Un nuevo estudio detalla cinco oportunidades prioritarias de inversión en los océanos que ayudarían a recuperar la economía tras la crisis del coronavirus. Preservar ecosistemas, evitar vertidos de aguas residuales, impulsar el transporte limpio, la energía ‘off-shore’ y las piscifactorías sostenibles son los frentes más útiles



Los océanos son una de las grandes claves ocultas de la salud económica mundial. Según datos de la OCDE, contribuyen con más de 1,5 billones de dólares en valor agregado a la economía global, además de aportar una miríada de valores no monetarios esenciales para el bienestar humano. Por desgracia, este sector se ha visto particularmente afectado por la pandemia de COVID-19, con una pérdida proyectada de 1.900 millones solo para los transportistas internacionales y una caída estimada de 7.400 millones en el PIB de los pequeños estados insulares en desarrollo debido a la disminución del turismo.
Sin embargo, y a pesar de su importancia central para la economía global, la economía oceánica ha sido hasta ahora pasada por alto en los más de 10 billones de dólares en paquetes de estímulo anunciados por los gobiernos hasta la fecha. Se trata de «una gran oportunidad perdida», según apunta un reciente estudio publicado por el Panel de Alto Nivel para una Economía Oceánica Sostenible, un organismo que reúne a líderes mundiales y científicos para mejorar los vínculos entre el ser humano y el gran azul. Sobre todo porque, según sus cálculos, por cada euro invertido en la economía oceánica sostenible se recuperan al menos cinco.
Cinco áreas de inversión inteligente en el mar
- Restauración y preservación de los ecosistemas costeros y marinos
- Inversión en infraestructura de aguas residuales y alcantarillado para comunidades costeras
- Transporte marítimo libre de emisiones
- Energía renovable off-shore
- Piscifactorías sostenibles
El estudio, titulado Una recuperación azul sostenible y equitativa de la crisis de COVID-19, desgrana además una hoja de ruta para que la recuperación económica tras el coronavirus tenga en cuenta la economía oceánica, «garantizando que las futuras inversiones ayuden a catalizar el progreso hacia unas prácticas sostenibles que brinden una protección efectiva de los ecosistemas». Para lograrlo, propone cinco oportunidades prioritarias que deben ser consideradas por los gobiernos para inversiones inmediatas, ya que tienen el potencial de generar beneficios económicos y ambientales a corto plazo, al mismo tiempo que construyen una resiliencia social y ecológica a largo plazo.
Actualmente, los ecosistemas oceánicos se enfrentan al impacto acumulado de las actividades humanas, que provocan sobreexplotación de la fauna, contaminación marina y una rápida pérdida de biodiversidad, además de influir en el calentamiento de los océanos y su acidificación y desoxigenación. «Combinados», asegura el informe, «estos impactos están forzando cambios sin precedentes en los océanos, socavando su salud y su potencial para continuar entregando los bienes y servicios de los que depende la humanidad».
Más inversión en costas
Las dos primeras propuestas del estudio se centran en un ecosistema que regula la mayoría de las interacciones entre el ser humano y los océanos: la costa. Según apuntan sus autores, la restauración y preservación de los ecosistemas costeros y marinos, como manglares, marismas o arrecifes, puede generar oportunidades laborales a corto plazo, además de ofrecer protección contra inundaciones y marejadas ciclónicas. Por otro lado, un ecosistema costero sano ayuda a filtrar el agua y mejorar su calidad general, y tiene otros beneficios secundarios como el aumento de la productividad de la pesca artesanal y en pequeña escala.
De hecho, un análisis reciente elaborado por el World Resources Institute indica un beneficio neto potencial de más de 100.000 millones de dólares si se restauraran correctamente los manglares. Para lograrlo, el Panel de Alto Nivel considera que los gobiernos «deben establecer fondos nacionales o comprometerse con la financiación pública para proyectos de restauración mientras aceleran la reforma normativa y de políticas para garantizar una alta protección y una gestión eficaz de los ecosistemas costeros para obtener beneficios económicos a largo plazo».
El estudio también hace hincapié en la necesidad de invertir en infraestructura de aguas residuales y alcantarillado para comunidades costeras. Actualmente, la ineficacia de las infraestructuras de alcantarillado y aguas residuales en las regiones costeras en desarrollo impactan fuertemente en la salud y el bienestar de las comunidades costeras, además de provocar el cierre de playas y dañar los arrecifes de coral. El desarrollo de nueva infraestructura puede crear puestos de trabajo al tiempo que previene futuras enfermedades, aumenta la seguridad del agua y mejora la calidad del turismo.
El potencial económico de estas prácticas es significativo: solo en el Caribe, una de las zonas del mundo con peores instalaciones de aguas residuales, se pierden más de 100 millones de dólares por año en ingresos netos por la degradación de los arrecifes de coral. «Los gobiernos deben comprometer fondos públicos para el desarrollo de instalaciones de tratamiento y reutilización de aguas residuales en comunidades costeras y servicios y tratamiento de saneamiento», aseguran los autores del informe.
Mejorar el transporte marítimo
Otra de las propuestas que presenta el informe es la de usar los fondos de estímulo poscoronavirus para invertir en transporte marítimo de cero emisiones. Este tipo de estrategia no solo crearía puestos de trabajo y protegería las funciones de los trabajadores existentes a través de habilidades transferibles, sino que además aumentaría la salud y la prosperidad de quienes viven y trabajan cerca de puertos y embarcaciones.
Por cada euro invertido en la economía oceánica sostenible se recuperan al menos cinco
Además, un análisis reciente muestra que las inversiones para descarbonizar el sector del transporte marítimo internacional podrían generar un beneficio neto de entre 1,2 billones y nueve billones de dólares en un plazo de 30 años. Por ello, apunta el estudio, «los gobiernos deberían ofrecer inversiones públicas, subsidios, recortes de impuestos y préstamos gubernamentales para incentivar las inversiones del sector privado para mejorar, actualizar o reemplazar los buques de transporte marítimo».
Por otro lado, la cuarta propuesta versa sobre la expansión de la energía renovable off-shore, es decir, situada en los océanos a varios kilómetros de la costa. Esta estrategia, que ya está siendo impulsada por países como Irlanda o Noruega, podría ayudar a satisfacer la creciente demanda mundial de energía al tiempo que reduce el uso y la dependencia de los combustibles fósiles y las emisiones globales de gases de efecto invernadero. La expansión de esta industria también resultaría en la creación de empleo y la preservación de roles previamente desempeñados en industrias de petróleo y gas a través de habilidades transferibles.


Por último, los autores del informe proponen aumentar las inversiones en piscifactorías oceánicas sostenibles. Actualmente existen bastantes iniciativas exitosas de cultivo autosuficiente de mariscos y algas en el Sudeste Asiático, que no dependen de alimentos externos y con un impacto ambiental mínimo. Expandirlas a otras zonas podría brindar diversas oportunidades económicas a través de múltiples productos como carne, perlas, alimento para animales o biocombustibles. Además, las inversiones en la producción sostenible de proteínas oceánicas pueden respaldar la creciente demanda de alimentos y los esfuerzos mundiales para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero.
Según apunta el informe, «la humanidad se encuentra en una encrucijada», ya que los líderes mundiales deben diseñar paquetes de estímulo que eviten continuar con el actual alto nivel de emisiones, alta contaminación y desigualdad. «Las soluciones para la recuperación serán diferentes para cada país, pero es fundamental que los océanos gane mayor prominencia como aliado clave en los esfuerzos de recuperación económica nacional e internacional», concluyen sus autores.
