El hallazgo en la costa noreste de EEUU abre nuevas vías de acceso a fuentes de recursos hídricos. Se estima que contiene 2.800 kilómetros cúbicos de agua dulce, lo que equivale a un volumen 50 veces superior a todos los pantanos españoles al 100% de su capacidad



Científicos de la Universidad de Columbia en Nueva York han localizado, después de varias décadas de sospechas, la presencia de un gigantesco acuífero submarino en la costa noreste de EEUU. La comunidad científica lleva tiempo suponiendo que estas reservas de agua dulce atrapadas en el mar se dan en todos los continentes, pero hasta ahora no se había determinado ni la localización exacta, ni la dimensión, ni el volumen de ninguna de ellas. El hallazgo supone una gran noticia para las regiones áridas del mundo con problemas de sequía.
El estudio aparece en Scientific Reports, perteneciente a la revista Nature.


Según los resultados de la investigación, el acuífero se extiende de forma continuada a lo largo de unos 90 kilómetros en la costa noreste del Atlántico, desde Massachusetts hasta Nueva Jersey. Podría ser aún más grande, pero ésa es la zona que ha medido el estudio. Los cálculos estiman que en él hay contenidos 2.800 kilómetros cúbicos de agua relativamente dulce: de baja salinidad en las proximidades de la costa, y algo más alta según se aleja y se va mezclando con el agua del mar. Los científicos aseguran que incluso si hubiera que extraer agua de las partes más saladas del acuífero, la salinidad seguiría siendo baja, por lo que los costes de desalinización serían inferiores a los que supone desalar agua marina.
Para hacerse una idea del volumen de agua que supone este acuífero encontrado bajo el mar puede compararse con la capacidad de los embalses españoles. La cantidad de agua que pueden almacenar todas las presas de España, al 100% de su capacidad, es de 56.074 hectómetros cúbicos. El acuífero frente a la costa estadounidense acumula 2.800 kilómetros cúbicos, lo que supone una cifra 2.800.000 hectómetros cúbicos. Una simple división permite estimar que la reserva de agua dulce submarina recién hallada en el Atlántico equivale a unas 50 veces la cantidad de agua que podrían almacenar todos los embalses españoles llenados al 100% de su capacidad.
Estos depósitos de agua dulce se formaron durante la última glaciación hace 20.000 años, aunque el estudio también sugiere que se siguen alimentando de agua procedente del continente, que llega al subsuelo marino a través de conductos subterráneos.
De estar en la superficie continental, el acuífero formaría un lago de los de mayor volumen de la tierra. El que ostenta el récord es el Baikal, el lago de agua dulce más profundo del mundo, ubicado en el corazón de Asia. Con 31.000 kilómetros cuadrados de superficie, 636 kilómetros de largo, 80 kilómetros de ancho y 1.680 metros de profundidad máxima contiene 23.600 kilómetros cúbicos de agua, equivalente al 20 % del agua dulce no congelada de todo el planeta. De esta forma, con sus 2.800 kilómetros cúbicos, el acuífero enterrado bajo el océano Atlántico albergaría el 2,3% de las reservas de agua dulce y líquida del planeta.
Escaneo electromagnético
Que había agua dulce en esta zona del Atlántico estadounidense se sabía desde la década de los 70, cuando se hicieron numerosas prospecciones petrolíferas en la zona. Pero los científicos ignoraban si eran sacos aislados o parte de una reserva más grande. Kerry Key, uno de los co-autores del estudio, había ayudado a las petroleras a desarrollar nuevas técnicas de escaneo electromagnético. En 2015, como parte del equipo de Geofísica del Observatorio de Lamont-Doherty de Columbia, recuperó y mejoró esa tecnología para buscar y rastrear posibles depósitos de agua en las zonas donde se habían hecho las prospecciones.
Buena parte de la metodología consistió en medir los campos electromagnéticos en el subsuelo marino. La salinidad es buena conductora de ondas electromagnéticas, por lo que las zonas de baja conductividad son aquellas con baja salinidad. Estas inferencias se contrastaron con otro tipo de pruebas para descartar o minimizar errores.
Los resultados del estudio, además de abrir nuevas vías de acceso a fuentes de agua dulce en el mundo, plantean también preguntas acerca del intercambio de nutrientes entre los ambientes marinos y terrestres (a través de los conductos subterráneos) y cómo esta conexión puede influir en el ciclo global del carbono. También arrojan nueva luz sobre el cambio de salinidad del mar a lo largo del tiempo geológico (útil para estudiar los cambios climáticos del pasado y predecir los del futuro) así como las dinámicas de las placas continentales.
