Un artículo publicado en la revista Environmental Health Perspectives vincula la presencia en el agua de grifo de los trihalometanos, unos componentes orgánicos generados al tratar el agua con cloro, con una mayor prevalencia del cáncer de vejiga en Europa. Sin embargo, los expertos afirman que la cloración del agua es necesaria y segura y que no hay una relación causa-efecto demostrada. Los análisis de las aguas en Europa arrojan valores medios de estas sustancias 50 veces por debajo del límite máximo recomendado por la OMS



“El agua es fuente de vida y salud”. Con esta frase, el Ministerio de Sanidad pone de manifiesto la “buena calidad y seguridad” del agua para consumo humano que los servicios de abastecimiento y potabilización de agua proporcionan a los más de 8.000 municipios de España. Los parámetros son monitorizados por el Sistema Nacional de Aguas de Consumo (SINAC), del Ministerio de Sanidad, la entidad estatal garante de la salubridad del agua potable en España.
Pese a que las autoridades sanitarias certifican que el agua de nuestros grifos goza de una excelente calidad, un estudio recién difundido ha despertado cierta alarma al señalar que podría existir una correlación entre la presencia en el agua de ciertos compuestos derivados del cloro y una mayor prevalencia de cáncer de vejiga entre la población masculina en Europa.
El trabajo ha sido realizado por investigadores del Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal) y se ha publicado en la revista Environmental Health Perspectives. En él se indica que la exposición a los trihalometanos en el agua potable «se asocia con un 5% de los casos anuales de cáncer de vejiga en Europa», según la nota de prensa difundida por la entidad impulsora del estudio y que ha sido replicada por diversos medios de comunicación.
Los trihalometanos (THM) son unos residuos resultantes de la cloración del agua durante su tratamiento para consumo humano y que están presentes en todas las aguas depuradas y sin depurar. Según el estudio -que está basado en extrapolaciones estadísticas sobre datos de 26 países europeos- hay 6.561 casos de cáncer de vejiga en Europa atribuibles teóricamente a la ingesta de THM en el agua. De ellos, 1.482 ocurrirían en España.
Reacción internacional
La difusión del informe ha suscitado interés público y también una reacción de expertos matizando el contenido del mismo. A nivel internacional, Karis Betts, responsable de información en el Cancer Research Center de Gran Bretaña, indica que el estudio no aporta evidencias para justificar la relación entre los compuestos derivados del cloro y la mayor prevalencia de cáncer de vejiga. “El trabajo estima la proporción de cáncer de vejiga que podrían causar algunas trazas de químicos en el agua, pero no prueba si esos químicos pueden o no causar la enfermedad”, asegura Betts al medio especializado en información médica Medscape Medical News.
«La investigación sobre las factores que originan el cáncer de vejiga ha mostrado que la causa principal es el tabaquismo, que está relacionado con cerca de la mitad de los casos», recalca la portavoz de la entidad oncológica británica. «No hay suficiente evidencia de que esos químicos [los trihalometanos] puedan causar cáncer de vejiga y, de hecho, la International Agency for Research on Cancer (IARC) solamente los clasifica como posibles factores», añade Betts.
En la literatura científica no existe un gran número de estudios que prueben que los THM tengan una relación directa con la aparición de cánceres de vejiga. En este sentido, todas las investigaciones a las que se hace referencia en el estudio están basadas en datos estadísticos, pero no en una observación experimental real. Esto ocurre también en el propio el trabajo publicado en Environmental Health Perspectives, que correlaciona los datos públicos de analítica de agua con el número de personas que padecen cáncer de vejiga en el país, estableciendo a partir de ello conclusiones que pueden dar lugar a titulares equívocos.
Factores conocidos del cáncer de vejiga
Dudas infundadas
Para muchos expertos del sector, la investigación, tal y como se ha difundido, disemina dudas infundadas sobre la salubridad de los servicios de agua potable de los que disfrutamos en Europa. En España, por ejemplo, la Asociación Española de Abastecimientos de Agua y Saneamiento (AEAS), que aglutina a las 2.700 entidades públicas, privadas y mixtas que se encargan de la distribución del agua potable en España, ha emitido un comunicado garantizando la seguridad de los consumidores respecto al servicio.
«Las aguas de consumo suministradas en España, en su condición de aptas, cumplen en todos los casos con la exigente normativa de la legislación española, basada en la legislación de la UE, que fija los valores máximos admisibles de cada uno de los compuestos a controlar en las aguas. Esta normativa toma como base las recomendaciones de la OMS y, para el caso de compuestos potencialmente cancerígenos, aplica un factor de seguridad adicional, resultando por tanto en valores todavía más restrictivos», dice la nota de AEAS.
En concreto, la Organización Mundial de la Salud, basándose en los estudios de la agencia IARC, el organismo científico de referencia mundial en el estudio del cáncer, recomienda que el nivel de THM en el agua potable no exceda los 560 µg/l (microgramos/litro) para la suma de todos los compuestos en una muestra de agua. Por su parte, la UE va más allá y exige a los países miembro que no pasen de los 100 µg/l,, cinco veces más que el umbral internacional de seguridad.
En la práctica, la media de THM en el agua de Europa, referenciada en el propio estudio, está en 11,7 µg/l,, 10 veces por debajo de la recomendación de la UE o 50 veces por debajo del umbral de seguridad que recomienda la OMS. En España, según el último informe disponible en el Sistema de Información Nacional de Aguas de Consumo (SINAC), el nivel medio es de 27,35 µg/l.
En ese sentido, los propios autores del estudio afirman que el sistema actual garantiza la salud pública. «Cumplimos con la ley, el agua es potable y se puede beber«, ha declarado a El Mundo, Cristina Villanueva, investigadora del ISGlobal y coautora del informe. «Sí se debería intentar mejorar los niveles de algunos casos o al menos reducirlo a la media europea», sugiere la investigadora. refiriéndose a las diferencias existentes.
No hay relación de causalidad
Según declara a El Ágora Fernando Morcillo, el presidente ejecutivo de AEAS, el impacto mediático del artículo está muy por encima de la severidad del caso. En su opinón, causa alerta cuando en realidad no muestra que exista una relación de causalidad entre los trihalometanos y el cáncer de vejiga.
“Como responsables del saneamiento y abastecimiento del agua, estamos cumpliendo una normativa muy segura, con unos valores mucho más estrictos que los establecidos por la propia Organización Mundial de la Salud. En España, los niveles son cuatro veces menores a los que expone la Unión Europea y, además, existen diversos controles para procurar que la variación en esa cifra sea prácticamente homogénea en todo el territorio español”, declara el responsable de AEAS.
¿Qué son los trihalometanos?
Los ríos mediterráneos, de poco caudal, suelen tener más materia orgánica en suspensión y son más susceptibles de generar THM durante el proceso de cloración. En ese sentido, el investigador del Instituto de diagnostico ambiental y estudios del agua del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) Joan Grimalt, experto en geoquíquica y contaminación, explicaba a Europa Press: «Es necesario clorar el agua para eliminar los restos orgánicos en el agua, por lo que cuanto más contaminada esté la fuente de agua, más esfuerzo hay que hacer para limpiarla y más trihalometanos quedarán en el agua». «Todo lo que ocurre en el medio ambiente nos afecta», añade el experto. Por ello, considera que en la medida en que los ríos o las aguas subterráneas estén más limpias será mejor para la salud humana. En su opinión, «en principio es seguro beber agua de grifo».
En referencia al estudio, Morcillo considera que éste no es concluyente. «Es necesario seguir investigando al respecto ya que es posible que haya otros factores que realmente influyan en la aparición de la enfermedad y que no se hayan tenido en cuenta en el análisis estadístico y aislado del estudio”, asevera.
De hecho, la propia investigación publicada por los autores señala que hay otros factores, como la esperanza de vida de la población masculina en cada país, que podrían incidir en que haya más casos de cáncer en unos países que en otros, pues estas patologías tienen más posibilidad de desarrollarse cuando la población es longeva.
En cualquier caso, desde AEAS recuerdan que la responsabilidad sobre el control de la calidad del agua para el consumo humano está asegurada, en el caso de España, por la autoridad sanitaria correspondiente, que es el Ministerio de Sanidad.
Es este ministerio el que gestiona el SINAC y el que tiene los datos más actualizados no solo de los trihalometanos, sino de 54 compuestos más que se pueden encontrar en el agua y que “podrían representar un cierto riesgo si se registran mediciones elevadas”, afirma Morcillo. Además, en el ministerio recae la responsabilidad de establecer las medidas pertinentes en el caso de que se observen parámetros que afecten a la calidad del agua destinada para el consumo humano.
Cuestiones metodológicas
Uno de los inconvenientes que tienen trabajos como el publicado en Environmental Health Perspectives es que extrapolan datos y estadísticas sin llegar a estudiar la causalidad directa de los fenómenos.
En este sentido, la investigación, hace referencia a otros estudios que han trabajado con ratas de laboratorio y han analizado, de forma estadística, supuestos en humanos. Y acto seguido admite lo siguiente: “Todavía existen algunas incertidumbres en la asociación. Por ejemplo, el agente o agentes putativos aún no se han identificado, las vías biológicas no están completamente establecidas y la asociación inconsistente en algunos estudios en mujeres no se conoce bien”.
Por otra parte, el estudio no acredita el efecto dosis-respuesta. El trabajo publicado en Environmental Health Perspectives solo hace referencia a los máximos permitidos por las autoridades competentes, pero no aclara en ningún momento cuál es posible efecto de ingerir tales dosis. De hecho, el estudio subraya totalmente lo contrario, es decir, que “la relación dosis-respuesta disminuye a niveles de exposición más altos”.
Por último, las observaciones que se exponen en la investigación deberían poder repetirse o verse reflejadas en otras publicaciones. Algo que no ocurre y que admite la propia investigación: “Sin embargo, existen estudios limitados de cohortes grandes que evalúan prospectivamente la asociación con el cáncer de vejiga para concluir inequívocamente una asociación causal”.
El cloro, solución universal
A pesar de que existen otros métodos de saneamiento, la cloración del agua es, hoy en día, el método más eficaz para lograr que el agua llegue lo más limpia posible a nuestros hogares según afirman los técnicos responsables.
“Existen alternativas, pero ninguna de ellas otorga la seguridad en los controles biológicos que aporta el cloro”, detalla Fernando Morcillo.
Esto se debe a que el agua, en muchas ocasiones, debe pasar largos periodos de tiempo almacenada en tanques o viajando por los vastos kilómetros de la red de tuberías que forman nuestro país.
El cloro, en este aspecto, tiene una importante función ya que, tal y como explica Fernando Morcillo, dadas sus características, puede mantener el agua desinfectada durante horas, algo que ningún otro reactivo o sistema de desinfección puede garantizar.


“Si dejamos de utilizar el cloro con el fin de eliminar la presencia de trihalometanos, daríamos un paso gigantesco hacia atrás, ya que nos encontraríamos un sinfín de enfermedades dañinas que no podríamos erradicar en el agua destinada para el consumo humano”, argumenta.
Por ello, cabe recordar la frase del profesor Grande Covián, referente de la investigación en nutrición en España: «Nada más natural, ecológico y biológico que la bacteria del cólera, y nada más artificial, sintético y químico que el cloro. Pero gracias al agua clorada no morimos del cólera”.
Críticas al alarmismo
Las redes sociales no han tardado en hacerse eco del trabajo publicado en Environmental Health Perspectives. Entre las reacciones que se han podido ver en Twitter están las de algunos investigadores y expertos en química que han expresado su reparo sobre la forma de presentar un estudio que puede causar innecesarias dudas entre la población sobre la seguridad de los sistemas de potabilización de agua utilizados en todos los países del mundo.
Uno de los autores que ha expresado su opinión es Gemma del Caño, farmacéutica y experta en calidad de la industria alimentaria, quien abría un hilo en Twitter matizando algunas cuestiones metodológicas del estudio, como el hecho de que el trabajo no certifique una asociación directa entre la presencia de trihalometanos y la enfermedad.
Aparece un estudio atribuyendo 6500 casos de cáncer de vejiga en Europa a los trihalometanos del agua de red.
¿Pero qué son los trihalometanos? ¿Para qué sirven y por qué son un riesgo?Y, sobre todo: ¿qué hacemos?
Spoiler: sigue dándole al agua
Vaaaaaamos allá. #hilo pic.twitter.com/ofaKrkSTHQ
— Gemma del Caño (@farmagemma) January 15, 2020
Otro defensor de la buena divulgación científica es Moisés Canle, profesor de Química en la Universidad de Galicia, quien señalaba en su cuenta de Twitter el “peligro” que pueden tener este tipo de estudios estadísticos que. si son más explicados. pueden despertar la alerta entre la población.
Un estudio (https://t.co/sMdJwGRDdL) pretende establecer una relación entre más de 6500 casos de cáncer de vejiga y el consumo de agua que contiene trihalometanos. Este tipo de estudios, generalmente mal explicados, generan quimiofobia y no ayudan a la población. Veamos: ????
— Moisés Canle (@Moises_Canle) January 15, 2020
La Organización Mundial de la Salud fija unos valores guía para los THM de 560 µg/l (microgramos/litro) para la suma de todos los compuestos de la familia de los trihalomentanos en una muestra de agua.
La legislación europea, en este caso la Directiva 98/83/CE y la Directiva (UE) 1787/2915), transpuestas al ordenamiento jurídico español, fijan un valor de 100 µg/l, un margen de seguridad cinco veces más restrictivo de lo recomendado por la autoridad internacional de la salud, lo que arroja luz sobre la adecuación al principio de prevención seguido por la normativa española y comunitaria.
Además, la legislación no ha dejado de reforzar la cautela. El nivel de 100 µg/l para Europa está vigente desde 2009, cuando anteriormente era de 150 µg/l.
