de lo que era.

Por el momento, tras varias horas vertiendo lava en la zona, los expertos del IEO observan la creación de un delta en la costa de Tazacorte, que, «poco a poco gana terreno al mar», una imagen que contrasta con los estragos que ha causado tierra adentro. Según los últimos balances emitidos por Copernicus, la colada ardiente ha destruido casi 600 edificios, cortado 21 kilómetros de carreteras y afectado a más de 250 hectáreas.

Tal es así, que el Gobierno declaró el área arrasada como “zona afectada por una emergencia de protección civil” (zona catastrófica) y anunció sus intenciones de conceder 10,5 millones de euros para ayudar a los afectados por la erupción del volcán, de los cuales 5,5 millones irán destinados a la compra de 107 viviendas y el resto a la adquisición de enseres de primera necesidad.

“Reconstruir Todoque, donde vivían 1.400 personas, no se hace de la noche a la mañana. Será imposible reponer las casas donde estaban”, exclamó Ángel Víctor Torres, presidente del gobierno de Canarias, a la par que señalaba que trabajan en una norma urbanística que permita el mayor arraigo posible de los afectados a las zonas donde residían antes de que la lava sepultara sus viviendas. De momento, espera que el canal abierto evite que la colada, que ha llegado a tener 600 metros de ancho, se siga ensanchando y destruyendo más terreno.


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